Críticas de espectáculos

Mundopolski, extragedia y rebelión/Fábrica de Teatro Imaginario

La madera sin memoria
Obra: Mundopolski: extragedia y rebelión
Autores: Jon Gerediaga y Unai Garate
Intérpretes: Miren Gaztañaga, Na Gomes, Miriam K Martxante
Escenografía: Aritz Merino y Arkaitz Lasa
Vestuario: Asegiñe Urigoitia, Aida Ulibarri
Música: Aitor Agiriano
Iluminación: Oier Beongoetxea
Dirección: Alex Gerediaga
Producción: Fábrica de Teatro Imaginario
Hay una puesta en escena, unas imágenes que se suspenden en un espacio irreal, donde conviven personajes de carne y hueso, con cuerpos de maniquíes, dotando a la propuesta de una plástica que se va consolidando. Hay un estatismo en movimiento, esos aparentes deshechos de tienta de la vida tienen ruedas, van y vienen, pero los personajes se quedan quietos, o van y vienen como si también tuvieran unos resortes mecánicos para su movimiento. Parece que solamente una voz que narra, que eleva su yo, es quien nos puede dar alguna pista para andar por este laberinto, en donde la textualidad ha buscado unas resonancias rítmicas que las invita a un juego de rimas que acaban perdiéndose, es decir lo que parece que puede ser muy significante se va diluyendo porque es difícil mantener la tensión, y en la busca de la humorada, del gag verbal, se pierden muchas energías poéticas, o se transforman en simples apoyos sonoros, como si se intentase vaciar a la palabras de algún significado más allá que el referencial o circunstancial.
Hay formas, hay apuesta, hay depuración, la estética se nota, se ha logrado un delicado equilibrio entre lo que se dice y cómo se dice, acoplando incluso la expresión corporal a un lenguaje de signos que se complementa con la iluminación o la música. La interpretación está estructurada para servir a esta apuesta formal, y es un logro haber conseguido una puesta en común de los tres intérpretes para declamar en una misma frecuencia tonal, en hacer que las acciones surjan de una situación que se altera desde una especie de demiurga o de testigo de cargo, pero todo lo que parece que está buscado y encontrado se queda en una pequeña anécdota cuando no progresa, cuando se queda en un ejercicio de estilo, en un formalismo, porque ni el texto, ni las dinámicas de relación trascienden, se quedan en algo perdido en el mismo instante de suceder, las maderas, las evocaciones, las canciones no llegan cargadas la textura de la memoria, ni de paradigma de futuro, son una cata de un microcosmos que empieza y acaba sin mayores provechos comunicacionales.
Estamos ante una propuesta que evolucionará. Es un paso más de FTI, hay un mayor cuidado en todos los elementos, una distribución de funciones, y un espectáculo que escapa a la norma convencional, pero que está, en ese camino, quizás en un cruce de direcciones y deberán decidirse con la propia evolución si quedarse en este mimetismo o indagar hacia una búsqueda menos previsible.
Carlos GIL

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