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Fábrika de acciones presenta el espectáculo ‘Historia del zoo’

Fábrika de acciones, nueva compañía de Teatro de Canarias, presenta «Historia del zoo» de Edward Albee en el Teatro La Granja, sala oficial del Gobierno de Canarias en Santa Cruz de Tenerife, los próximos 12 y 13 de Junio. EDWARD ALBEE es uno de los más prominentes dramaturgos estadounidenses. Nacido en Washington en 1928 desde muy joven se ve implicado en el teatro dado que su familia adoptiva estaba muy vinculada a la profesión (padre productor y madre actriz). Su dilatada y brillante carrera comienza precisamente con Historia del zoo, escrita en 1958, con la que se da a conocer en los círculos más avanzados del teatro neoyorquino. Aunque es con ¿Quién teme a Virginia Wolf? (1962) con la que definitivamente pasa a ser un autor reconocido de ámbito internacional. Ganador de tres Premios Pulitzer, el último en 1994 con Tres mujeres altas, Albee siempre ha sido un autor controvertido y polémico por su crítica feroz al llamado por él mismo en una de sus obras «sueño americano». La incomunicación por desgana o incapacidad, el matrimonio como sociedad de la destrucción del individuo o los problemas en las relaciones sexuales, donde la homosexualidad ronda como un fantasma, son sus temas recurrentes que ataca con valentía y profundidad.
Esta obra en un acto la escribió Albee en tres semanas aunque le costó algo más que algún productor se interesara por ella, lo que logró grabándose él mismo en los dos papeles. Desde entonces esta es una pieza continuamente representada en todos los países y círculos teatrales, pues trata de algo tan desgraciadamente universal como la incomunicación entre los seres humanos, cual si de animales enjaulados en un gran zoo se tratara. Para ello, Albee recurre a la sencillez aparente de un encuentro casual entre un acomodado editor de libros de texto -Peter- y un joven marginal sin ocupación conocida -Jerry- en una tarde estival en un rincón de Central Park, en NY. El humor, los malos entendidos y la profunda humanidad de Jerry nos llevan en un viaje cuyo final deja, al menos, perplejos.
Esta pieza es siempre una tentación para un director que ame y disfrute del trabajo con los actores desde su complejidad y aparente sencillez.
La puesta en escena busca básicamente servir a la obra lo más sencilla y directamente posible, sin grandes efectos ni artificios que permiten a los actores hacerles llegar las experiencias e imágenes poéticas que aquí se cuentan.

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