Sud Aca Opina

Pan duro y Circo televisado

Todos hemos escuchado y entendido el verdadero significado de la frase “Pan y circo”. La creemos relegada a los tiempos del circo romano donde el Cesar de turno intentaba manejar estas 2 variables para mantener el apoyo del pueblo hacia su persona.

Hoy en día, muy a pesar nuestro, si bien es cierto la figura del Cásar, emperador absoluto de un gran reino ya no existe bajo esa denominación, presidentes, dictadores y gobernantes varios, se rigen bajo la misma frase a manera de mandamiento divino. Es más, se ponen de acuerdo entre ellos para mantener al pueblo tranquilo.

Si bien es cierto la vida de los gladiadores contemporáneos no depende del omnipotente pulgar de su emperador, los deportistas de elite, esos capaces de vender a adolescentes, con su sola imagen zapatillas más caras que el sueldo mensual de sus padres, pueden ser asesinados cruelmente a través de las redes sociales. Antes bastaba la estocada de una pesada espada justo en el corazón y la agonía del perdedor terminaba de inmediato. Hoy en cambio, el asesinato digital es infinitamente más cruel, pues el victimario invisible va aniquilando lentamente la auto estima de su víctima, y con ello, a todo su entorno social inmediato.

Por supuesto el César nunca se ensuciaba las manos con sangre y hoy, los propulsores de una política de aniquilación, sobre todo a través de la propagación de fake news, si es que aparece, lo hará siempre en segundo plano. Claro que a la hora de cosechar los frutos del júbilo de su pueblo por supuesto estará en primera línea.

Al menos en los países llamados, desarrollados, nadie se muere de hambre y en los países en vías de, solo unos pocos, mientras que en los países subdesarrollados, las costillas a flor de piel de niños desnutridos comiendo moscas, son una imagen frecuente. A los 2 primeros, pareciera que el asunto del pan está relativamente resuelto y para los terceros, se les da circo.

Las olimpíadas, cualquier tipo de campeonato mundial de lo que sea, claro, en función de los gustos de la fanaticada, no son más que circo para silenciar el crujir de tripas famélicas.

No quiero desmerecer el enorme esfuerzo de los deportistas profesionales que se ganan la vida haciendo lo que hacen, sobre todo porque su vida útil como deportistas de elite es muy corta y si bien es cierto ganan sueldos multimillonarios, esas son migajas comparadas con lo que ganan quienes están detrás de la organización de tales eventos, ya sea en dinero, o quizás lo más importante, en términos de imagen.

Bajo el gobierno de Adolf Hitler, en 1936, ad portas de la segunda guerra mundial, en Alemania se organizaron los juegos olímpicos, bajo la dictadura del argentino Rafael Videla, se organizó el mundial de futbol de 1978, Vladimir Putin, en 2018, logró otro mundial de futbol en su país, para distraer la atención sobre su política sistemática de envenenamiento a opositores con substancias radio activas, y por último, el Emir de Catar, Tamim Bin Hamad Al Thani, organizó el reciente mundial de futbol de este año 2022 y al menos por unos días, parecieron olvidarse los derechos pisoteados de las mujeres prisioneras tras un velo.

Ninguno de estos cuatro es santo de mi devoción, pero es evidente como cobra sentido esto del “Sport wash”, un lavado de imagen a través del deporte, o lo que es lo mismo, distraer al pueblo con algo de circo.

Obviamente todo este escrito, no son más que elucubraciones sobre una realidad que ha existido, existe y seguirá existiendo.

Aun así, estoy tranquilo, porque ya tengo suficientes cervezas frías en el refrigerador y un par de paquetes de papas fritas como para ver el partido de mañana sin que nadie me moleste.

Ave César.

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