El cofre de la memoria

Peter Greenaway. Un artista del siglo XXI

Peter Greenaway esconde detrás de su gesto adusto un hombre de exquisita sensibilidad y personalidad multifacética: pintor, escritor, poeta, dramaturgo, publicista, cineasta, un artista. En la entrevista realizada con motivo de la presentación de su instalación denominada Peter Greenaway, cine y pintura, ubicuidades y artificios, organizada especialmente para México, habla de su cine, de su relación con la pintura y las nuevas tecnologías que utiliza para realizar sus películas. El director de The Pilow Book presentó más de 300 cuadros entre bocetos, carteles, esquemas de guiones, fragmentos de los mismos, y una selección de escenografías de sus filmes, como la biblioteca de The Prosperos´ Book, sin excluir una retrospectiva de todas sus películas y cortometrajes.
A Peter Greenaway se lo conoce específicamente como cineasta. Sus filmes son un fenómeno creativo difícil de explicar, provocan rechazo, repulsión, y cierto agobio por obligarnos a transitar por un laberinto cercado de trampas, en el cual entrelaza horror, amor y belleza. Sus películas son tan polémicas como lo es también su personalidad, en la que conviven el pintor y sus adláteres, el escritor, el director teatral, el cinematográfico y otros personajes que va sacando como as de su manga cuando las circunstancias no le agradaban. Hombre de exquisita sensibilidad se mostró fascinado por el mundo azteca y maya y la cultura de sincretismo que convive en México desde hace 500 años.
En el Museo Rufino Tamayo en el Distrito Federal de México presentó la instalación denominada: Peter Greenaway, cine y pintura, ubicuidades y artificios, en la que el concepto estético partía de una mirada diferente, el hombre su entorno y su relación con los objetos. Durante la inauguración de la exhibición Peter Greenaway explicó: “Los objetos de esta colección abarcan más de 20 años de producción y cumplen diversas funciones. Son a veces, como en el caso de los mapas de A.Walk Though H, objetos utilizados en mis películas. Pueden ser evidencias de situaciones impracticables. En ocasiones como sucede con los dibujos relacionadas con Drowning by Numbers, representan la prolongación de ideas planteadas en una película, pues me resulta difícil desligarme de ellas. En otros casos, los dibujos constituyeron mi respuesta a un comentario o a una crítica del público sobre algunas de mis cintas. Finalmente existen esas obras que, ostentosamente, solo hacen referencia a ellas mismas, aunque me cuesta trabajo creer que algo exista en esta posible vacuidad”.
Pinceladas de un cineasta Peter Greenaway en otro momento de su alocución expresó: “Estoy convencido de que las actividades de los pintores han creado ideas filosóficas muy importantes que, a su vez han permeado múltiples actividades del entorno cultural. Se me ha acusado, infinidad de veces, de realizar un arduo esfuerzo para restablecer la visión del siglo XVII y XVIII, pero en realidad mi corazón está en función de lograr que esas imágenes modifiquen y disparen la imaginación en el siglo XX. Por otra parte el movimiento cultural y filosófico en este siglo, en términos de pintura, dio origen a interesantes ideas y ha admitido influencias importantísimas si consideramos corrientes como el cubismo, surrealismo, minimalismo, conceptismo, y lo que hemos denominado posmodernismo… ( hace un alto y sonríe con ironía para agregar) En realidad esa tendencia nos ha acompañado subterráneamente desde el siglo XV… Todas esas grandes corrientes y movimientos fueron creados principalmente por pintores y por la pintura. Quiero aferrarme a esas tradiciones en términos de extender la imaginación visual y llevarla hacia imágenes en movimiento, el cine”.
Con la distancia típica de los intelectuales ingleses muy seguros de su conocimiento indiscutible en este caso, accedió a conceder entrevistas que a la vez limitó a sólo a aquellos que pasaran algo así como un examen sobre plástica y plásticos. Era más importante ser conocedor de ese mundo que ser un entendido en sus películas. Aquellos que no cumplieron con estos requisitos de conocimiento fueron rechazados ácidamente o sus entrevistas duraban menos que un suspiro, una pregunta o dos y fuera.
Esto limitó a la prensa mexicana que poco se acercó a él por temor a su impetuosa soberbia. El haber estudiado pintura y conocer de veladuras, transparencias, perspectivas, cuadrículas, espacio, lenguaje formal, equilibrio, desequilibrio, y algún que otro teórico de la plástica, me permitió mantener un diálogo fluido y extenso con otro Peter Greenaway que dejó su arrogancia de lado, replegada, en silencio, que no distraída. Internamente se lo agradecí mucho, pues temía con horror ser víctima de sus tan comentados desplantes.
Me recibió en medio del salón donde se había ubicado la escenografía de la biblioteca de “The Prosperos´ Books”. En ese espacio parecía alto, muy alto. Esa imagen me recordó la escena del encuentro de Hitler y Mussolini que Charles Chaplin ideó para el filme “El Gran dictador”, salvando distancias.
Sus ojos inquisidores, vivaces y profundos, su el cabello canoso cortado a rape, como muchacho que va a la milicia, y “siempre denegro hasta los pies vestido” diría Machado, me trajo a la memoria la cabeza de un emperador romano. Me saludó con simpatía y con un gesto indicó que me sentara en un confortable sofá café, hizo lo mismo en otro semejante instalado frente al mío. Al preguntarle sobre su cine, respondió, luego de arrellanarse en el sillón: “Para quienes hayan visto algo de mis producciones fílmicas sabrán que mi imaginación de pintor continúa trabajando muy arduamente en ellas. En esa área siento que puedo expresarme con tranquilidad y comodidad, porque estoy en un terreno que me pertenece… Me siento cómodo también cuando hablo con pintores, críticos de arte o teóricos en artes plásticas. En realidad prefiero hablar con especialistas en arte, los cineastas son aburridos y sólo tienen tres o cuatro temas puntuales de conversación. Mis intereses están relacionados con los conceptos de espacio, composición, lenguaje formal y abstracto, tiempo, organización, y escritura, que muchos directores de cine desconocen por completo. Pintar y hacer cine son formas de manipular caligrafías. En algunos casos pueden tener iguales planteos y objetivos, aunque el proceso parta de escrituras diferentes. Creo que es un serio problema y una vergüenza que los cineastas rápidamente comiencen a realizar producciones fílmicas sin tener antecedentes visuales fuertes. Si yo fuese dictador sugeriría, mejor dicho ordenaría, que todos los que quieran hacer cine pasaran tres años estudiando técnica de la pintura, y pintando, antes de que se le permitiera tomar una cámara para filmar”.

