Incendiaria en combustión

Las puertas del no

El rumor Electra. El ruido Electra. El trueno Electra. La puerta Electra. «He ahí mi puerta, la puerta del no partir», dice la Electra de Virgilio Piñera en la obra «Electra Garrigó», obra por la que se considera a Piñera creador del teatro del absurdo en Cuba y de la que en este 2011 se celebra el 70 aniversario de su escritura.

La puerta del no partir de Electra es la puerta en negativo que no abre ningún camino ni tampoco lo cierra pero guarda un universo único. Y ese universo es la respuesta del autor a la búsqueda de una salida a una realidad aplastante. La misma respuesta que daba cuando el personaje de Luz Marina en «Aire Frío» afirma: «Aunque sea una estúpida, me paso la vida buscando una salida, una puerta, un puente» o la conclusión de Laura en «Las escapatorias de Laura y Óscar» al espetar: «La única salida es hacia otra ratonera». La respuesta es que no hay salida. La respuesta es: que no.

Electra-el personaje de tragedia, tal y como la denomina Clitemnestra Pla en la obra de Piñera. Electra-la hija. Electra-la hermana. Electra-la vengadora. Electra-la estratega. Electra-la no diosa. En «Electra Garrigó» el dramaturgo cubano despliega los roles de Electra en un texto que despieza el clásico griego a golpe de ambigüedades y analogías; con el que se aborda la cuestión de la educación y en el que se propone la ruptura con lo aprendido, con lo asumido y con el pasado. «El asesinato de los padres por los hijos como única forma de liberación real es en la década de los 40 una inteligente manera de afirmar la necesidad de cambiar la vida, destruir el pasado, desmitificar la estructura familiar como reflejo de una falsa realidad social», señala el crítico Rine Leal.

El juego teatral, la fusión de planos de realidades y de ideas, la mezcla de géneros, la ruptura temporal, el distanciamiento de los personajes de sí mismos, el flirteo entre lo trágico y lo cómico, entre lo universal y lo local, entre lo existencial y lo absurdo…todo ello se sucede en esta primera obra teatral de Piñera, de quien me gustaría rescatar su estética de la negación. La negación con la que Vicente en «El no» asegura que «el único modo de afirmar mis principios era diciendo no». La negación que se hace presente también en esta Electra Garrigó cuando invoca a los no-dioses o cuando presenta la ya mencionada puerta del no partir.

Es negarse para afirmarse. Es negarse a la precariedad para ponerla de manifiesto y vencerla. Es negarse a lo ridículo para ponerlo de manifiesto y vencerlo. Es negarse a la mendicidad para ponerla de manifiesto y vencerla. Es negarse a aceptar para rechazar lo inaceptable, negarse a construir para no destruir, negarse a aparecer para no desaparecer. Negarse con obstinación y empecinarse aún a falta de estímulos y facilidades. «Sigues la tradición y eso no me gusta. ¿No te he dicho que hay que hacer la revolución?», le dice el Pedagogo a Electra. O nos obstinamos en el cambio o seguimos buscando que alguien nos abra una puerta en una pared sin puerta. Pero esto último ya es Pessoa y eso ya es otra realidad.

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