Estrenos

La Machina estrena la obra ‘Pereda-Galdós: Una conversación’

La compañía La Machina Teatro estrenará dentro del marco de los Cursos de Verano el próximo día 22 de agosto, a las 20:30 horas, en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria la obra “Pereda-Galdós: Una Conversación” (Diálogos santanderinos: un encuentro entre D. José Mª de Pereda y D. Benito Pérez Galdós), escrita por Alberto Iglesias y dirigida por Paco Valcarce. En 1871 acudió por primera vez Benito Pérez Galdós a Santander atraído por la fama de José María de Pereda como novelista. Se aloja en la Fonda Europa. Pereda se entera y le pide a un camarero que les presente. Se hicieron íntimos amigos. Pereda le busca sucesivos alojamientos y casi le obliga a que siga volviendo a Santander para tomar los baños de ola y disfrutar del fresco nordeste.
En el texto propuesto para este espectáculo, ambos personajes se encuentran en una solitaria cafetería santanderina. Con la excusa de que van a llegar a Santander unos amigos de Galdós, éste le pide a Pereda que le trace sobre un mapa un recorrido por la ciudad. Pereda, enamorado de su tierra, “el más montañés de los montañeses”, que decía Menéndez Pelayo -palabras puestas en boca de Galdós-, encantado con el encargo, desmenuza las viejas calles del Santander de finales del XIX. Calle de la Compañía, Cuesta de Garmendia o del Cordelero, Calle Alta, Puente de Vargas, Calle del Mar, Cabildo de Abajo, Calle del Arcillero… Pereda llena su narración de detalles, impresiones y recuerdos.
En la dramaturgia ha primado el elemento amistad, sazonado con unas gotas de humor. Dos hombres ideológicamente opuestos que construyeron, año tras año, una profunda relación intelectual. Dos hombres que superaron sus diferencias políticas, que se apoyaron y alabaron en sus respectivos círculos y a los que les unió el amor por la vida, el conocimiento y el ser humano. Como anécdota, cabe señalar que Galdós dibujó la tumba de Pereda.
Esta breve obra es una fantasía que, a medida que evoluciona, desconcierta al espectador, situando a los personajes en un espacio aparentemente cotidiano -una cafetería-, que se convierte, por la falta de un camarero que les atienda, por la falta de clientela, por el silencio que lo cubre, en un lugar fantasmal. De alguna manera son dos fantasmas del pasado no conscientes de su propia muerte. De alguna manera son dos personajes inmortales, radicados en la memoria de Santander.

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