Entrevistas

Ernesto Ráez Mendiola: «A pesar de la emergencia, el teatro seguirá siendo un acto humano vivo y directo»

Maloka Rincón entrevista al actor, director, dramaturgo, investigador, promotor y profesor Ernesto Ráez Mendiola, figura del teatro peruano.

 

Se han cerrado las puertas de los teatros y las aulas de teatro por un tiempo indefinido (en algunas regiones no se cerraron porque nunca se llegaron a abrir…). ¿Qué se quedó por hacer en el teatro peruano?  

El inveterado mal del teatro en el Perú, histórico lastre que dificulta su crecimiento y perfeccionamiento es la desunión de sus cultores. Es el virus endémico del gremio.

Mi primer artículo sobre teatro lo escribí a los 18 años. Se titulaba «El problema del público teatral y su solución». Pues, con pena te lo digo, 66 años después, lo que dije allí lo he venido repitiendo a lo largo de mi vida. El movimiento de teatro en el Perú es un remolino, se mueve pero no avanza, antes mal se hunde. Es un conjunto de islitas e islotes que tratan de llevar la mayor pesca para sus playas, que no han logrado constituirse en un movimiento continental y sólido. Es lo que se aprecia ahora en el contexto de la pandemia y se seguirá apreciando mientras no cambie esta actitud marginadora y argollera.

¿Cuál es la asignatura pendiente para cuando se vuelvan a abrir las puertas? ¿Cuál es ese error que no se puede repetir?

Hay que fortalecer las instituciones que reúnen a los integrantes del gremio y hacerlas sólidas, respetables y eficaces. No se puede ser artista y olvidar que el arte es una forma de trabajo y que se dignifica dando a todos sus cultores los medios de una vida sana y sin angustias.

En el siglo pasado, Eckhardt Pastor, destacado dramaturgo, donó un espacio en Chaclacayo para que fuera un centro de recreación y descanso de viejos actores y actrices. Se formó una mutual que se denominó Sociedad Peruana de Actores. Estamos hablando de una institución que hoy, no sé si sigue existiendo, es un fantasma y un despilfarro por el descuido con que se le ha administrado. El Sindicato de Artistas Intérpretes del Perú que nació en 1946 como una Confederación que reunía a todos los artistas y técnicos del espectáculo, se fue desmembrando en sindicatos singulares de cada especialidad, lo que los debilitó como fuerza laboral. El SAIP se mantiene de buena voluntad y son muy pocos los trabajadores del teatro que están afiliados. Se ha creado otro organismo para cautelar los derechos del intérprete que funciona a la deriva. En buena o mala cuenta estamos dispersos, sin un organismo mayor que nos represente o nos defienda laboralmente. Y claro ése es un error que ya debiera superarse so pena de seguir arrastrando esa casi condición de parias que tiene el artista. Me he adherido a la iniciativa de Myriam Reátegui que viene gestionando una Confederación de Artistas del Espectáculo que puede ser la solución. Si todos deciden responder a ella.

Esto de la emergencia por la pandemia, parece que ha metido a los artistas escénicos a la pantalla… ¿Qué piensas de esto del teatro por internet?

El teatro por Internet equivale a comer tortas a falta de pan. Pero lo nutritivo es el pan. Y en el teatro el pan se come en vivo y en directo. Nació como un arte en que una porción de la humanidad directamente sin intermediarios le ofrece a otra porción presente de la humanidad imágenes de su ser individual y social digno de evaluación colectiva. El teatro por Internet es un enlatado. El enlatado artístico de las imágenes tiene dos artes que lo realizan muy bien: la televisión y el gran arte del cine. En esas expresiones la cámara rige el proceso conceptual, en el teatro es la presencia del actor o la actriz la que regenta el proceso. Es, diría yo, como pretender hacer el amor a distancia. Lo más que haríamos sería masturbarnos, ¿no? Ahora que como vía de emergencia es aceptable. Con la práctica aparecerá el genio que haga posible un nuevo lenguaje. No en los cauces de la TV, y mucho menos del cine. Lo que se deberá lograr es una suerte de sinfonía de la parafernalia teatral y la actuación que haga sentir especiales emociones de acercamiento. Veamos lo que sucede. Lo que siento es que, a pesar de la emergencia, el teatro seguirá siendo un acto humano vivo y directo porque es su esencia darse en presencia y en presente.

