Críticas de espectáculos

Imágenes andaluzas para Carmina Burana/La Cuadra de Sevilla

Ópera verdiblanca
Obra: Imágenes andaluzas para Carmina Burana
Autor: Salvador Távora sobre músicas y coros de Carl Orff
Intérpretes: Lalo Tejada, Marco Vargas, Francisco Carrasco, Alicia Murillo, Ana Real, Ana María Jiménez, Trinidad Perea, Aurora Pérez, María Jesús Vilches, Manolo Berraquero, Víctor Manuel Contreras, Melvi Díaz, entre otros.
Espacio escénico y dirección: Salvador Távora
Producción: La Cuadra de Sevilla
Gran Teatro Falla –Cádiz- 21-10-03 FIT
Redondo, un espectáculo de esos que atraviesa los ambientes, que logra suspender el tiempo, que de una música de corte medieval, muy reconocible, hace un mundo escénico en donde las referencias andaluzas, banderas incluidas, son una consecuencia del propio desarrollo, casi una redundancia. Los trabajos de Távora salen de una imaginación creativa, muy racionalista, en donde la inspiración es fruto del talento y del trabajo, con una técnica aplicada para conseguir que todos los elementos, por muy dispares que sean en su procedencia, acaben convirtiéndose en partes esenciales del propio discurso escénico.
Dijéramos que la imaginación creativa se demuestra aquí al ser fiel y coherente con su propio estilo, su propia concepción del hecho escénico. Un estilo, unos códigos, unas fórmulas de equilibrio dual, de simetrías, en donde las máquinas se convierten en significantes. Una máquinas ideadas para ser parte del espacio, para que provoquen efectos más allá de su eficacia mecánica, que logran convertirse en elemento artísticos que se utilizan siempre al servicio de una sensibilidad que se transmite en todos los pequeños detalles.
Si en todos los espectáculos de Távora hay una desbordante fluidez de imágenes, de cantes, bailes, junto a la solemnidad de los coros de Carmina Burana logran ser el vehículo ideal para contarnos una historia de libertades. Una denuncia, la mujer crucificada, dentro de un imaginario piadoso, la Virgen Maria, cristiana, musulmana y judía, un canto ecuménica por la paz, la iglesia representada por dos actores de pequeña estatura, y todo ello con una combinación realmente deslumbrante entre los cánticos, el flamenco, el baile, destacando de una manera soberbia Lalo Tejada bailando sobre al cruz, con dos caballos majestuosos que dan un hálito de marca. Posiblemente sea el trabajo más redondo de salvador Távora, no ya un ejercicio de madurez, sino una reinvención de un compromiso estético en donde desde las raíces se puede universalizar la emoción y la solidaridad. Y En donde todo, todo funciona perfectamente, hasta una escena casi surrealista en donde hay un homenaje a la bandera andaluza, a sus gentes, con una estética que pareciendo ser ajena al conjunto, sirve de complemento y de recordatorio de las intenciones finales. Una ópera vertiginosamente bella, emocionante y contundente.
Carlos GIL

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