Puente de Brooklyn

Ronensbourgh

La semana pasada tuve la suerte de participar en el «Staged Reading Series 2014» organizado por AENY-Spanish Artists in New York; la organización sin ánimo de lucro formada por artistas españoles con la que he trabajado en varias ocasiones desde que me instalé aquí.

Yo estaba encargado de dirigir la lectura dramatizada del texto «Ronensbourgh», de la dramaturga madrileña Beatriz Cabur. La obra fue escrita en 2002, seleccionada para el FringePraga Festival en 2004 y también representada dentro de los ciclos de espectáculos InterTeatro de Milán en Febrero de 2013.

El texto, también conocido como: ¿Cómo es posible que hayamos acabado en Ronensbourgh?- se centra en la historia de la Familia Heiber, una familia normal que se ve envuelta en una situación atípica.

Ronensbourgh cuenta como los Heiber viven en un mundo decadente regido por un sistema de organización política que ya no funciona.

Mientras tanto, un grupo de aristócratas gobernados por Helmut Ronen, están inventando la ciudad perfecta como respuesta a todos los problemas de la sociedad.

Finalmente se construye Ronensbourgh. La ciudad perfecta funciona debido a que se ha creado un nuevo lenguaje y formas de comunicación que no contemplan la violencia- sin embargo, si como espectador o lector, de repente sientes unas ganas irresistibles de mudarte a Ronensbourgh, debes prepararte para ser lobotomizado.

La obra habla de lugares, de identidad y de la sensación de tener un hogar; de la construcción de ideologías y del disipar de aquellas cosas que nuestra sociedad considera importantes.

Casi un «Show de Truman» sin Jim Carrey como protagonista.

Mi reto como director de la lectura dramatizada, y contando con solo dos actores, fue el estilo Heiner Müller en el que el texto se escribió. No hay acotaciones ni direcciones escénicas. Algunas palabras aparecen en mayúscula de forma casual, aunque se percibe cierta intención que te puede llevar a una estética o puesta en escena concreta.

Según la autora, con la cual tuve la oportunidad de tener una reunión vía Skype unas semanas antes del estreno de la lectura, tanto el texto como la ciudad perfecta que se describe en el mismo son crudos y pre-diseñados, de forma que el espectáculo empieza de forma precisa y rápida. No hay lugar para la interpretación, es tal y como se presenta y es lo que ellos quieren que veas.

Por eso está escrito de esa forma. Después todo sufre un giro, como un tornado de acontecimientos donde el lenguaje y la gramática que se usan deben transmitir ese movimiento evolutivo.

Se trataba de un texto complicado, plano y sin acotaciones que había que poner en el escenario y tras leer en varias ocasiones la obra, escuchaba ciertas músicas como posibles acompañamientos al texto. Como una selección de canciones a modo de banda sonora.

La mayoría de los temas eran de género electrónico y digital y podían resultar atrevidos.

No quería que estuvieran fuera de lugar sin tener en cuenta la idea concebida del texto y pensando siempre en respetar la naturaleza y el universo personal y creativo de Beatriz.

Ella me propuso que, al contar con solo dos actores, había partes que el espectador se podía perder durante la lectura, y que yo mismo leyera el personaje de Helmut Ronen, el inventor del proyecto de la ciudad perfecta.

Me sentí mas confidente en mi propuesta de lectura dramático-musical gracias a su aprobación y a su sugerencia de que participara como actor leyendo a uno de los personajes. Todo cuadraba e incluso escénicamente la lectura se presentaba diferente y los actores se mostraron curiosos y con ganas.

Yo había visualizado una especie de instalación sonora en la que la persona que lleva el sonido se encuentra en una mesa de trabajo con los dos actores.

En el centro, como un director de orquesta que va dando pie y paso a las diferentes frases que suenan en boca de los actores, vemos a Helmut Ronen, quien pincha a la vez las pistas musicales escogidas por el director, que también resulta ser Helmut Ronen, por sugerencia de la autora.

Las pistas se funden y cobran protagonismo dando un sentido casi dramatúrgico y explicativo del texto y los personajes.

Esas músicas se unen a la pieza y pretenden hacer al público-oyente viajar hacia el lugar donde el texto nos quiere llevar: la ciudad de Ronensbourgh. La ciudad perfecta.

Pero, ¿qué es Ronensbourgh? ¿Dónde está? ¿Vivimos todos en micro Ronensbourghs?

Durante algunos ensayos surgían dichas preguntas y nos planteamos la cuestión: ¿qué lugares o cosas pueden ser Ronensbough? ¿Qué puede ser ese algo inventado y creado de forma ficticia para que te atrape y te anule y te crea una adicción?

Y por otro lado: ¿Qué se lleva Ronensbourgh a cambio de todo esto? ¿Es dinero? ¿Hablamos entonces del capitalismo agresivo y lobotomizador?

En ese caso Ronensbourgh ya existe y todos hablamos en Ronenbourghés…

¡Saludos perfectos desde Nueva RonensbourgYork!

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