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Teatro Corsario afronta su séptima obra de Calderón: ‘El alcalde de Zalamea’

El estreno tendrá lugar el 30 de septiembre en el Teatro Calderón de Valladolid

Tras haber puesto en escena seis obras de Calderón, la compañía Teatro Corsario estrena ‘El alcalde de Zalamea’ los días 30 de septiembre y 1 de octubre en el Teatro Calderón de Valladolid. Con dirección y escenografía de Jesús Peña, música de Juan Carlos Martín y vestuario de Lupe Estévez, la obra está interpretada por Carlos Pinedo, Blanca Izquierdo, Javier Bermejo, Pablo Rodríguez, Luis Heras, Raúl Escudero, Alfonso Mendiguchía y Teresa Lázaro y se afronta desde el estudio riguroso de su esencia, así como de la forma precisa de decir el verso, una de las señas de identidad de esta compañía.

El alcalde de Zalamea’ es mucho más que un drama de honor. Jesús Peña la califica de “obra maestra del teatro universal”, pues posee la capacidad de involucrar al espectador en las escabrosas andanzas de sus personajes en clave de comedia para llevarle después a las puertas del horror. El director de Teatro Corsario explica a ARTEZ que este montaje da máxima importancia a la trama principal y prescinde de alguna de las tramas secundarias, “que tienen menor interés para el público de ahora”. Con una puesta en escena que recrea los ropajes de época recortados sobre cielos de nubes a modo de pareidolias significativas, se cuenta la historia de una violación. “Desde nuestra perspectiva, en la que solo cabe la condena de los hechos y el escándalo por la conducta de los autores, hemos de prestar atención a la manera de comportarse del alcalde, que no duda en negociar con el violador de su hija e invitarle a ser su yerno; o de Isabel, la víctima, que entiende que es ella misma quien debe ser castigada. En fin, circunstancias, creencias y despropósitos de un tiempo pasado que, representadas en un escenario y alejándonos muy poco de la mirada de Calderón, nos ayudan a entender el presente; un presente en el que necesariamente tendremos que cuestionar aquello que fuimos y descubrir que quizás las cosas han cambiado mucho. O quizás no”.

 Los retos de este proyecto son, añade Peña, “conseguir transmitir una buena parte de las bondades de una obra de tanta relevancia, con gran respeto al autor, aportando claridad y conocimiento escénico, además de una muy cuidada forma de decir el verso”.

Sin tergiversar

Calderón cuenta una historia terrible, con escenas estremecedoras, y paralelamente, añade escenas de comedia, una característica del teatro del Siglo de Oro. “Para mí es muy importante no tergiversar los contenidos que Calderón plantea, donde los personajes se rigen por códigos de honor que les llevan a interpretar la realidad de forma absurda: el hermano de la joven violada cree que su deber es asesinarla para salvar el honor de la familia, y la propia mujer llega a pensar que es lo correcto. Por su parte, el padre considera que el mejor arreglo posible consiste en casarla con el capitán que la violó. Más tarde veremos cómo tales argumentos son puestos en cuestión por el propio Pedro Crespo tras ser nombrado alcalde, y el espectador, seguramente perplejo, sacará conclusiones sobre costumbres e ideas de un tiempo pasado que extienden sus garras hasta el presente; un pasado que quisiéramos que solo existiera en los libros de historia y que en esta ocasión se pondrá al servicio, tal es nuestropropósito, del mejor arte escénico”.


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