Rebel delirium

Política y Cultura

«En Catalunya 300.000 personas trabajan en el ámbito de la cultura. La mayoría de ellas no estarán atentas a nuestras decisiones pero sin duda les afectarán». Estas palabras las dijo el conseller de Cultura Ferran Mascarell en la presentación de los presupuestos en esta materia en comisión parlamentaria el pasado 30 de junio. Me gustaría resumir brevemente lo que se dijo en dicha sesión porque me parece importante, y porque ya que somos tantos, a lo mejor a alguien le interesará. Pido disculpas por el formato de noticia de esta columna. En la parte final comento mis impresiones sobre el debate.

Mascarell hizo una larga exposición en la que remarcó algunas ideas claves. Empezó diciendo que «uno de los orígenes del mal de las políticas culturales públicas que se han desarrollado en los últimos años es que se ha dedicado el 95% del gasto en creación, y se ha tenido muy poco en cuenta la distribución y la creación de mercados. Si ahora preguntamos a cualquier creador cuál es su principal problema, nos dirá que no sabe cuántos bolos tendrá para el verano y menos aun en otoño. El creador no tiene problemas de creatividad (que es  hacia donde se han dirigido los recursos), el creador tiene problemas de comercialización de su actividad». «Los procesos de enlace -decía el conseller- entre creación, producción y distribución están mal engrasados en este país». Mascarell también dijo que «hay que modernizar la estructura pública y reordenar la estructura administrativa». Las políticas públicas actuales, según Mascarell, «aportan a Catalunya menos de lo que deberían aportar porque están demasiado fragmentadas y compartimentadas». También decía que había que tener «menos objetivos, pero más precisos y más rendibles». La internacionalización es una de las obsesiones del Mascarell y fue una de las cuestiones que apuntó como eje clave para los años venideros.

En lo que se refiere a las artes escénicas, Mascarell dijo que «el sector necesita convenios trianuales con los agentes: no se puede trabajar año a año». También dijo que habría que buscar «nuevas herramientas de financiación a parte de las subvenciones». El circo y la danza, según el conseller, son sectores «débiles pero con problemas fáciles de resolver: la clave está en la finura de las políticas». A lo que se refiere a la danza, Mascarell dijo que «ha habido dos generaciones de danza que están sufriendo más de la cuenta. No se le puede pedir al sector de la danza que cada año haga una producción. Hay que ver lo que hacen las grandes compañías de danza europeas que tienen un repertorio limitado pero que lo comercializan durante años por todo el mundo».

En relación al CoNCA, una de les cuestiones más polémicas en este inicio de legislatura, hubo un debate interesante con la diputada de IC-V Dolors Camats que denunció los recortes de competencias que parece que sufrirá la entidad. Mascarell dijo que no había que «confundir la centralización con la participación. La cultura necesita organismos de participación, pero tenemos que saber diferenciar entre lo que son mecanismos de participación y excesiva disgregación de los procesos ejecutivos». «La excesiva parcelación de los mecanismos ejecutivos es un problema y es un error». Camats le respondió que «participación significa participar del poder, o sea decir». Camats también dijo que con la creación del CoNCA, lo más importante era que ahora, en este país «la política cultural ya no sólo la decide un gobierno o un conseller».

Ferran Mascarell nunca ha visto el CoNCA con buenos ojos. No cree en él y parece ser que lo dejará como un organismo de carácter consultivo. Un clásico que se repite cuando hay alternanza política en este país: cargarse la obra anterior. El CoNCA se hizo pensando en un cambio de modelo en la política cultural de Catalunya guiándose por lo que hacen otros países del norte de Europa. Me da rabia no dominar el tema e intentaré en futuras columnas poder hablar del Arts Council británico. Creo que todos estamos de acuerdo con el diagnóstico de Mascarell sobre el estado de la cultura y sobre la necesidad de simplificar procesos administrativos, dotarse de una ventanilla única, etc. Es verdad que, tal como dice el conseller, «la política se tiene que ocupar de la cultura», en el sentido que la cultura debe estar presente en el debate, en los presupuestos, entre las máximas prioridades y que no sea un adorno. ¡Pero el CoNCA es política! Los miembros del CoNCA se eligen desde el Parlament. ¿No sería más lógico, por una vez que nos acercamos a modelos europeos, dotar de más responsabilidades al CoNCA? Es decir, que el organismo sea realmente político, en el buen sentido de la palabra. Continurá…

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