¿Qué puedes decir a esos jóvenes que apenas empiezan su carrera o que recién la terminan?

Así como se desea a los recién casados amor consciente y eterna dicha, a todo aquel que al teatro llega hay que desearle que nunca se apague su amor a la profesión, perfeccionamiento constante, orgullo gremial, sentido del trabajo de equipo, como aconseja Charles Dullin: «No creerse genial antes de tener talento. Aprender a observar, a mirar, a ver, a escuchar. Vivir muy cerca de los hombres evitando el influjo de sus juicios superficiales. No escuchar los malos consejos de camaradas agriados o simplemente advenedizos. Ser duros consigo mismos desde el principio. Porque no hay excusa, no hay perdón, no hay absolución para los falsos artistas. Que sean lo que deben ser con voluntad, con dureza».

Seis ministros de Cultura en 2 años, y a estas alturas se ha sumado la renuncia de la última ministra de Cultura…

Me parece que ha hecho lo correcto al reconocer su incapacidad para conducir un organismo de tanta trascendencia para la afirmación nacional, encargado de administrar las condiciones estructurales para el mejor ejercicio de la vida cultural de los ciudadanos de toda edad. Porque deben propiciarse actividades culturales para niños, para jóvenes, para adultos plenos y para personas de la tercera edad. Y eso no se está haciendo. La cultura es un contexto en el que se vive, son productos creativos que se aprecian, es patrimonio que se cuida, es renovación que se apoya. No son el privilegio de nadie, es el patrimonio de todos. Y, por cierto, exige un gran sentido de apoyo a los creadores y promotores de la imagen nacional. Hay una pobre gestión cultural hasta la fecha y es urgente en este contexto sanitario del COVID-19 que tantos desenmascaramientos ha provocado, reorientar esfuerzos que permitan activar una economía que puede quebrarse fácilmente. Para esto el elemento aglutinante de la coordinación intersectorial para los cambios es el MINCULT. Claro, habría que pensar si de verdad se está haciendo una política intersectorial de ejecución armonizada de proyectos. Y esa es una de las funciones más delicadas del sector. Hasta ahora no he percibido en ningún ejercicio que lo entiendan así. Más lo ven como un sitio de donde obtener productos áulicos, de presencia anecdótica. Lugar de los bufones del rey. Entonces, si no tienes una visión cabal de lo que es algo, nunca logras darle la importancia que debes darle y hasta contratas por sueldos inusuales a músicos motivadores. No hay brújula. Y aun si alguien la tuviera en la mano pareciera que no vislumbran el equipo integrador que conduzca la nave con mano firme. Mientras tanto en el barco en el que navegamos por el momento sin hundirnos ya hay huecos por donde el agua ingresa sin contención. Las palabras no salvan de estas catástrofes. Me pusiste al comienzo de esta entrevista una introducción muy desafiante: «Se han cerrado las puertas de los teatros y las aulas de teatro por un tiempo indefinido (en algunas regiones no se cerraron porque nunca se llegaron a abrir…)». ¿Qué hacer ante esta circunstancia? Lo que hasta la fecha ha salvado a nuestra patria de la debacle final: recurrir a las organizaciones sociales de base y gobernar con una política atenta a sus requerimientos, en función de los medios con que contamos para realizarlos. Decisión política, talento y romper con toda la tradición malsana de gobiernos mediocres de nuestro Perú. “Ah, desgraciadamente ciudadanos peruanos, hay hermanos muchísimo qué hacer”.

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