Y no es coña

Si no es miedo, es precaución extrema

He pasado cuarenta y ocho horas en Palma de Mallorca dentro de las actividades del festival Rayuela 23, que es un punto de encuentro anual de la incipiente agrupación “En compañías” que reúne a más de una docena de compañías de teatro con trayectoria alargada en el tiempo. Sobre este colectivo he escrito en varias ocasiones, y en Artezblai nos hemos posicionado de manera inequívoca a favor de esta propuesta que acumula muchas experiencias y quizás parte de la memoria de las últimas décadas de una manera de afronta la creación, la producción y las estructuras con componentes más colectivistas de mantener la vida teatral. Una magnífica opción que podemos considerar de resistencia ante el mercantilismo imperante y la devaluación de todo lo que no sea cuantificable dentro de una visión puramente economicista.

En esta edición la organización corrió a cargo de Iguana Teatre, y se desarrollaron sus actuaciones en las dos salas de esa joya que es el Teatre del Mar. Allí pude ver cuatro obras, que menciono sin apostillar nada más: “La isla” de Histrión Teatro; “Mil amaneceres” de Teatro del Temple; “El moble” de Albena Teatre y “Mefisto for Ever” de Meridional Teatro y Vaivén Teatro. Una coincidencia, vi dos obras de autoría de José Carlos Rubio y una mala noticia, la obra de Meridional y Vaivén celebró su última representación debido a la cancelación de varias de las actuaciones comprometidas, lo que les ha obligado a renunciar a una ayuda a gira ya concedida por el INAEM. Aquí es fácil, al ver este texto, concluir que se trata de un acto de censura fría.

En esta ocasión acudí invitado a hablar de algo que siempre me produce esguinces neuronales de intensidad variable: “Teatro y Mass media”. Tema invasivo. Tema desmoralizador. Asunto de proyección calidoscópica debido a que depende del lugar en donde te sitúes para observar lo que sucede delante tuyo y lo que entiendes es contradictorio. En estos momentos la confusión se ha multiplicado hasta lo inverosímil y si antes con distinguir entre medios generalistas y medios especializados parecía más que suficiente, hoy, además, se debe entender que en cada rubro están los ordinarios, los digitales, los podcast y así hasta el infinito porque se entiende que las redes sociales, dichas así sin matices, son herramientas de comunicación de primera instancia, por lo que perdernos en matizaciones es abundar en un territorio selvático por su frondosidad y por la imposibilidad de demarcar de manera exacta su influencia, su valor comunicativo o, lo que siempre subyace, la capacidad de esos medios para generar público, o sea, sin ánimo de ofender, este es el punto en el que todo se convierte no en información sino en publicidad o propaganda.

Cuando en un debate de estas característica está presente una radio pública, y la directora de un diario local, la mediación se clarifica, ya que este cura representaba la cuota de revista especializada con un diario digital que es este que ustedes están leyendo, pero que a lo largo de mi vida he sido hasta redactor de mesa de un periódico generalista en la sección de Cultura, además, de llevar más de cuarenta año ejerciendo la crítica de las artes escénicas, lo que al tener tantos años de experiencias acumuladas, este encuentro me ayudó a comprender la evolución de las circunstancias, aunque constaté que las necesidades, las angustias, los problemas de las compañías seguían siendo, fundamentalmente, los mismas que se pueden resumir en algo que es de amplio espectro: la visibilidad.

Nines Carrascal, no obstante, introdujo un asunto que es muy difícil de atender sin estudios concurrentes de otras disciplinas: la legitimidad. Que dicho en otros términos se refiere a la falta de un movimiento social amplio que arrope de manera incondicional, desde la acción cultural y política, el valor de las Artes Escénicas, más allá de lo coyuntural, lo mercantil, lo de moda. Un gran tema, sobre el que sobrevolamos porque excedía a nuestras funcionalidades contrastadas.

Seré reiterativo, abrumadoramente pesado, los problemas de las Artes Escénicas, que son muchos y variados, se deben resolver de manera estratégica. Hay que pensar el modelo productivo, de exhibición, educacional, es decir hay que resolver problemas estructurales previos para que se puedan eliminar todas las dependencias actuales, todas las mitologías y dogmas sobre el propio hecho teatral, cuestión que requiere de mucha voluntad política que, juraría, hoy en día no está planteado en ninguna de las sedes de los partidos que ocupan los poderes estatales, regionales o locales. Se busca, en buena lógica, solucionar lo inmediato: la supervivencia. Y esto condiciona.

Esta sensación se amplió en la segunda mesa que se propuso, bajo el título de “Alianzas”, se acercaron a las vías de colaboración entre lo privado y lo público y en esa gran laguna de falta de reglamentación expresa, de planes concretos, se narraron actuaciones intermitentes de algunas instituciones, se reflejó, insisto, esa incertidumbre que influye de manera directa e indirecta en todo el quehacer actual en todos los renglones de los que piensan, escriben, producen, dirigen, interpretan o proporcionan espacios visuales, lumínicos o sonoros. Es obvio que si nos mantenemos con todas las estructuras, reglamentos desequilibrados, principios de ayuda y subvenciones que se instauraron de manera feliz en la mitad de los años ochenta del siglo pasado, los cuarenta años transcurridos han cambiado integralmente la sociedad en la que vivimos, ha crecido el territorio del ocio de manera exponencial, hay muchísimos medios nuevos que proporcionan a la ciudadanía narraciones, artes audiovisuales, emociones para que la acción tan rotunda de salir de casa y desplazarse hasta una sala o teatro, sea una decisión política y cultural de primer orden.

Tras estos dos días de convivencia, los pasados la semana anterior en Cáceres, mi asistencia en Madrid a varios estreno y el recuerdo de mi estancia en Argentina, de donde volví justo el día del triunfo de Milei, tengo una extraña sensación, existe un ambiente enrarecido, yo no diría que es miedo en crudo, pero sí una extrema precaución. La situación de crispación no ayuda. Las decisiones ya tomadas en lugares donde han cambiado de gobierno y es la dupla PP y Vox quienes afrontan las decisiones sobre las Artes Escénicas, los cambios de direcciones en ministerio y en teatros emblemáticos de Madrid y otras poblaciones, crean unas expectativas que siempre son a la baja. No se espera resurgimientos, sino cancelaciones, vuelta a las andadas, a los recortes presupuestarios, a la incomprensión, a eso que conocemos los más veteranos, pero que pensábamos que no volveríamos a vivir.

Si los ultras rezan rosarios frente a sedes de partido y catedrales e iglesias, las gentes de las Artes Escénicas, deberemos rezar a las musas en nuestras salas de ensayos, de exhibición, teatros y escuelas para que se acabe con esta situación de inseguridad cultural y profesional.

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