Escritorios y escenarios

Los prejuicios de los unos y los prejuicios de los otros

En conversaciones y lecturas harto interesantes, desde mi punto de vista, me suelo encontrar con unas ideas que se enrollan sobre mí, cual abrazo de la serpiente. Se trata pues de esa pugna entre los dos modos de vida posibles para aquellas personas que se dedican al teatro. Una opción es convertirse en académicos, la otra en artistas, como si fueran opciones excluyentes. Como si en la academia el desarrollo de la creatividad se agotara. Como si el artista fuera incapaz de dedicarse a la formación.

La academia ante los ojos de algunos es un “lugar” de comodidad, de privilegios porque garantiza una “cierta” calidad de vida, que se traduce en un sueldo mensual. La vida del artista, por el contrario, está repleta de incertidumbre en términos monetarios. Algunas veces gustará la “obra”, o no, y algunas veces esa misma “obra” significará un ingreso de capital, casi siempre “simbólico”. Al menos así lo es en el territorio en el que vivo. Y aquí es cuando el asunto se pone divertido.

En nuestra sociedad vivir “exclusivamente” de la creación es casi un imposible. Y digo casi porque algunos, una minoría, lo logra. Sin embargo, muchos sabemos que conseguir una estabilidad económica a punta de creación de textos dramáticos o de puestas en escena es tan complejo, como retador y desgastante.

A muchos colegas los he escuchado afirmar que ni “locos” le entregarían su tiempo a la vida en la academia, y que prefieren la inestabilidad económica, la “libertad” en vez de “rendirse” a los pies de una institución. Otros, por el contrario, dicen que ni “locos” se lanzarían a una vida tan inestable e impredecible financieramente como la de un “artista” que ha de valerse de sus capacidades no solo como creador, sino como gestor. Sin embargo, algunos artistas acusan de cobardes a los que se dedican a la academia. Dicen que, los académicos son personas que se paralizaron ante la idea de enfrentar el mundo “real” ofreciendo algo construido a nombre propio.

Unos dicen que la vida en la academia es fácil, otros que difícil. Unos piensan que ser artista es fácil, otros que difícil. En definitiva, podemos desarrollar argumentos tanto a favor como en contra, sobre lo uno y lo otro. Pero y ¿si no se trata de cuál de estos modos de vida supone más coraje o comodidad?

Domingo 24 de marzo del 2024
Bogotá, Colombia.

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