Diario de Unga Klara

Premiär!!

Ya está. Después de este largo e intenso proceso de trabajo hemos estrenado, el pasado jueves y viernes, nuestro espectáculo. Dos días de estreno. Así son las cosas por aquí, como son dos espectáculos en uno, pues eso. Fuera bromas, la razón del «doblete» es el reducido aforo y el numeroso grupo de invitados (políticos, críticos, familiares, profesión…)

Realmente para mi el estreno no supuso un acontecimiento especial. Son las ventajas de desconocer el contexto en el que te mueves (alguna tendría que tener, para compensar la dificultad idiomática, creo yo). Mis compañeros si estaban nerviosos. Mucha expectación y, en algunos casos, poca experiencia son un cóctel explosivo, un billete directo hacia las gargantas secas y el estómago encogido. Pero no en mi caso.

Mi estreno había tenido lugar la semana anterior, la primera vez que actuábamos frente al público. Ahí si se me secó la garganta y tuve miedo de perderme en el bosque de consonantes nórdicas, entrar en el laberinto de frases sin conocer bien la salida, donde cualquier error significa la condena. Pero lo superé, bastante mejor de lo esperado. Sin embargo el segundo día de pase para público me sucedió lo peor que podía imaginar, el peor de los escenarios posibles alzó el telón ante mí. En mi primera frase, al comienzo del espectáculo, despues de hablar casi todos mis compañeros escuche una voz, en sueco por supuesto, que dijo, ¿qué has dicho?, ¿no te entiendo?.

La garganta se dió una vuelta en mi cuello (quizás fueron dos), aunque gracias a la experiencia nadie lo notó. Y remonté. El texto, el resto de la obra, se me escuchó, bien claro y articulado. En el descanso entre los dos espectáculos mis compañeros, solidarizados conmigo, echaban pestes contra el espectador; será un p… racista (en sueco, claro). Yo quiero pensar que era una persona ya mayor con el oído gastado y al que mi sueco «esponjoso» le resultó incomprensible. Después de esto, me dije, ya estoy vacunado. Y respiré.

El estreno, bueno los estrenos, han ido muy bien. Los comentarios han sido excelentes, aunque generalmente lo suelen ser en los estrenos. Pero sí se sintió complicidad con el público. Aquí lo llaman feedback. El segundo día pusimos a todo el público en pie, lo cual parece aquí igual de importante que allí. Y las críticas están siendo inmejorables, con lo cual todo el equipo se dió una noche, la segunda, de estreno feliz. Además ya está casi todo vendido hasta finales de Mayo, con lo cual es posible que después de verano prorroguemos.

Para celebrarlo nos fuimos a cenar a una terraza (cubierta) elegante, y entre sonrisas, copas de vino y algunos discursos (a los suecos les gustan mucho los discursos y dar las gracias por casi todo). Yo sentado en una mesa me quedé observando como quien asiste a un sueño. Y recordé de dónde vengo y el camino recorrido hasta llegar a esa mesa, rodeado de compañeros suecos, en una de los lugares mas anhelados por la forma de entender y hacer teatro dentro de la cultura sueca, y con una carga de prestigio, que en nada se notaba. Suzanne bailaba y reía.

Parece un cuento pero no lo es. La realidad es que ellos, el equipo directivo (entre los cuales está Henning Mankell) se jugaban casi todo a una carta, bueno a dos como ya he dicho, y salió bien, muy bien. Me alegra haber formado parte de esta apuesta y haber ayudado a mejorar la jugada.

Personalmente no puedo pedir más. Mi trabajo individual ha sido acogido con gran respeto y casi admiración. Personas desconocidas que se acercaban a felicitarme por mi trabajo. Mis compañeros y Suzanne dándome las gracias. Y en las críticas hablan de mí. Y bien. ¿Qué mas puedo pedir? Que continúe.

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