¿De qué sexo es la palabra?

¿Para qué sirve el teatro?

En estos días Montevideo vivió un robo a un local de correos con enfrentamiento entre policías y delincuentes. Dos de los delincuentes eran menores de 11 y 13 años. 11 años es una edad que retumba en la cabeza. En el enfrentamiento murió un polícia y dos están graves. A partir de este hecho como suele pasar en los últimos tiempos, las redes sociales generaron opiniones que ningun escritor hubiera podido imaginar. Es lo que tiene la impunidad y la catarsis de internet: ese micrófono abierto donde no hay costo en el insulto. Yo me preguntaba, ¿por qué toda esa energía emocional, ese enojo, esa rabia, no se usa al revés?

No hay pienso sobre eso. Ese es mi recorrido.

¿Qué tiene que ver todo esto con el robo y las muertes?

Uno siempre fantasea que la sociedad ideal sería aquel lugar donde cada profesión funcionara y sirviera para todos y todo. Y que todos entendieran que nos necesitamos, que cada uno aporta algo único e imprescindible. Lamentablemente eso no sucede, y nadie sabe por qué, (sí se sabe)porque resulta un razonamiento siemple y obvio que en la práctica se desprende solo.

Uno cuando elabora un proyecto artístico cuenta con una diversidad de materiales: los propios para la creación: texto, actores, espacio, sala, técnicos, algo de dinero, sino se hace con nada, producción, comunicación, y se establece el tiempo, se acuerda entre el equipo.

Pero en el proceso se agregan cosas insustituibles: los sentimientos. Todos se vuelcan, todos se ponen a producir, no importa si es conflictivo, negativo, o luminosos. Los sentimientos, las emociones son parte de la cantera, y son los que tiñen y crean el ambiente que dará singularidad al proyecto. La marca. La temperatura, el estilo, lo que otros denominarán: el lenguaje.

Ese lenguaje también es un lenguaje social y político. No hay lenguaje cultural sin lenguaje personal, sin lenguaje político y no hay sociedad sin lenguaje cultural. No estamos separados. No estamos aislados. No nos formamos en un solo lugar, no pensamos solamente desde un punto de vista. Las cosas no tienen una única salida. Eso es lo positivo de esta época.

Lo teatral, lo artístico, cada vez se adentra en lo otro, en el otro, cada vez creo más que cambia el mundo en la medida que rompe la frontera de lo establecido, me refiero a : para qué sirve, a su utilidad concreta, ¿cuál sería la utilidad del teatro hoy en la sociedad?

¿Puede responderse esa pregunta? Elijo y me quedo con ese verbo que nos ha desprestigiado tantas veces: utilidad. Ahora elijo elegirlo. Sirve. Sirve para poner a producir los sentimientos, esa cantera donde a veces sólo se amontona odio, resentimiento y bronca y nadie sabe qué hacer con tanta ira, con tantas heridas generacionales. Hay que ponerlas a producir, el teatro es un gran lugar de transformación.

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