Críticas de espectáculos

Mujer con Espejo, Rouge y Botas / El Rayo Misterioso (Trabajo Final del Taller de Crítica Teatral del Experimenta 4 Teatro)

Una Mira-da
Espectáculo: “Mujer con Espejo, Rouge y Botas”.
Dramaturgia y Dirección: Aldo El-Jatib Amato.
Intérprete: Mariela Sánchez.
Asistencia de Dirección: Natalia Miguel.
Asistencia Técnica: Maximiliano Arana.
Producción: “EL RAYO MISTERIOSO”.
Fecha y Lugar: “TEATRO DEL RAYO”, Rosario, Argentina, Martes 11 de Diciembre de 2001.
“El ver comienza a ser un obrar cuando es un esfuerzo por comprender.” Grotowski
Sucede en esta puesta con Dramaturgia y Dirección de Aldo El-Jatib Amato y actuación de Mariela Sánchez, que el ver no es un esfuerzo por comprender sino por destruir una “Cuarta Pared” que no está deliberadamente puesta para poner en evidencia los límites de la realidad ‘textual’. Es decir: los límites del texto espectacular que evidentemente ocurre en un tiempo real, con lo que esta separación ex profeso del espectador, con una caja negra que separa la escena dejando entrever lo que sucede a través de unas pequeñas hendijas=grietas que limitan la mirada cargando la escena con una diferencia de potencial que, como decía antes provoca el deseo de ‘operar’ algo, dado que el espectador es colocado en un lugar de voyeurismo en el que parece quedar entrampado a menos que elija no ver. La actuación es deliberadamente hipernaturalista, poniendo en evidencia lo que socialmente se trata de ocultar, es decir sobreexpresando la náusea, la resaca, la soledad, el deseo de morir, la tragedia de una existencia que es sacudida por el estar–siempre–disponible del personaje: la prostituta que no sólo tiene espejo, rouge y botas, sino también un arma, también barro y se desacraliza con un ‘bautismo’ o lavación que cae ‘llovida del cielo’ mientras su cuerpo no está en una pila bautismal sino en una mesa de sacrificios, dónde vemos transcurrir un interminable baño que no produce el efecto de purificar sino que, precisamente por la misma sordidez del personaje (su falta de valoración su degradación) no se renueva son esta sustancia ‘lavadora’ y venida del cielo sino que, por efecto del mismo diluvio, se anega y revuelca en el barro, casi llegando a una corrosión en la que no hay respiro. La sensación de ahogo que produce el encierro en el que se rompe la cuarta pared porque se rompe la convención al materializarla, carga de sentido al espectador que, en algunos casos se siente provocado a abrir más la grieta para pasar del otro lado.
Esta es una puesta provocante sin duda, más que por el cuerpo degradado, por la deliberada separación del espectador impidiendo tal vez, formar parte de este happening (digo esto porque la sucesión de acciones más que tiempos teatrales sucede en tiempos reales, lo que aprisiona al espectador sin respiro, tanto que por fin, se sale del espectáculo sin aplaudir, porque no caben las convenciones. Sin dudas un trabajo de fuerte contenido experimental, si por tal entendemos aquello que atraviesa amplificadamente nuestro himen.

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