‘El zoo de cristal’ de Tennessee Williams, nueva producción del Teatro Arriaga

Con dirección de Natalia Menéndez, estrenará la versión en euskera el 21 de marzo y la de castellano el 3 de abril
El Teatro Arriaga de Bilbao estrenará del 21 al 23 de marzo su nueva producción propia: el clásico de Tennessee Williams ‘El zoo de cristal‘, que ha sido adaptado por Natalia Menéndez, quien se encarga también de la dirección del montaje.
Menéndez se halla inmersa en pleno proceso de ensayos de la obra con el estupendo elenco formado por Mikel Losada, Ione Irazabal, Arnatz Puertas y Miren Gaztañaga. Del 21 al 23 de marzo, estos cuatro intérpretes se subirán al escenario del Teatro Arriaga para estrenar Kristalezko zooa, la versión en euskera realizada por Kepa Errasti. Y es que uno de los atractivos de este proyecto es, precisamente, la posibilidad de ver un gran clásico como éste en euskera, algo poco común. De hecho, hay muy pocos antecedentes en euskera de esta obra de Tennessee Williams.
El estreno de El zoo de cristal, en castellano, se producirá un par de semanas después, del 3 al 6 de abril, contando con las mismas actrices y actores.
Con esta nueva producción, el Teatro Arriaga no sólo recupera a Tennessee Williams, uno de los grandes escritores y dramaturgos norteamericanos del siglo XX, sino que lleva a escena la obra que cambió su vida: El zoo de cristal. Escrita en 1944 y estrenada al año siguiente, El zoo de cristal fue su primera gran obra, con la que sacudió al público, un texto construido a modo de recuerdo, lo que le confiere un aire onírico y subjetivo. Conviene recordar que el autor norteamericano había realizado en sus primeros años diversos trabajos como guionista, dramaturgo y escritor de relatos breves, entre los que cabe rescatar un interesante ejemplo como fue el cuento Retrato de una mujer de cristal, de 1940. Con este relato Williams plantó la semilla de lo que ofrecería poco después, El zoo de cristal, precisamente. Fue un éxito rotundo y marcó el inicio de la carrera de Tennessee Williams como de los dramaturgos y escritores más destacados del siglo XX en Estados Unidos, convirtiéndose en un referente a nivel mundial. Ganó múltiples premios, incluyendo dos Premios Pulitzer por Drama (Un tranvía llamado deseo y La gata sobre el tejado de zinc), y su influencia continúa extendiéndose más allá del teatro, llegando al cine y la literatura.
La obra y la propuesta
Tennessee Williams revolucionó el teatro estadounidense al combinar lo íntimo con lo universal, lo poético con lo realista, y lo emocional con lo simbólico. Aborda temas como la fragilidad emocional, el deseo y la sexualidad, la fantasía frente a la realidad, alienación y el aislamiento, los problemas familiares y la lucha interna de los individuos. Mezcla elementos realistas con simbolismo profundo -le encantan los símbolos que transmiten vulnerabilidad, la pérdida, el deseo y la alienación- y lirismo, a través de un lenguaje rico y evocador, plagado de metáforas, intensificando así las emociones y los temas de la obra. No en vano, el impacto emocional de sus obras fue una cuestión que tuvo muy en cuenta. Para ello introdujo técnicas innovadoras: narradores internos, proyecciones y efectos visuales, Flashbacks y estructura no lineal… etc. Y por supuesto, cabe destacar su maestría a la hora de crear personajes de una humanidad sorprendente, que se muestran con sus contradicciones, sus defectos y virtudes. Todas estas características las tiene El zoo de cristal.
Ahora, desde la adaptación y la dirección escénica, Natalia Menéndez pretende crear un montaje que hable de los años treinta americanos, saliéndonos de convencionalismos y yendo hacia una libertad cercana a la que deseaba Tennessee Williams y que es entendida hoy por nosotras y nosotros. Desde ese lugar busca encarar mejor la realidad poética que propone y expresar de manera más vivida y penetrante todo lo que esta obra ofrece o, al menos, intentarlo. No se trata de crear una historia diferente, pero sí nueva.
Para llevar a cabo ese objetivo, esta nueva producción del Teatro Arriaga cuenta con un equipo de profesionales de primer nivel. Así, la música de Luis Miguel Cobo, el vestuario de Tania Tajadura y la escenografía de Mónica Boromello nos transportan a aquellos años 30, pero huyendo por completo de lo museístico, dotando al mismo tiempo a este montaje de la actualidad y vigencia que la obra indiscutiblemente mantiene. Otros elementos interesantes son la iluminación de Juan Gómez Cornejo y los audiovisuales de Gheada, que contribuyen a la ambientación de espacios y a contextualizar escenas. Por último, hay que reseñar la labor de Getari Etxegarai como ayudante de dirección, especialmente destacable a la hora de trasladar las pautas fijadas por Natalia Menéndez en la obra en castellano a la versión en euskera.