¿De qué sexo es la palabra?

Obscenidades públicas. Ritmos privados

Facebook.Ese campo sin censura donde la ficción y lo real se dan cita sin establecer fronteras claras. Morderse el pasaporte, dejar que las miserias y las luces aparezcan con la misma jerarquía, rapidamente.

Laboratorio de vanidades, esfuerzos, levantes evidentes, espacio de investigación humana sin salir de casa, ni de la cama muchas veces.

Como un espiral sin alcohol, pero con el mismo efecto. Droga de ocasiones, circunstancia que crece y que se busca. No hay orden,ni clasificación, todos los bichos vienen juntos, no hay discriminación, los ángeles vienen de la mano de los más feos, los demonios toman el té con María Teresa y las rubias Cenicientas se rien comiendo churros. Vale todo. Es la aspiración democrática de la liberación expresiva de los pueblos, ahí, para que cada uno elija de qué quiere hablar, cómo, bajo que vocabulario, tema, estética y también…Ética. Sí, y acompañada de otra más peligrosa: libertad. Cada uno debe elegir, sin presión, sin multa, sin costo, y uno puede ver rapidamente como a algunos se les complica «elegir» y la velocidad de las oleadas se imponen, como cuando los medios nos invaden con una corriente cultural, o un producto determinado a ser adquirido, ¿nos salvamos en Facebook de la contaminación masiva ?

Aparecen los linchamientos y el sabor que genera el linchamiento, la delgada lÍnea entre sed de justicia, venganza o mezcla de frustraciones. El morbo por las fotos sangrientas es mayor que las peliculas porno, al ver consumo de lo real, en tiempo real y con sangre real. Se presenta como un nuevo reality mientras cada uno en su casa, cómodo, comiendo algo rico, dice: BASTA.

Pero como el tema me tiene absorta, también descubro un espacio de resistencia, pero no hacia otros, sino hacia uno, a veces el despliegue de tonterías sobre un mismo tema es tan viral como una enfermedad letal y todos se vuelven con una misma neurona, tiene un ritmo propio. Por otro lado, uno sube y baja en elogios y ataques, las interrupciones por privado con comentarios también avanzan. La velocidad del levante cibernético, me tiene en el limite de la risa, y aprendo, vaya si, aprendo a convivir, a ser tolerante con ese otro mundo enorme y diverso que se enreda en la cantidad de casas y corazones que tienen sus expectativas y donde el desorden y el apuro por ser feliz agota hasta el oxigeno que cada uno necesita a diario para vivir. Nos queda un poco mas de oxigeno, ¿Por qué el apuro si muy pocos saben a donde van? ¿Por qué no disfrutar la charla, el momento del diálogo, sin tener que llegar, a donde hayq ue llegar? Mejor una buena soledad digna y madura, bien llevada, que alimentar la torpeza plagada de lugares comunes.

El chat es mi entrenamiento preferido. Trabajo diálogos, descubro velocidades, darle tiempo, ¿cuántos parlamentos antes que caiga en el primer lugar común?

Hace un año tenía un ejecicio que me gustaba mucho, chatear con dos o tres a la vez, ahí me probaba yo, ¿qué capacidad de ritmo tengo? ¿Qué pasa con las respuestas, se pueden cambiar rapidamente de género, ser más arbitrarios en los diálogos realistas?Sin ninguna animosidad, me voy planteando distintos objetivos, como mantener interés sin arriesgarse, decir sin comprometerse , pero pocas veces uno se enfrenta con un mamífero que no sea básico y que quiera pasar a otro estadio.

Mamíferos en estudio. Jugar con ese canal que sos y representás, como personaje y persona, ese límite acordado, uno puede darse cuenta de los errores más evidentes.

En realidad la confrontación del diálogo expuesto, solamente el texto, sólo la palabra, despojada de la emoción, del gesto, de intención, el tono, hacen que el pensamiento se dirija al contenido, y rapidamente quede en evidencia quién usa el lenguaje y quién no.El invierno pasado quise ir hasta el extremo de lo Onettiano, ¿hasta cuándo puedo permanecer acostada con una compu, internet, y algún tinto ocasional?

La duda viene, y me hace compañía.Perderme hasta el final, días, sin salir, meses, lo máximo que pude concretar: tres meses sin salir a la calle. El placer del extremo, de la intensidad, es mucho más que irse a Nepal , drogarse o una cama colectiva.

Probar una situación simple y acorralarla. El ritmo y sus variables en lo personal, en lo colectivo y en lo teatral.

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