Peter Greenaway
Peter Greenaway


–Quiere decir que para usted no existe un director que sea capaz de jugar plásticamente con la cámara y crear un producto bello que en sí mismo sea a la vez que cine una obra de arte…
–Creo que, hasta cierto punto, por momentos en que gana el pesimismo, no hemos visto todavía ninguna producción buena de cine. Lo que se ha visto son cien años de texto ilustrado como el de Scorsese o Spielberg o Tarantino o Bertolucci. Por lo tanto tenemos un cine que predominantemente habla de textos y no de imágenes. Eso no es bueno. El cine se supone que debe ser un medio de imágenes independientes y con frecuencia no lo es. Es importante que los cineastas, que estén en cualquiera delas áreas: experimental, cortometraje, largometraje, documental o antropológico tomen en cuenta y mantengan un estrecho contacto con lo que es la realización de imágenes dentro de la cultura occidental que parte del plano como friso a la manera bizantina, para luego internarse en el volumen, la perspectiva y la forma. Tanto el público, porque no está educado, como los cineastas son cómodos en materia de cine, se manejan por fórmulas, si éstas funcionan las repiten hasta agotarlas. Pienso que el cine merece algo más que eso de alguien que dice llamarse creador. Me impresiona un elemento curioso alrededor de esto que consideramos nuestro universo, en general casi todas la personas lo último que hacen antes de acostarse es ver una película en el televisor ¿no es desastroso? ¿Qué pensamos que es el cine? ¿Es tan sólo un vaso de leche para irnos a dormir?, claro que no, es algo más importante y serio que ese valor que se le asigna y espero que exista un público de cine, o cineastas, que aspiren a algo más creativo para recibir el próximo siglo. Cuando digo creativo me refiero a crear imágenes que a la vez provoquen en el espectador nuevas visiones y abra caminos por los que los sentidos puedan transitar sin interferencias.


