Y no es coña

Mar y montaña

No está confirmado, pero probablemente la ganadora del Premi Born de 2024, la andorrana Elena Santiago García, sea la persona más joven que nunca ganó este magnífico premio dotado con catorce mil euros en metálico y la edición de la obra ganadora en los cuatro idiomas oficiales del Reino de España. En cuarenta y nueve ediciones, el palmarés refleja una nómina de autores y autoras que en su momento fueron desconocidos, emergentes, que apuntaban maneras y algunos son hoy figuras internacionales, pero en todos los casos es algo de una importancia superlativa al ser una iniciativa privada de una asociación ciudadana, el Cercle Artístic, de Ciutadella de Menorca.

La ganadora nació en Andorra en el año 1994, se formó en Barcelona como actriz, profesión que ejerce, e hizo cursos de dramaturgia y había escrito obras cortas, con aliento más doméstico hasta decidirse por esta obra magna titulada “El silenci” y que según sus palabras quería saber algo sobre la tierra en la que nació, por lo que, –este cronista no la leído todavía y habla de oídas–, se trata de conocer parte de la historia de ese pequeño país pirenaico del que tenemos todas las referencias tópicas y turísticas posibles para que parezca un lugar de leyenda aunque en el vivan personas de diferentes procedencias y niveles adquisitivos.

Es la primera obra larga que escribe, la primera vez que se presenta al Born y lo ha ganado. Esta circunstancia no habitual sucedió hace unos pocos años de la misma manera, primera obra y premio para Ruth Gutiérrez. En esta ocasión escrita en catalán, el idioma oficial de Andorra. Seleccionada entre ciento veinticuatro originales presentados, algo menos que en años anteriores y con sello de origen en siete países diferentes, porque este premio tiene mucha atracción para los latinoamericanos. Las obras a concurso se pueden presentar en español o catalán, así el año pasado lo ganó Miguel A. Rodriguez con “Y que nunca he llorado”.

Pues bien, el en acto de proclamación del premio de este año en el Teatre Born, tras la representación de “Casa Calores” de Pere Riera, la presidente del Cercle recordó a socios, socias, autoridades, prensa y jurado que este año el INAEM les había denegado la ayuda que recibían desde hace muchos años de once mil euros. El dato es demoledor, la argumentación expresada desde el INAEM es que no se trata de un festival, ni feria… Lo que, en términos absolutos, es cierto, no es eso, pero creo que es mucho más, porque además de la convocatoria del premio, en la últimas ediciones, se ha visto la obra premiada representada en producciones adecuadas, la edición de las obras en los cuatro idiomas es un acto inconmensurable, la semana anterior a estas fechas se organizan talleres, residencias, lecturas dramáticas y muchas otras actividades alrededor del Premi. Es decir, en el INAEM no se enteran o, simplemente, su deriva suicida es imparable.

Tendrá que saber este equipo actual del INAEM, que su acción no es de Madrid, para sus amigos de Madrid, que su responsabilidad es de un ámbito superior a su corta mirada, que el año que viene cumplirá 50 años el Premi, edad que no tienen algunos de los poco responsables de esa institución actualmente que se pierde en oscuridades e incapacidades. Pero el Cercle insistirá, buscará apoyos populares para seguir siendo, ojo al dato, el premio de literatura dramática mejor dotado y eso que tras estrecheces de hace décadas tuvo que rebajar la dotación de dieciocho mil a los catorce mil euros actuales.

Hay que celebrar y apoyar a los que trabajan de verdad por el Teatro de autor/a del estado español de manera voluntaria y con característica cultural, con proyectos que trascienden y señalar una vez más a este equipo actual del INAEM por su falta de criterios fundamentados más allá de su subjetividad, por la acumulación de errores, por la desfachatez de sus acciones y omisiones lo que nos hace sospechar que algo malo acontece en entre esas paredes agrietadas y que no hay que levantar más conspiraciones, es una institución a la deriva que no cumple con casi ninguna de sus expectativas y que ejercen presión sectaria más que fomentan y apoyan las iniciativas ya existentes y que, seguro, les sobrevivirán.

Pero claro, esto sucede a orillas del mar Mediterráneo y gana esta edición una joven nacida en las montañas andorranas, radicada profesionalmente en Barcelona y que sueña con que en su país exista un Teatre Nacional de Andorra. En cuarenta y ocho horas de convivencia entre el ganador que termina y la ganadora que empieza hay tiempo para charlar, debatir, compartir experiencias, soñar mejoras, porque siempre surge un tema, no en Menorca, sino quienes nos movemos entre autores y autoras que escriben en castellano y que hace sospechar que en el Born se prima el teatro en catalán. Puede parecer, pero la estadística, la realidad, no se compadece con esta impresión. Otra cosa es encontrar la metodología ideal, para este y para todos los premios. Con ciento veinticuatro obras, un mini-equipo hace una fichas de cada y selecciona las que consideran mejores que son las que llegan al jurado y de esas sale una terna que, en una última votación sale la obra ganadora.

Juro que el jurado no conoce el nombre de la persona que ha ganado hasta que no se hace público. En este sentido la transparencia es total, pero es lógico que se pueda pensar que al ser una labor tan extenuante la de los lectores primeros, que deben hacer una ficha, se puedan colar obras que podrían ser ganadoras o, incluso, como ha sucedió, que, sin ganar, su recorrido posterior haya sido espléndido. O no ganar el Born y ganar otro premio. Este mundo es bastante cerrado, nos conocemos casi todos, sabemos de muchas anécdotas, podría existir de manera remota alguna posibilidad de que alguien filtrara algo a los seleccionadores, pero sería siempre algo insignificante y muy anecdótico que no influye para nada en el fallo final.

Yo he conocido a ganadores argentinos, murcianos, cántabras, madrileños, además, de esos nombres catalanes que son incuestionables como Josep Maria Miró o Lluïsa Cunillé entre muchos otros.

Larga vida al Premi Born. Cincuenta años son medio siglo al servicio de los textos dramáticos que se leen en los cuatro idiomas. Se merecen reconocimiento y premios, no desprecios institucionales.


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