Críticas de espectáculos

Electra/Radu Stanca

EL EXOTISMO DE LA “ELECTRA” RUMANA

“Electra”, es una producción de la compañía rumana Teatrul National “Radu Stanca” de Sibiu, estrenada desde el 2005 en varios festivales. La versión de Mihai Maniutiu, que funde textos de Sófocles y Eurípides, ofrece una lectura “contemporánea” poco interesante de la tragedia al mantener casi intacta la problemática de la Electra / odio / venganza sin profundizar en una reflexión crítica actualizada. Sin embargo, en su resumida condición de arqueología de lo trágico está afinadamente construida con las escenas de más genuina esencia teatral del mito, conservando su luminosidad poética.
La propuesta escénica, también de Maniutiu, es rebuscada y trasnochada en la traslación de la imagen del mundo clásico a un panorama de lobreguez que prevalece en una región del norte de Rumanía (Maramures), y que en España recuerda al de la estética, síntesis de realismo y poesía, de los dramas populares andaluces de Garcia Lorca y Alberti, inspirados en las tragedias griegas.
En el montaje, a los vientos de fatalismo que soplan sobre los personajes empujándolos ciegamente a la acción trágica, integra en un coro de parias del pueblo la música, canciones y danzas tradicionales de Maramures –con hermosos temas de cuna y de fiestas báquicas, de lamentos y loas fúnebres, interpretados con singular factura y aparente acierto por el Grupo IZA- como potencia evocadora y amplificadora de la emoción trágica. Pero este exotismo folklórico logrado con fuerza en el ritmo ritualizado de las acciones se convierte en lo más llamativo al conectar con el público en términos mucho más intensos y reales que la tragedia. Este protagonismo de lo exótico hace disimular el flojo trasfondo de esta “Electra” que, en definitiva, apenas estruja y conmueve.
El espectáculo acusa la austeridad del mediano formato -que ha sido concebido para otros espacios- encajado sin calzador en el teatro romano, que sólo sirve como decorado en penumbras. Pero los rumanos consiguen en la puesta en escena rodada un notable grado de rigor y profesionalidad, y en los actores principales un buen trabajo orgánico, serio y en profundidad.

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