Rebel delirium

Hackney Wick

El Londres olímpico va desvaneciéndose. Aún faltan los paralímpicos que empiezan el 29 de agosto, pero la ciudad ya ha bajado de revoluciones. El metro ya no funciona hasta las 2 de la madrugada, Hyde Park y Victoria Park, que albergaban pantallas gigantes desde donde se podían seguir las pruebas olímpicas, vuelven a la normalidad. En Oxford Street ya no se ve gente cargada de acreditaciones y los escaparates han cambiado los motivos deportivos por los de la nueva temporada. Parece que no ha habido la llegada masiva de turistas que se esperaba en la ciudad. Los espectáculos del West-End han resistido como han podido y más de un productor no podrá hacer este año las vacaciones soñadas. Lejos de todo esto, en Hackney Wick, al este de la ciudad, se respira otro ambiente. Veremos si por mucho tiempo.

Hackney Wick es el área que queda a pocos metros del parque olímpico, al otro lado del canal Lea Navigation. Se trata de una zona posindustrial, con grandes solares y espacios abiertos. Un lugar desconocido para muchos londinenses, que con la llegada de los juegos se ha situado en el mapa y en el punto de mira de políticos y empresarios. Es el típico lugar colindante a una nueva zona de la ciudad, en este caso, al complejo olímpico, y por este motivo pierde su carácter periférico.

En la Barcelona olímpica pasó con una parte del barrio del Poblenou, que experimentó una transformación radical al acoger la Villa Olímpica. O en el Camp de la Bota, al final de la Diagonal, con motivo del Fórum Universal de las Culturas en el 2004. En ambos casos, el resultado urbanístico ha sido parecido y actualmente son áreas desangeladas, llenas de hoteles, oficinas y centros comerciales. Sin comercio de barrio ni equipamientos culturales (aparte de los cines), ambas zonas son poco atractivas para la ciudadanía.

En Hackney Wick viven vecinos de toda la vida y colectivos de artistas atraídos por los grandes espacios de las antiguas fábricas. Durante muchos años esta zona ha sido un territorio prácticamente desconocido, que ofrecía condiciones de alquiler muy favorables. Pero los Juegos lo han cambiado todo y los precios han empezado a subir. Algunos artistas no han podido aguantarlo y han tenido que trasladarse a otros lugares. Leo en un periódico local de la zona el caso de un tipo que declara que esta historia ya la ha vivido tres veces: «Me pasó en Notting Hill en los sesenta, en Shoreditch en los ochenta y ahora en Hackney Wick».

Actualmente el barrio es una mezcla rara entre suburbio y ciudad del diseño. En una misma calle puedes encontrarte destartaladas viviendas-estudio de artistas plásticos junto a restaurantes de comida orgánica. Las terrazas junto al canal con vistas al complejo olímpico están llenas de modernos y de algún turista que ha cruzado el río. En un solar, un fiestón con la música a tope en pleno día. Es la versión actual de las raves ilegales del Hackney Wick de hace unos años.

Nadie sabe cómo acabará la fiesta olímpica en este barrio. Ni el señor Joseph Markovitch, de 85 años y vecino del barrio: «Antes teníamos ebanistas y sastres y music halls. Ahora tenemos un gran estadio. Qué quieres que te diga.»

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