Escritorios y escenarios

Se nos escapa de las manos

Nuestra sociedad nos repite, constantemente, que debemos salir de nuestra zona de confort. Y claro, la frase señala un “llamado a la aventura”, como diría Joseph Campbell. Pues en esa situación diferente al mundo conocido, el héroe, para el caso, cada uno de nosotros, se pone a prueba, crece, cambia. Aprende. Y, sí. Hay algo cierto en esta idea, por eso la repetimos tanto. La sabemos de memoria.

Sin embargo, vale la pena revisar esta cuestión en otro sentido. Alguna vez ¿hemos tenido una zona de confort? Y lo pregunto sin ironía, porque últimamente sospecho que no hay comodidad en nuestra forma de vivir. Por el contrario, cada día viene con diferentes grados complejidad, de tensión, de estrés. Un día que transcurra sin pericias, es un día afortunado. Pero ¿cuántos días a la semana son afortunados? ¿Es la regla o la excepción?

Uno llega a la casa con la sensación del deber cumplido. De que los objetivos se lograron, de que los nudos fueron desenredados, de que ya pasó el clímax. Pero ese transcurrir del día fue incómodo, hubo presión, dilataciones y contracciones. Agitación física, química, mental, emocional. Luego un esfuerzo de sosiego. Un esfuerzo. La tranquilidad no debería forzarse.

Empezar la jornada laboral es casi como pararse en un cuadrilátero de boxeo. Doy un puñetazo antes de que me lo den a mí y de ahí en adelante hay que estar alerta esquivando los movimientos del oponente. ¿Y qué tal eso de los almuerzos de trabajo? Ni siquiera merecemos comer por el simple hecho de comer, sino que hay que combinar ese momento con otras acciones que nos permitan seguir avanzando con la agenda. Aunque, si esa comida acontece en uno de los días afortunados, seguramente, habrá tiempo para masticar, en vez de atragantarse con pedazos casi enteros de comida. Y como nos acostumbramos a la incomodidad, por la noche, al regresar a casa, marcamos satisfactoriamente otro día más en el calendario y pensamos con alivió: por hoy, cerrado.

Tal vez hay que plantearse lo contrario, es decir, que no se trata de salir de la zona de confort, sino de cultivarlo. Porque quizá, al tal confort, ni siquiera lo conocemos, no lo hemos visto ni sentido, no lo hemos tenido, se nos escapa de las manos.

Domingo 18 de febrero del 2024.
Bogotá, Colombia.

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