Escritorios y escenarios

Poner en consonancia

Una de las grandes preguntas que nos dejó, a los educadores del teatro, la experiencia de la pandemia fue ¿cómo debe enseñarse teatro en el siglo XXI? La impredecible experiencia derrumbó todo lo que sabíamos o creíamos saber respecto al cómo y al para qué enseñar teatro. Sin embargo, creo que esas inquietudes ya se venían desarrollando incluso en años anteriores. Lo que pasa es que la pandemia dinamitó, dramáticamente, esas pequeñas certezas y nos obligó a improvisar, a responder sobre la marcha, el cómo llevar a cabo tales procesos.

Una de las ideas que más se cuestionaba, por aquel entonces, era la de el sinsentido que empezó a ser el modelo “tradicional” de formar al actor, basado en lo que ocurría en el final del XIX y comienzos del XX, cuando se divulgó la idea del teatro como arte y del actor como un individuo con un gran dominio sobre su cuerpo. Así las cosas, el actor teatral se formaba en un contexto en el que se le ponía como centro y motor de todo el acontecimiento teatral, pese a que los estudios sobre el teatro y el performance, hoy en día, indican más dimensiones o vectores en juego.

En Bogotá, con la llegada del nuevo siglo, empezaron a pulular los programas de teatro en un contexto que incluso en ese entonces nos parecía “raro”, pues estaban inscritos o vinculados a las universidades. Y recuerdo como ese “boom” llamaba harto la atención. Así pues, la oferta para la formación de personas que se iban a dedicar al teatro aumentó considerablemente.

Lo que considero que no se tuvo en cuenta, y no se tiene en cuenta inclusive el día de hoy, es que no hay un campo laboral ni estable ni tan desarrollado para darle trabajo a tantos actores y actrices de teatro, pues en primera instancia, lo que se suele ofrecer es formación para el actor teatral, y mucho menos para actuar en la televisión, el cine y otro tipo de escenarios. En este territorio no hay una “industria del teatro”. Entonces por qué o para qué seguir insistiendo y ofreciendo el desarrollo profesional de un individuo, cuyo campo de acción, está precarizado y escasamente desarrollado. ¿No es como vender elefantes blancos?

Tal vez para responder la pregunta formulada al comienzo de este texto ¿cómo debe enseñarse el teatro en el siglo XXI? Hay que empezar por aprender a leer y a mirar en su justa medida las oportunidades reales que ofrecen los contextos de vida laboral y poner en consonancia la realidad del entorno laboral con los objetivos de la formación artística.

Domingo 4 de mayo del 2025
Bogotá, Colombia.


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