Y no es coña

Esas cosas del directo

Quería titular cosas de la técnica. O cosas de la tecnología. Pero a lo mejor quería decir, cosas de la política. Pero no, mejor así, utilizando la muletilla televisiva o radiofónica, de cosas del directo. Viene a cuento por lo sucedido en la reapertura de uno de los mejores teatros del mundo, el Bellas Artes de México DF. Han sido varios años de remodelación, de adaptación de sus estructuras técnicas y tecnológicas a la altura de su categoría y con los avances más actuales en la ingeniería escénica mundial.

Remodelaciones, adecuaciones que cuestan muchos millones, que implican, en muchas ocasiones, intervenciones de diferentes departamentos ministeriales, que se hacen por concurso, que se recurre a los especialistas más significados del mercado. En este caso, paralelamente a la remodelación han habido problemas, conflictos, cambios de gestión y titularidad del propio teatro no explicados y muchas sospechas de que se esté tendiendo a una privatización. El edifico es una maravilla, su interior era realmente impresionante. Parece que han desaparecido puertas, muebles de madera noble que valían un potosí y han sido sustituidos por elementos más funcionales, quizás más apropiadas a las normas de seguridad de estos tiempos.

A lo que íbamos, en su inauguración se presentaba «El jardín de los cerezos» de Chéjov en montajes del Teatro Nacional de México dirigido por Luis de Tavira. Pues, según los cronistas, el equipo de regulación de la iluminación enloqueció, tomó vida propia, encendía y apagaba focos de manera caótica, se pasaba al oscuro total, me imagino que intentando «resetear» el sistema. Los actores, según nos cuentan, decidieron seguir interpretando su obra. Hubo media parte, gritos, carreras por los pasillos, intentos de cortar ese ridículo que se producía ante las autoridades y las fuerzas vivas. Pero muchos de los invitados optaron por marcharse. La tecnología se había rebelado. Las prisas, la falta de entrenamiento, los dispositivos cada vez más complejos arruinaron un estreno, una inauguración y plantean una duda más que razonable.

¿Toda la tecnología punta, todas las técnicas que se aportan a los escenarios están aprovechados convenientemente? Cuando se dota a los teatros, auditorios, salas del equipamiento escénico, ¿se hace pensando en el futuro, tras un estudio apropiado y pensando en quiénes deben utilizar esos aparatos cotidianamente? Para entrar en materia y por derecho: los técnicos de escenario necesitan, más que nadie, una constante puesta al día de sus conocimientos. La formación en estos campos se está normalizando, pero a lo mejor habrá que ir pensando en grados superiores, porque la complejidad de algunos sistemas, requieren personal apropiado para solucionar in situ los problemas. ¿Un informático antes que un maquinista? ¿Un ingeniero de sistemas antes que un sonidista? Seguro que las asociaciones más emprendedoras, y los centros de formación especializados, saben mejor que nadie qué se debería implementar para hacer que todas las inversiones que se colocan en los edificios emblemáticos, estén en perfecto orden de uso y las incidencias sean pocas y se minimicen.

Y una advertencia, México es tierra de teatro. De teatros. De creadores. Es un campo muy vivo, muy activo. Contamos esta circunstancia sucedida el pasado sábado porque nos sirve para reflexionar, pero sinceramente, ojalá la estructura de formación, creación, ayudas, protección y producción en el Estado español tuviera la garra de la mexicana, y sus buenísimos teatros, tanto para el teatro más convencional como para los nuevos lenguajes escénicos que requieren de espacios más polivalentes. Les ha sucedido este incidente y de ello debemos sacar todos alguna lección. La más importante la profesionalidad del equipo actoral, que en medio de la catástrofe siguió haciendo la representación. Un aplauso. Cosas del directo. Y de las imprevisiones, las prisas y la fijación de fechas desde los despachos sin atender a las necesidades a pie de obra y fijándose en el calendario político. El Teatro Bellas Artes de México es un edifico maravilloso, y ahora tiene un escenario moderno. Aplausos.


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