¿De qué sexo es la palabra?

El teatro no tiene una sola verdad

La historia no tiene una sola verdad, el teatro tampoco, ya no. Cuando Stanislavski habló sobre la verdad en la escena, como antes había hablado Jesús sobre la verdad, y como el Che Guevara también, todos buscaban «la verdad». Eran otros tiempos, otros modos de leer la realidad y sus complejidades , otras maneras de interpretarla.

Hoy la cercanía, el ojo sobre el ojo, abren no solamente la mirada, sino la carne y sus dilataciones, el punto de vista, tan comentado, las verdades…

¿Cómo se hace cuando la verdad se desplaza?

Empiezo a relacionarme con mis actores y el texto desde otro lugar, investigo sobre el pliegue musical y sus musicalidades, pienso (una vez más ) el texto como partitura. ¿Por qué el do sobrevive en el tiempo y la palabra siempre es retocada? O mejor dicho, la palabra no es retocada, sino el contenido que se construye con las palabras. Yo no debería escribir esto, o quizá me falta moral para hacerlo, yo que he reescrito clásicos, destripado, vampirizado, y bebido sus jugos en beneficio propio, yo no debería decir esto, o por lo menos, no debería tener el atrevimiento de formularlo. Pero se me presenta así, o quizá, ya no necesito confrontar sino encontrar.

El texto no es una partitura, ya no, el pentagrama sigue siéndolo. Sobre esas cosas reflexiono mientras trabajo las ranuras del lenguaje y por donde nos escondemos, detrás y nos volvemos monárquicos a la hora de defender las herencias o de maltratarlas cuando nos enojamos.

Algo de eso se dispersa y concentra a la vez, como en una gran contradicción ideológica que perdura y causa fertilidad. Un manto de fertilidad. La creación también genera su propio sistema de acumulación. También trabajo sobre eso: acumulaciones poéticas en los actores.

Y, pensar, el pensamiento es acción, como decía Deleuze. También el maestro ruso lo dijo antes. Uno piensa y desde afuera se lee el pensamiento, no las palabras, pero el pensamiento activo se puede tocar energéticamente.

También trabajo sobre eso, y algo más. Un texto sin repartir, no me refiero a experiencias de impro, rotación de roles, todos son todos, no, en este caso, no va por ahí. Cada acto tiene un líder, un responsable, que es quién define su propio texto y el de los compañeros.

Construcción rompiendo los límites del cuerpo.

Incorporar al otro en la construcción individual del personaje, al otro como alimento, como súbdito, como informante necesario para provocar reacción. Quizá el neoliberalismo se me haya metido en la escena y esté bombardeando mis ideas. Quizá…

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