Rebel delirium

LIFT (III) Teatro documento

«100% London» es una pieza de la compañía Rimini Protokoll (Helgard Haug, Stefan Kaegi, Daniel Wetzel) que se pudo ver durante 3 días dentro de la programación del LIFT festival, concretamente en el teatro Hackney Empire. El título de la obra cambia en función del lugar donde se representa, de este modo ha habido «100% Berlín», «100% Norfolk», «100% Zúrich», etc. Se trata de un retrato de la ciudad, narrado por 100 personas que representan estadísticamente la comunidad, en este caso los 7,8 millones de personas que viven en Londres. Las 100 personas son escogidas en función de l del censo del lugar y teniendo en cuenta 5 categorías: género, edad, etnia, barrio y unidad familiar.

El espectáculo empieza con una breve presentación de cada uno de ellos. Helen Franzese se presenta así: «Tengo pasaporte americano e irlandés, pero estoy muy vinculada con Inglaterra, nuestra hija pequeña nació aquí. Siempre votamos y pagamos nuestros impuestos. He traído esta medalla que gané en la competición de bailes irlandeses. Soy abogada. Antes de dedicarme a mis cosas, tengo que poner siempre los niños a la cama.» O Patricia O’Connell: «Soy católica y voy a la Iglesia cada domingo. Me gusta estar en forma, por esto he traído mi certificado de judo. Soy miembro de un grupo que defensa los derechos de la gente discapacitada en los transportes públicos. Una vez hicimos un vídeo y lo llevamos al número 10 de Downing Street. No pudimos ver al Primer Ministro. Soy un poco adicta a la televisión.» Y así los 98 restantes. Algunas descripciones son divertidísimas, otras no tanto, como la vida.

Luego el espectáculo sigue con una dinámica muy sencilla. Cada uno de ellos va lanzando una pregunta desde el micro: ¿Eres feliz con la vida que llevas? ¿Consumes drogas habitualmente? ¿Y pornografía por internet? ¿Has pensado dejar la ciudad en el último año? ¿Te consideras racista? ¿Crees en el amor a primera vista? ¿Has puesto los cuernos a tu pareja? El escenario está dividido entre «me» y «not me» y la gente va moviéndose de un lado para otro en función de lo que piensan. Entre el público, a veces, hay murmullo después de ver determinados resultados. ¿Has pensado suicidarte alguna vez? Empate. ¿Tienes una pistola en casa? Casi empate. Una de las preguntas dice, ¿Has mentido durante el espectáculo? La pieza tiene evidentes puntos de contacto con «Domini Públic», de Roger Bernat, aunque en aquella ocasión no había público, o más bien el público era el que respondía las preguntas. ¿Ganas más de 1.000 euros al mes?

«100% London» tiene momentos, pero la idea se agota pronto. La forma es innovadora, gente corriente en el escenario, padres con sus hijos, abuelos. Hay alguna sorpresa, pero poco más. La semana pasada comentábamos «Ciudades Paralelas», otro proyecto escénico de Stefan Kaegi y Lola Arias y desde entonces que no paro de darles vueltas a todo esto. Me declaro fan de los espectáculos no convencionales. El grueso de las programaciones los ningunea sistemáticamente y son importantes. El esfuerzo de investigación formal es más que notable y la transgresión que hacen de las liturgias habituales tendría que ser un valor más apreciado por los programadores. Pero, ¿la experimentación formal es suficiente? ¿Por qué no me satisfacen tanto como quisiera? Si hablamos de las temáticas, en este caso, ambos espectáculos se fundamentan en el valor documental. El material biográfico de los participantes es buena parte del espectáculo. Es la realidad llevada escena, y contada a través de los mismos protagonistas.

Creo que el problema es que analizo este tipo de espectáculos con los parámetros del teatro convencional y no tienen nada que ver. ¿Cómo pedirle magia, emoción, poética a una obra que es realidad y no ficción, a un actor que no es actor, a una escenografía que es la calle, o a una sala que no es oscura? ¿Cómo satisfacer una parte de mi intelecto si las historias que se cuentan no las ha escrito o vivido un escritor, sino que es mi propia biografía, o la de mi vecino, o la de un familiar, o sea, gente ordinaria? ¿Por qué ir a un hotel (Ciudades Paralelas) y conocer la vida de las trabajadoras de la limpieza? ¿Por qué no? ¿Por qué mirar a los pobres? ¿Por qué no a los ricos? ¿Esnobismo? ¿O dar a conocer el otro porque no tiene voz? ¿Es que tenemos algún tipo de complejo? Habrá más de todo esto.

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