Robot, personaje de teatro
El teatro nos ha legado personajes arquetípicos de nuestra vida diaria: Fausto, el estudioso que pacta con el diablo para obstinarse en sus deseos; Don Juan, el eterno conquistador femenino hasta alcanzar su propia destrucción; Hamlet, personifica la duda y la venganza; Vania, el explotado, más allá de las relaciones familiares, etc. Ahora yo propongo un nuevo arquetipo: El Robot, máquina surgida para ayudar al hombre en sus tareas más enajenantes y que termina destruyendo a su creador.
El Robot, que hace su aparición en la obra ‘R.U.R’ de Karel Çopek estrenada hace más de 100 años. Los antecedentes del robot fueron los ‘autómatas’ presentes desde la antigüedad griega, con un auge en el siglo XVIII, y ‘El Golem’ leyenda hebrea del siglo XIX para dar vida a un zombi. Hoy en día el personaje Robot incluye todas esas fantasías en un personaje real y avasallador.
Es decir que su nombre rondaba en la imaginación colectiva hasta que se concretó en un nombre que hoy ocupa imaginación e información: Robot. Todo está robotizado, su presencia es transparente muchas veces, su realidad puede verse en los lugares más insólitos y poco a poco la humanidad parece avasallada por esta creación que rebasa a su creador, como en el obra que le dio nombre: R.U.R. (Robots Universales Rossum). Estamos a un paso de convertirnos en empleados de los Robots, a tal punto que frecuentemente tenemos que responder ‘No soy un robot’.
Cuesta trabajo aceptar que antes de esta obra el concepto ‘Robot’ no existía, pues parece que es un nombre de toda la historia. Y por supuesto que bajo este término se engloban una gama de conceptos: desde la temible y adictiva Inteligencia Artificial, más peligrosa en cuanto puede adoptar la forma de quien la utiliza, hasta animales de compañía, insectos espías, y humanoides de todas las especies: enfermeros, artistas, médicos, trabajadores agrícolas. Los hay pintores, damas de compañía, choferes, médicos, obreros y un largo esquema. El siglo XXI es y será robotizado, dependiente de las máquinas, sin vigor humano..
Calen este dato: en 2025, año que ya entró en su declive, habrá por lo menos 300 mil robots humanoides en circulación, en lo que se ha dado en llamar el Big-Bang de la robótica humanoide. Así que cada ciudadano pudiente podrá comprarse su mascota, ya sea como compañía, ayudante o actor. Sí, escribí actor.
El siguiente es un delirio paranoico, todavía no ocurre, pero no puedo dejar de pensar que es posible.
Va de cuento: una compañía teatral con suficientes recursos compra cuatro o cinco robots humanoides, para distintas actividades, tramoyista, empleados de limpieza, acomodadores, taquilleros, o como extras en una gran producción. Llega un director y decide que los actores van a compartir con los robots y ver quien se desarrolla mejor. O bien, decide montar R.U.R. pero ¡con verdaderos robots! ¡Qué insólito! ¡Qué miedo! Comprenden la escena y son más hábiles que los actores, se estimulan, aprenden y compiten con ellos. En las escenas de duelos mueren de verdad, pero renacen al final. Se estimulan con los aplausos, son un verdadero prodigio.
Falta para que esto ocurra, la potencia creadora del humano es inconmensurable, pero, pero, hay que avanzar en nuestro conocimiento, disciplina y creatividad. Y no parece que vayamos por ese camino.

