La voz prestada
No me siento incurso en un gran en día. Ni una buena semana. Menos todavía en un mes regular. Sobre el año, lo único claro es su rima. Por ello he decidido tomar prestada la voz de amigos, conocidos y saludados para hacer un brevísima reseña entre crítica y doliente de las obras que he visto sobre los escenarios. Vaya por delante un eximente: ando en proceso de ajuste.
Hay obras que envejecen mal. Por ejemplo “Historia de una escalera” de Antonio Buero Vallejo. El montaje del Teatro Español dirigido por Helena Pimenta opta por una visión museística de la pieza. Noto en primer instancia una falta de contexto y no es suficiente poner el año en que sucede la acción. Esta obra significó en los años sesenta la incursión en un realismo posibilista que en estos momentos si no se trata de manera consecuente se convierte en una obra costumbrista, en este caso azarzuelada. No puedo escribir más porque se me amontonan las experiencias.
Nota al margen: ya que han emprendido una magnifica iniciativa para poner en los escenarios madrileños obras de autores del siglo XX, les recuerdo que Alfonso Sastre, también militó en el realismo social y tiene obras fundamentales que quizás merecen ocupar los escenarios con montajes solventes.
No siempre lo que se presenta como novedoso y rompedor se compadece con lo que se ofrece. Estuve viendo una función de “La otra bestia” y estaba la Nave10/Matadero llena, principalmente por mujeres jóvenes, asunto que debe considerarse como muy importante. La respuesta de agrado de todas a la obra de Ana Rujas fue directa y esplendorosa. En cambio, yo sentí que acababa de ver una historia con el triángulo amoroso de siempre, contado en primer persona por Ella, pero que en el fondo lo que me llegó es que nada ha cambiado, que la estructura familiar dominante se reproduce con variantes circunstanciales y que hay condicionantes sociales casi imposibles de mover. La puesta en escena me pareció plana.
Llevo décadas asombrado por la evolución del. Circo en todas sus formas y transformaciones. Hay un flujo creativo en todo el mundo que nos proporciona espectáculos realmente fascinantes. La escuela rusa sigue siendo una fuente de inspiración asombrosa. En el festival de Circo de Teatros del Canal “Riesgo” asistí a un representación de “Rêves” del Cirque Inshi, formado por exiliados ucranianos en París tras la invasión rusa y solamente puedo transmitir la admiración por esa perfección, por esa simbiosis casi perfecta entre la coreografía de cuerpos y objetos, la música que contextualiza junto a una iluminación simbiótica y la ejecución preciosista de seis jóvenes atletas, danzantes y acróbatas y algunos números de malabares hipnóticos.
Me sigue pareciendo una labor importante muy poco reconocida la existencia de las salas pequeñas, independientes, con programaciones salpicadas de aciertos e ilusiones y cuando me acerco a alguna de ellas y las veo llenas, me lleno de energía positiva. Me pasó el domingo en la Sala Tarambana. El sábado en el Umbral de Primavera.