Rebel delirium

Noches de circo (II): The Hangar

Los márgenes de las ciudades suelen ser espacios hábiles para el circo. En el caso de los circos en carpa, es aún más evidente, puesto que a menudo requieren de grandes solares (frecuentes en las afueras) donde poder montar la carpa, aparcar los trailers, las caravanas, etc. Aun así, Londres, al tener esos enormes parques en medio de la ciudad, tiene el lujo de poder albergar circos en carpa en el mismísimo Hyde Park, como es el caso durante estos días de los históricos Zippos Circus. Pero esto no deja de ser una excepción, y la realidad es que el circo continua siendo el hermano menor de las artes escénicas. Esto también se traslada en el plano espacial, o sea en el lugar físico que ocupan los espacios circenses en las ciudades, y la periferia suele ser su hábitat natural. Con sus limitaciones y sus problemáticas, pero a su vez, lejos del poder y del control institucional, en estos espacios se acostumbra a respirar un ambiente aventurero y de libertad.

«The Hangar Arts Trust» es un centro especializado en circo situado al sudeste de Londres, en la orilla del Támesis. El espacio se encuentra en una nave industrial, rodeado de otros hangares y fábricas. El elemento arquitectónico más sorprendente del entorno es la «Thames Barrier» (la barrera del Támesis), una estructura faraónica similar a un puente. Esta barrera se construyó para contener las aguas en caso de excepcionales mareas altas o repentinas subidas del río y evitar así la inundación de las zonas más céntricas de la ciudad. Como es natural, normalmente la barrera no está bajada y el agua fluye con normalidad, pero aún así, la estructura que la conforma es bastante espectacular. El efecto es mayor si se tiene en cuenta que en este punto el río es muy ancho. Otros vecinos singulares de este centro dedicado a las artes circenses son unas instalaciones para la práctica de los cars (muy acorde con el paisaje), un par de pubs de mala muerte y un café, al que no pudimos entrar porque era de noche y estaba cerrado, pero que tiene muy buena pinta. Se llama «The View Cafe», y está situado frente a la orilla del Támesis, con maravillosas vistas al skyline de Canary Warf. Sin duda, un buen sitio para los amantes del paisaje industrial y de su estética tan particular.

Llegar a «The Hangar», el sitio para el cual habíamos comprado un par de entradas, fue una auténtica odisea. A parte del frío que hacía y de lo oscuro que estaba todo, fue bastante difícil encontrar el espacio entre tanto polígono. Por suerte, me acompañaba Teo Peiró, un ilustrador de Barcelona que había venido a pasar unos cuantos días a la ciudad. El tipo vino básicamente a patearse todos los museos y centros expositivos posibles, empezando por la exposición monográfica dedicada a Gerhard Richter en la Tate Modern. Imperdible, por cierto. Durante el rato que estuvimos para llegar al espacio, nos acordamos de las monumentales obras que acabábamos de ver de Anselm Kiefer, otro artista alemán contemporáneo, que se exhiben durante estos días en la galería White Cube, cerca de London Bridge. Los paisajes ferroviarios de las inmensas telas de Kiefer y su amor por los espacios abandonados que el pintor reivindica como talleres de creación, parecía que nos acompañaran durante el trayecto.

Finalmente llegamos. Nos recibió Vicki Amedume, artista circense y directora de la compañía Upswing. De hecho, no podía ser otra. En la columna de la semana pasada, ya intuíamos que esa mujer tenía que ser una institución en la movida circense de Londres, y por lo que parece, estábamos en lo cierto. Amedume actúa de día, por la tarde dirige un espectáculo, a la mañana te la encuentras vendiendo entradas en «The Albany» y por la noche presenta una gala. ¡Puro circo!

En «The Hangar» reconocimos el mismo espíritu que se respira en el Ateneu Popular de Nou Barris o en la Makabra (hoy desaparecida), por nombrar dos espacios de la Barcelona más oculta. Alex Frith, director de la compañía «Aircraft Circus» que es la que gestiona el espacio desde el año 2002, presentó el trabajo de los alumnos que íbamos a ver. Nos dijo que el perfil de los estudiantes de la escuela es muy diverso: desde gente que está en vías de profesionalización, hasta personas con problemáticas severas para quienes la práctica del circo es como una alentada de aire puro en el gris de sus vidas. Vimos los trabajos de los alumnos más avanzados y la verdad es que el nivel era más que considerable. La crudeza del espacio enfatizaba el riesgo. La selección musical que acompañaba a cada número era excelente y esto contaminó a una grada ya de por si entregada y abarrotada de familiares y amigos.

Londres tiene la mayor y la más prestigiosa escuela de circo de toda Inglaterra, «The Circus Space», que otorga títulos oficiales y es un referente europeo dentro del sector. Pero como en todas las grandes ciudades, también tiene una escena off, en este caso bastante potente y de calidad (y esto sí que por desgracia no siempre es habitual). Que la ciudad conserve espacios como «The Hangar» demuestra una inteligencia y una madurez que aplaudimos y que a veces echamos en falta en latitudes más meridionales.

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