El giro hermenéutico

La RESAD celebra 20 años de Dramaturgia

Como bien explica García Barrientos, la verdadera hermenéutica del teatro es la representación. Un texto dramático escrito nace con vocación de ser representado. Esta suerte de máxima experimenta un enorme recorrido si tiene lugar en una escuela de arte dramático. En 1992 la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid, acogía, por primera vez en su historia, la implantación de los estudios de Dirección de Escena y Dramaturgia, como titulación superior. Estos estudios incluían dos itinerarios diferenciados: Dirección de Escena y Dramaturgia.

El pasado viernes 19 de abril asistí en la RESAD a la celebración de estos veinte años de presencia en España de una formación superior en la preparación para los futuros dramaturgos, dramaturgistas, críticos e investigadores teatrales. Asistí, porque de aquella primera generación de directores y dramaturgos, la mayoría se cuentan entre mis amigos y entre los profesionales más valorados de aquella generación, cuando yo estudiaba Interpretación. Itziar Pascual, Yolanda Dorado, Margarita Réiz, Eva Hibernia, Carmen Dólera y Julio Escalada; Natalia Menéndez, Eduardo Vasco, Juan Pedro Enrile, Rafael Rodríguez o Joan Soler fueron algunos de mis compañeros de aquella primera promoción con los que me gradué. Algunos de mis amigos son profesores en la actual RESAD y han escrito sus obras muy cerca de pesos pesados como Ignacio Amestoy, Juan Mayorga, Ernesto Caballero, Ignacio García May, José Luis Alonso de Santos, Yolanda Pallín o Luis Landero, profesores todos, en los últimos 15 años. Buena parte de nuestra mejor dramaturgia contemporánea ha nacido y crecido en esta urdimbre, con los hilos que conectan con el fenómeno de las salas alternativas en Madrid y colectivos como El Astillero o Marías Guerreras.

El dramaturgo Pedro Víllora dijo, sin complejos, en este acto de cumpleaños, que la misión de un profesor de dramaturgia es conseguir que su alumno sea mejor que él; se lo dijo a Carolina África, ganadora del premio Calderón de la Barca 2012 por su obra Verano en diciembre, de la que disfrutamos de una escena interpretada por Yolanda Mancebo, Yolanda Pallín, Margarita Piñero e Itziar Pascual. También se interpretaron escenas de Princesas de Hueso, de Diana Cristobal Herrero, premio José Martín Recuerda 2012, a cargo de los profesores Juan Antonio Vizcaíno, Daniel Sarasola, José Cruz e Itziar Pascual, entre otros; de José Carlos Beas, Premio Ciudad de Guadalajara por De cómo el mono escribió un Haiku, a cargo de los profesores Fernando Domenech y Pedro Víllora; y del accésit del Premio Marqués de Bradomín, a Carlos Troya, por Cállate y los países. También participaron las profesoras Yolanda Pallín, Ana Fernández Valbuena y Margarita Piñeiro, con dirección de Julio Escalada.

El carácter práctico de la Dramaturgia en la RESAD encuentra su máxima validez y atractivo profesional en la publicación de las obras de los alumnos por la Editorial Fundamentos, y en los montajes de Fin de Carrera, experiencias escénicas a partir de los textos dramáticos creados por los alumnos de 4º y que integran a un director, escenógrafo y elenco de actores.

Esa tarde, dramaturgos convertidos en actores y actrices compartieron escenario con ex alumnos convertidos en dramaturgos, creando un hermoso y posible mapa actual, con vías abiertas e inexploradas de futuro. Mapa que hunde sus raíces en estímulos como el Premio Nacional de Literatura Dramática, el Premio Calderón de la Barca, el Premio Buero Vallejo, el Premio Marqués de Bradomín, el Premio SGAE de Teatro, el Premio Leopoldo Alas Mínguez, el Ricardo López Aranda, el Premio Martín Recuerda y el Premio FATEX, recibidos en estos 20 años de vida, por los profesores y alumnos de Dramaturgia en la RESAD, de Madrid.

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