Incendiaria en combustión

Invisibles e invidentes

«¿Qué es un director de escena que no puede dirigir?» Esta pregunta se la hacía uno de los personajes del film ‘La vida de los otros’ y la respuesta no es evidente. Lo mismo ocurre con la cuestión: ¿qué es una compañía de teatro que no consigue exhibir sus espectáculos? Y la siguiente pregunta que toca es: ¿qué hacer? ¿Debe asumir los canales de distribución y exhibición establecidos, a veces atomizados, a veces saturados y muy pocas veces dominados por criterios artísticos? ¿Debe inventarse canales de distribución y exhibición diferentes a los establecidos? ¿Es tarea de las compañías retar a los programadores a arriesgarse con el público del que aseguran que nunca entiende o que lo que quiere sólo es reírse?

A veces una compañía no puede saber si es invisible o invidente; ni puede saber si es que no la quieren ver o si lo que no quiere es ver a su alrededor. Tal vez el problema de la invisibilidad sea fruto de no saber ver el contexto en el que la compañía quiere desarrollar su trabajo, o tal vez sea que tengamos que seguir exportando emigrantes como siempre hemos hecho y como hemos seguido haciendo en los dos últimos años con más de 29.000 jóvenes que se han ido buscando trabajo a los mismos países que en el siglo pasado. Tal vez la ceguera sea querer ver que las cosas se pueden cambiar. Y ante ese tipo de ceguera: resistencia, imaginación, esfuerzo y afirmación en el propio trabajo hasta hacerse cada vez más presente.

Es el caso de la compañía Elefante Elegante, una empresa gallego-portuguesa fundada en el año 2007 y con sede en A Coruña que cuenta con cinco espectáculos (Tristán, El Horno, Granito, Iliria e In) dentro de una línea de trabajo fresca y marcadamente visual. Muchos nos acordamos del off que protagonizaron el pasado año en la Feria de las Artes Escénicas de Galicia (evento cuya esencia actualmente se encuentra sometida a debate por su utilidad y eficacia) y también cómo este año se convertían en una de las expectativas principales del cartel de dicha Feria con ‘In’. ‘In’ estuvo también dentro del programa de actividades del Culturgal (otra feria, en este caso de las industrias culturales celebrada a finales de noviembre en Galicia. Es curioso este país, Galicia, donde se está construyendo una ciudad de la cultura mientras se revienta el tejido cultural existente; y donde el próximo año esta urbe cultural recibirá 23 millones de euros mientras el resto se recorta siniestramente ante la actuación irresponsable de responsables que no ven y hacen oídos sordos). Pero recuperando ‘In’, es este un espectáculo de teatro visual que toma su estructura de ‘La boda de los pequeños burgueses’ de Brecht y aborda el mundo de las apariencias y la convivencia en una sucesión de escenas de interesantes hallazgos escénicos y gran riqueza plástica. Mezcla ‘In’ diferentes disciplinas y en él, la danza, el circo, la música y la videocreación conviven con el delicioso trabajo actoral de sus cinco intérpretes. Y aquí se puede ver como el rigor no es sólo cosa de años, ni de estabilidad como empresa añeja, sino de un deseo de progresión en firme de una compañía bien formada que hace las cosas y las hace bien.

Elefante Elegante está cada vez más In y estoy segura de que cada vez será menos invisible y se podrá acercar a un público que cada vez quiera ver más. Para ello han corrido los riesgos necesarios, se han ido fuera y han vuelto y han apostado por una línea personal de trabajo también rechazada por algunos. En estos tiempos críticos, dentro de un campo en crisis permanente como lo son las artes escénicas, el riesgo es más necesario que nunca: riesgo de las compañías pero también riesgo por parte del público y de los programadores. Y eso implica un voto de confianza en nuevas iniciativas que ni son intrusas ni pretenden fagocitar lo existente. Trabajo en conjunto entre compañías nuevas y establecidas, entre compañías y programadores, entre compañías e instituciones es lo que se necesita en beneficio de toda la ciudadanía (la mayoritaria y la minoritaria) de la que tanto se echa mano para hablar de la cultura y el teatro como servicio público. Porque tal vez no sea urgente, pero es necesario. Como también es necesario que se nos cure la ceguera.

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