–Usted está hablando , evidentemente del cine estadounidense que domina todos los mercados y es un cine comercial en el cual predomina la violencia, el sexo, lo catastrófico o sensacionalismo, salvo excepciones como el cine independiente o el de New York o Canadá que intentan abrirse camino con otro tipo de producciones. Pero detrás de su cine también existe una violencia encubierta que va más allá de la imagen, del texto y la interpretación de un actor…
–Lo importante es tener distintos tipos de cine, tantos como sea posible. Que yo pretenda otro cine no quiere decir que ése, del cual hablamos no exista. Por otra parte es cierto que hacia el final del siglo XX el individuo está más interesado en el sexo, la violencia y el sensacionalismo que en el amor y la belleza y en ese caso no importa cuál sea nuestra posición frente al mundo o cual nuestro punto de vista moral, así están las cosas. No nada más esto sucede en el cine sino también en el teatro, la televisión, hasta cierto punto en la fotografía y también en la pintura. Creo que hay muchas razones para ello y podríamos hablar ad infinitum al respecto. De hecho, si yo pudiera tomar una de esas razones, tan sólo una, para discutirla más abundantemente, veríamos que a su vez derivaríamos en otra serie de circunstancias que tampoco satisficieran nuestra necesidad de conocer la raíz. Creo que existe una gran ansiedad y un gran temor a los conceptos que trae la nueva tecnología. Existe un miedo inconsciente hacia las máquinas y lo sofisticado. Se piensa que esto puede generar un área dónde no vamos a tener un lugar a donde llegar a la vez que creará una diferencia en nuestro propio ser físico. Muchísimos artistas se encuentran trabajando en ese campo y se hallan muy comprometidos en las discusiones que hablan de la vulnerabilidad del cuerpo. Creo que esto tiene que ver con la ansiedad que poseemos por tener que llevar nuestro cuerpo más allá de los límites para saber quiénes somos desde el punto de vista físico. Considero que esto es necesario para asegurarnos de que existimos y hay veces que se llega a extremos, a situaciones que ya agotaron todo. Otras veces no nos queremos arriesgar. Los artistas están muy preocupados por cuestiones sexuales y de gran sensibilidad. Discuten, hablan y en algunos casos se pontifica con respecto a nuestro interior visceral y físico y como nos relacionamos con el mundo circundante en las diferentes formas de sadismo y masoquismo que un grupo de artistas practican en sus propios organismos, para experimentar. Esto es un fenómeno y un problema que permea en todas las capas de la sociedad, sino baste con mirar la televisión y se comprobará el número increíble de asesinatos diarios en el mundo o la mutilación horrorosa de otro centenar de personas. Es difícil, claro, el poder discutir estos temas con una sensibilidad tal que nos permita comprender los reclamos morales. Y es muy peligroso, me imagino, tratar de viajar como lo hago yo a lo largo de un precipicio que tiene que ver con la responsabilidad que conlleva la violencia y no caer en el abismo que generara una cierta forma de publicidad. Es decir que no nos sintamos gratificados con la agresión. Estoy de acuerdo con usted de que solo hay dos temas: el sexo y la violencia, principalmente. Pero creo que existe un tercer tema, usted sugirió el dinero, y pienso que el dinero fácilmente puede convertirse en sexo y violencia. No podemos separar esos dos conceptos ni evitar cualquiera de los dos para llegar al otro ,indiscutiblemente están unidos. Estamos viviendo en un mundo que es final de siglo y final de milenio, en una época exhibicionista en donde tocan fondo todos los valores. Creo que todos somos responsables de esta nueva realidad. En mi caso yo soy responsable de que estos temas estén presentes en mis producciones fílmicas. Mi manera de trabajar tiene que ver con la intimidad y en la manera en que organizamos nuestras vidas. Quiero decir que somos productos de aquello que generamos o fabricamos.

Beatriz con Peter
Beatriz con Peter


–En sus filmes es recurrente el tema de la muerte… ¿Por qué lo obsesiona?
–El sexo y la muerte a pesar de ser dos temas diferentes, aparentemente, están íntimamente ligados. Principio y fin, alfa y omega, cielo e infierno son conceptos que se repiten sistemáticamente en todas las actividades que nosotros llevamos a cabo, no sólo en occidente sino en todo el mundo. La responsabilidad que tiene un artista, como he sugerido, es correr riesgos. Espero que la gente vaya a un restaurante y no sea testigo de un canibalismo. Pero observando esta imagen desde el punto de vista inglés muy irónico, esto sería un chiste de humor negro que continúa las líneas de Monty Picton al utilizar el cine como un vocabulario para hacer que todos crean en lo imposible. Con respecto a mi argumento en “El cocinero, el ladrón, su esposa y el amante”, creo que es una metáfora sobre el final del siglo XX . Pienso que cuando por fin hayamos comido todo aquello que existe en el mundo nos vamos a comer los unos a los otros. El cine que yo hago es, en gran medida, metafórico y yo pienso que los antecedentes históricos que posee México permiten al público entender profundamente esta metáfora, o por lo menos yo esperaría que así fuera.


