Incendiaria en combustión

La Nasa y los marcianos

Del 15 de mayo al 15 de julio. Del principio de una esperanza al final de una realidad. Por lo menos, al final de la actividad de la Sala Nasa de Santiago de Compostela. Así lo anunciaba su equipo después de conocer los resultados de las elecciones del 22 de mayo en las que se producía un cambio de color político en el ayuntamiento de la ciudad.

No es el único factor para bajar el telón de la primera línea de actividad cultural, pero la elección del popular Gerardo Conde Roa ha sido el detonante para el equipo de la Nave de Servicios Artísticos cese en su trabajo y en su resistencia a los ataques –sino marcianos- alienígenas a los que se ha visto sometida su tripulación y en los que han mezclado desde descalificaciones a supuestas relaciones terroristas. Atrás quedan, como atrás quedan las ya también compostelanas y desaparecidas Sala Galán y Sala Yago.

Días atrás podíamos leer en la prensa las declaraciones de uno de los responsables de este espacio alternativo en las que se aseguraba que la cultura va a cambiar en Santiago y se auguraba que con la desaparición de la Nasa, la ciudad perdería un 20% de su oferta cultural.

Días atrás también podíamos leer las reacciones del elegido alcalde, donde se confirmaba que el modelo cultural de Compostela cambiará ya que se «potenciará la nueva Ciudad de la Cultura y el Auditorio de Galicia hacia una clara apuesta más internacional» -ese adjetivo que tanto ardor nos genera en los últimos tiempos a las que al igual que Berenice Einberg nos consideramos no autóctonas por estar relacionado con un autodesprecio directo-.

Decía arriba que la entrada de Conde Roa en el poder local era solo uno de los detonantes del cese de actividad de la Nasa, ya que a los principales factores se suman los severos recortes que están sufriendo el sector de las artes escénicas. Son recortes a favor de una política entre la austeridad y la indigencia cultural.

En nombre de la austeridad se recorta en un millón de euros la última convocatoria autonómica de ayudas culturales. En nombre de la austeridad se maltratan iniciativas locales. En nombre de la austeridad se inauguran ciudades-cultura con eventos discretos pero cuyos costes son meteóricos y rozan los 130.000 euros, cuyo presupuesto anual para vigilancia asciende a los 600.000 euros o cuyo gasto de suministro eléctrico al año supera los 400.000 euros. Haciendo una operación simple, solo estas tres cifras ya superan el millón de euros que se rebajan en las subvenciones culturales. No es una teoría de la conspiración: es la praxis del abandono y el desahucio. ¿Cómo podemos estar hablando de austeridad cuando se abandonan pequeñas infraestructuras integradas en la comunidad para desarrollar nuevas y costosas empresas más internacionales en tiempos de crisis? Una de dos o somos gente austera y marciana o nos encanta rodearnos de criptonita.

Precisamente para sumar fuerzas que permitan coordinar, integrar y pensar el futuro modelo cultural de la ciudad de Compostela, la Nasa convoca debates abiertos que tendrán lugar los días 11 y 18 de junio. Es tiempo de reflexión. Tiempo de creación. Tiempo de apoyo a este espacio chévere, de una compañía chévere que ha dado y sigue dando espectáculos chéveres; que ha sido núcleo alternativo; que ha sido taller de espectadores; que es cuna y cama teatral. Esperemos que las huestes marcianas no la conviertan en tumba.

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