El Chivato

Fallece en Cali el dramaturgo Enrique Buenaventura

El pasado 31 de Diciembre falleció en su Cali natal, a causa de una peritonitis que le llevó varias semanas al hospital, el dramaturgo y director del legendario Teatro Experimental de Cali (TEC), ensayista, narrador y poeta, Enrqiue Buenaventura, pionero del Método de Creación Colectiva. En Colombia lo llamaban «el viejo maestro». En España es menos conocido para el gran público, pero las gentes del teatro le respetan y admiran. Enrique Buenaventura, que el pasado día 31 de diciembre fallecía en su Cali natal a consecuencia de una peritonitis ¬llevaba ingresado ya varia semanas¬, fue sin duda uno de los nombres fundamentales del teatro contemporáneo, y no sólo en Iberoamérica, sino en en el resto del mundo, donde la huella de sus enseñanzas llegaron gracias al Método de Creación Colectiva, un sistema que ideó y perfeccionó con la compañía Teatro Experimental de Cali (TEC).
Nació en 1925 en Cali (Colombia) y murió en la misma ciudad, en la clínica de Los Remedios, a los 78 años, a causa de una peritonitis. Dramaturgo, director, ensayista, narrador y poeta, llevaba desde 1955 viajando por medio mundo ¬vivió varios años en Argentina¬, enseñando el Método de Creación Colectiva, su mayor aportación a la escena contemporánea. Su labor en el teatro colombiano le había valido el premio Casa de las Américas y un doctorado Honoris Causa de la Universidad del Valle, donde fundó el Plan de Arte Dramático.
   Antes, había sido el primer director de la Escuela de Teatro del Instituto Departamental de Bellas Artes y fundador, en 1962, del Teatro Experimental de Cali, el famoso TEC, al que estuvo unido como director durante 41 años. Buenaventura ha dejado escritas diez obras, y llegó a llevar a escena más de 35, entre ellas «A la diestra de Dios Padre (5 versiones)», «Los papeles del infierno» (que en realidad era un conjunto de varias piezas), «Requiem por el padre de las Casas», «Historia de una balada de plata», «Vida y muerte del fantoche lusitano», «Ópera bufa», «La estación» y «La orgía».
En sus obras Buenaventura reflejaba la experiencia obtenida en los numerosos viajes que realizó, unas «aventuras» que lo llevaron a desempeñar oficios tan diversos como marinero, pintor, cocinero o periodista. Pero él siempre amó el teatro. Influido en gran manera por Bertold Brecht y su propuesta de teatro épico, Buenaventura fundó y mantuvo el TEC con pocos medios y con la ayuda de su esposa, Jacqueline Vidal, y de su hijo, Nicolás. Su trayectoria en el TEC fue fundamental para el teatro iberoamericano.
En 1969 inauguraron la sala en la que estrenarían buena parte de sus obras, y en 1971 ya estaban visitando festivales como el de Nancy entonces dirigido por Jacques Lange) y el de Roma (con Vitorio Gassman al frente), donde llevaron obras como «Los papeles del infierno» y «Vida y muerte del fantoche lusitano».
Carlos Bernal, compañero durante años de Buenaventura en el TEC, recordaba ayer al maestro como «una de las personas más importantes de Iberoamérica en el teatro contemporáneo. Toda la gente que le conocía se daba cuenta de su estatura teatral».
Todos los grandes actores del teatro colombiano aprendieron de sus enseñanzas. Aunque su salud ya no era la mejor, a sus 78 años de edad Buenaventura seguía trabajando en nuevos proyectos, tanto teatrales como en la pintura, otra de sus pasiones. En abril pasado, durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Buenaventura fue homenajeado por el Ministerio de Cultura colombiano por su contribución al teatro moderno de este país. El dramaturgo, que había estado en varias ocasiones en nuestro país, visitó por última vez España en 2003, cuando acudió al Festival de Agüimes.
Santiago García, cocreador del Método de Creación Colectiva junto a Buenaventura, explicaba sobre el autor: «Su aporte a las artes escénicas del país tiene implícita la superación del costumbrismo decimonónico y una apertura hacia las distintas vertientes de la modernidad, y especialmente al marxismo, el psicoanálisis y el estructuralismo». Eran declaraciones al diario «El País» de Cali, medio con el que el ensayista y poeta colaboraba habitualmente. De hecho, el día antes de su muerte este diario publicaba su último poema, dedicado a una amiga. La muerte le impidió acabar su última obra.

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