Escritorios y escenarios

Ser en espacios para el disfrute

Ayer me vi con amigos del pasado. Yo propicie el encuentro. Desde mitad de año me he venido encontrando con las personas con las que crecí. Y estos amigos fueron parte de mi vida desde los cinco o seis años, después cumplimos la mayoría de edad, y nos dispersamos entre los recovecos de la vida adulta. Y en esos afanes por la independencia económica, en ese ajetreo por convertirse en un profesional, en el descubrimiento de los amores adultos, en el interés por comprender algo y saber hacerlo, uno se va olvidando de la infancia y de la juventud. Hasta que se atraviesan esos testigos de aquellos tiempos y te permites recordar.

Entonces volvió a mi memoria el profesor Omar Ramírez, mi profesor de música cuando estaba en el 3J. Gracias a él conocí: “Necesito” de Sui Generis en 1990. Era un profesor que tenía moto y se ponía chaqueta negra de cuero. También nos enseñó una canción cuyo protagonista, en la primera estrofa, declaraba: “quisiera ser el diablo, salir de los infiernos, con cachos y con cola y el mundo recorrer”. Así de variopinta fue mi educación artística durante la más tierna infancia en la Escuela Pedagógica Experimental, EPE.

No era mi intención mencionar algo tan personal, solo que en la conversación con estos amigos hubo mucho comentario sobre lo importante que fueron los profesores que tuvimos, ya que cada uno cultivó en nosotros, a su manera, el deseo de aprender, la curiosidad y el disfrute por el conocimiento, por la naturaleza y por las relaciones humanas. Y la conclusión es que fuimos afortunados porque crecimos en un entorno en el que nos permitieron desarrollarnos con libertad. Fuimos niños y jóvenes felices, tan felices que nadie quería faltar al colegio.

Creo que somos pocos los que podemos decir eso. Pero considero que deberíamos ser muchos más, pues estoy convencida de que la educación, en general, y la educación artística, en particular, tienen que convertirse en escenarios placenteros, en espacios seguros para ser con libertad. Tienen que propiciar experiencias amorosas y no por ello, sin exigencias y responsabilidades. Quiero que sean más, muchos más los niños y los jóvenes que al despertarse se sientan estimulados por el mundo. Que sientan placer con la creación artística, con el conocimiento, con las relaciones humanas y la naturaleza.

Los ámbitos del arte y la educación deben ser espacios para el disfrute, no para el dolor ni el trauma. No para ejercer la violencia.

Domingo 29 de octubre del 2023

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