–¿Usted habló de un cine sin guiones ¿es posible realizarlo?
–Lo que he dicho es que si quieren narrar historias hay que ser escritor y no cineasta. Hacer cine es un hecho visual. El cine posee condiciones más importantes que ser nada más que un medio de estimular la narración. Si un cineasta quiere contar historias que se convierta en escritor.


–¿The Pilow Book o The Prosperos´Book son películas que tienen que ver con la escritura?
–Las nuevas tecnologías que se están creando alrededor del mundo proporcionan a los múltiples artistas diversidad de herramientas y vocabularios para progresar en el territorio de la creación, tomando aquello que está disponible en la tecnología para poder avanzar. Quien no lo hace está perdido. Yo sugeriría que el cine que básicamente está organizado como parte de la cultura moderna y en gran medida ha seguido la estructura de California en donde los realizadores están sujetos a lo que denominó “cuatro tiranías”. La tiranía del texto: ya he dicho que me interesa un cine de imágenes. La tiranía del actor: el cine no es un campo de juego virtual para los egos de los actores y las actrices. Tenemos que cambiar nuestra relación con los mismos. La tiranía del marco o del cuadro: la organización de nuestra visión del mundo es desde la perspectiva del Renacimiento, desde un solo punto de vista, así nos han educado. Actualmente, y por fortuna, la mirada de los artistas es multidireccional, predomina el marco en la pintura. En la parte intermedia del siglo XX ha recuperado mayor importancia esa mirada y eso lo podemos comprobar en la ópera, en el teatro y en el ballet, también ha influido en el modo de realizar cine y en la manera de organizar la televisión. Ya llegó el tiempo en que se explore la palabra y se pueda jugar con ella como si fuera una imagen, ese fue el caso de The Prosperos´Book, en cambio en The Pilow Book trabajamos con las nuevas tecnologías de computación. Los franceses con frecuencia nos han dicho, que el mundo no sencillamente existe en cuanto a lo que está frente a nosotros sino que es todo lo que nos rodea y las antiguas tecnologías tienen que alinearse para considerar estas nuevas ideas. La cuarta tiranía, es la más difícil de comprender, es la de eliminar la cámara. La cámara nos recordará cuan extraordinario, fascinante y peligroso es el mundo de fuera. Pero siempre debe recordarnos que el cine no es tan fascinante, ni tan emocionante ni tan peligroso como ese mundo que representa. Picasso dijo que él no pintaba lo que veía, sino que pintaba lo que pensaba. Eiseinstein, que para mí es el mejor realizador de todos los tiempos, fue a California camino a México, en ese traslado conoció a Walt Disney y dice que es la única persona que hace cine. Picasso y Eiseinstein desde ópticas diferentes sugieren que debemos hacer un cine que se inicie de cero. Un cine que se refiera a aquello que podemos pensar, no sobre aquello que podemos ver mediante la cámara. Soy muy optimista en cuanto a lo que viene en el futuro. Me gusta pensar que yo me encuentro en la posición de investigar estos problemas actuales e intento producir cambios a través de mis películas. Busco el modo de organizar esas tiranías para poder deshacerme de ellas, lograr la utilización con libertad de las nuevas herramientas y así crear el cine del nuevo milenio. The Pilow Book fue realizada íntegramente en computadora, me permitió jugar con las relaciones de color, manipular imágenes, proporciones y utilizar múltiples pantallas. Creo que si hubiera editado la película siguiendo el canon tradicional, no hubiera podido realizarla. Por otra parte se trata de un relato japonés del año 1000 que finaliza en el 2000. Me interesó establecer esa simetría porque todos estamos pensando sólo en un fin de siglo y para mí era importante llevar un inventario prolongado y anticipado de final del siglo XX. Mi próximo filme será realizado en el sistema de multimedia, sin título aún, pero durará entre seis y ocho horas. Estoy preparando también la regie de una ópera y trabajo en los bocetos de mi próximo filme que será el inicio de una nueva trilogía que tiene que ver con la historia. Todos están preocupados por celebrar los 2000 años del nacimiento de Cristo y ahora sabemos que cristo nació en el 86. Como podemos observar la historia continúa siendo números. los números son una construcción, un juego que nos domina y en algunos casos devora.
Beatriz Iacoviello

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