Si lo crees lo creas

Sí, es un tema peludo

«¿No les parece una impertinencia que a las mujeres nos salgan pelos dónde no «se lleva» que nos salga?»

Confieso que esto de la depilación y el canon estético femenino de nuestro siglo reduce, en ocasiones, mi coeficiente intelectual a menos de la mitad de su potencial natural.

Explicaré por qué:

Nuestro sistema socio-cultural-educativo consiguió implantar en mi alveolo medular –me he inventado esta palabra pero me ha quedado de puta madre- la creencia de que una mujer con pelos en axilas, íngles, piernas o bigote es una «cerdada» y entra dentro del concepto de «fealdad» en nuestra estética contemporánea.

Lanzo una pregunta: ¿cuántos/as más piensan como yo?

Les confesaré algo: soy presa de estos pensamientos antinaturales y machistas. «Presa» porque, aunque a nivel intelectual tenga la información de igualdad con respecto al hombre y sepa que los conceptos de belleza son modas artificiales y «bla bla bla», me doy cuenta de que aún con 32 años no he asumido mi responsabilidad del todo con este tema, y por consiguiente mi vivencia al respecto es bastante sistolítica o cerrada . Y me refiero a la responsabilidad de creer, aún hoy en día, en lo expuesto anteriormente, aún sabiendo que es mentira. Es decir, sé que nada tiene que ver «el vello» –curioso nombre- con la higiene o lo feo, y sin embargo reconozco en mí un conflicto interno si no estoy lo «suficientemente depilada», o si una mujer atractiva tiene los sobacos como los trigales en barbecho de la Vereda de la Puebla.

¿Y cómo he llegado a este ridículo conflicto contemporáneo? Pues por la sencilla razón de que a mí depilarme ME DUELE mu-chí-si-mo. Me parece una salvajada, integrada, cómo no, pero una salvajada. ¿O qué es «eso» de arrancarte los pelos de cuajo de las zonas más sensibles del cuerpo cada 3 semanas? #holaquetal… ¡Diecisiete veces al año! Es decir, que si vives hasta los 80 son ¡casi 1.360 «jalones»!

#estamoslocosoqué… Y sin embargo lo hago, reconozco que tardo algo más de 3 semanas para reducir el impacto, pero lo hago, y eso es lo fuerte. El mundo ha conseguido que no me gusten mis propios pelos, al menos de cara a la galería, porque yo estoy muy a gusto con ellos en casa, y sin ellos también, porque aunque es verdad que el olor corporal cambia en sus armónicos de estar «como un bebé» a parecer «la guerrera roja», y el tacto sensorial refina según qué gustos y placeres, no creo que sea algo tan exagerado como para ¡tener que tirarme de los pelos del culo cada dos por tres! …y lo que es peor aún, sentir la presión psicológica de no ir depilada a la playa, a una cita o a la plaza en falda/bermudas.

¿Qué quieren qué les diga? «Sí, me parece un temón»

…oye, que si no me doliera pues me los quitaría y calladita no escribiría este post con apariencia «hippy-feminista» – que es otra cosa que detesto- y ya está, me ahorro las mierdas sociales y las excusas antes de follar, y tan tranquila, ¿no?

¿Qué opinan ustedes, honestamente y sin pelos en la lengua?

Por cierto «¿que qué tiene que ver esto con el teatro? ¡Este es el teatro social, el inconsciente!»

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