Críticas de espectáculos

Ella se va. Teatro Galileo.

La herida más profunda

Obra: Ella se va
Autor: Jerónimo López Mozo
Director: Mariano de Paco Serrano
Intérpretes: Luis Hostalot, María Isasi e Inge Martín
Teatro Galileo – Madrid Ella quiere marcharse. Ella quiere comenzar una nueva vida. Ella no quiere ser la eterna víctima de un enamoramiento ilusorio, de la ceguera involuntaria ante una posibilidad remota e imposible. Ella demanda y exige la protección justa, proveniente de una administración que ha de servir al ciudadano en general y al más débil, en particular. Ella cree en el valor de su palabra, de su sufrimiento, de su herida invisible y moral… Su dolor visible y prolongado. Ella creyó en películas, en finales felices, en la imagen que su sueño refleja en una realidad tan virtual como deseada. Ella no se va… Porque las heridas del horror, del desengaño, no son “nuestras” heridas; porque los mapas que planean, invisibles, sobre su piel, no son los planos perfectos de mil y una heridas físicas… Porque ese dolor que no se ve, que sólo se siente, lo sufre ella, nadie más.
Ante la mirada diaria y triunfante de “ÉL” (Luis Hostalot); porque la administración funciona sobre hechos comprobados, materiales, fácticos que incapacitan a la persona, al funcionario, a la asistente (Inge Martín), que ha de escuchar impasible la confesión de Ella (María Isasi); porque la administración, nos da la sensación, funciona sobre cadáveres… Porque la administración, parece ser, no ha de creerla a Ella… Aunque cada día la realidad pura y dura nos regale el deseo frustrado, por la muerte, de “otra Ella” que quiso irse… Y no se fue.
Jerónimo López Mozo ha realizado con este crudo y magnífico texto, un nuevo ejercicio de compromiso. En cuatro escenas, el autor pone de manifiesto la indefensión, la opresión, el abuso de poder, los sueños de un personaje sin nombre… Tal vez, porque son tantas mujeres las que quieren irse… Y tantos “Ellos”, quienes nos arrebatan la vida de un portazo.
Con un texto galardonado con el Premio Ciudad de San Sebastián 2002, era relativamente fácil imaginar una puesta en escena contundente y gráfica.
Mariano de Pedro Serrano lo ha hecho. Entre el cine y el recuerdo; entre los silencios y el extraordinario trabajo de Luis Hostalot, María Isasi e Inge Martín, ha dibujado en un espacio multifuncional la ilusión, reflejada en una lámpara y una película de los años cuarenta; la indiferencia de la administración, teóricamente destinada a protegernos, en los continuos portazos, en los monólogos en un idioma, tal vez extraño, en la inexpresión de una asistente que evita involucrarse con el dolor ajeno; la esperanza, en el último capítulo de esa película que sueña “Ella”: Cuando imagina y decide no irse para evitar más dolor, más humillación, más heridas eternas. Cuando imagina hallarse en otro lugar.
Donde la escuchan, donde la creen, donde la protegen… Donde no le hacen más daño… Donde los diarios de la mañana no se desayunan con muertes, malos tratos, abusos.
Pero Ella no se va… No se va, porque ese pronombre tiene un “plural” inmenso e hiriente. No se va, porque nos falta compromiso y nos sobra indiferencia. No se va, porque las cicatrices del alma no se cierran nunca… Aunque, nunca las lleguemos a ver si no son nuestras. No se va, porque la ignorancia y la ignominia han cerrado las puertas de la justicia, de la solidaridad, de la humanidad y del respeto.
No se va, porque la vida y la realidad cotidiana no es una película, porque ÉL no es Bogart ni ELLA Lauren Bacall, porque Él no le dirá nunca “Si me necesitas, silba”… Porque ELLA nunca silbaría.
Ella se irá con los labios rotos, con las cejas partidas, con la sangre de muchas “Ellas” y el alimento vital del orgullo machacado por las acciones más execrables… Pero vivo. … Que Ella no se vaya nunca… Que se vaya Él.

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