‘Un año después’, carta abierta de Asier Andueza, director de LEB
Pese al éxito de la primera edición, la falta de apoyo de las instituciones ponen en peligro la continuidad del festival navarro
Hace un año que cerrábamos la primera edición de Festival LEB Jaialdia de nuevos lenguajes escénicos. Nueve días intensos que llenaron Aoiz de una treintena de actividades en torno a las artes escénicas.
El Festival nació con idea de dar respuesta al derecho universal de acceso a la cultura de todas las personas desde una perspectiva de territorio, abogando por la descentralización de la actividad cultural en favor de lo rural, con un ánimo inclusivo, reflejando la diversidad e idiosincrasia propia del lugar, y apostando por la accesibilidad, para que todas las personas, tengamos algún tipo de discapacidad o no, pudiéramos disfrutar del Festival tanto como público y/o como participantes activo/as.
Esta visión transversal de la inclusión y la accesibilidad que está en la propia génesis del proyecto fue reconocida por el INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música, entidad dependiente del Ministerio de Cultura) incluyendo al Festival LEB entre los ocho proyectos seleccionados, de entre más de treinta finalistas, para ser presentado públicamente en las 15 Jornadas sobre Inclusión Social y Educación en las Artes Escénicas y la Música que se desarrollaron en la ciudad de Cádiz en el contexto del FIT (Festival Iberoamericano de Teatro). Una presentación con gran acogida por combinar su ambición global y su compromiso social con lo concreto y con lo local.
Para el desarrollo del Festival contamos con la complicidad de entidades como el Instituto Público de Educación Secundaria de Aoiz, el Colegio Público San Miguel, Irati Antzerki Taldea, El Proyecto Laguntza para personas migrantes, Cederna Garalur, la Mancomunidad de Residuos Sólidos Irati, Aspace o Cermin-Navarra, entre otras muchas… imprescindibles, todas ellas, para dotar al Festival de la dimensión social y local que reivindicamos.
Pero también pudimos contar con la vinculación de instituciones tan importantes como la Academia de las Artes Escénicas de España, la Asociación de Autoras y Autores de Teatro, la Asociación de Directores de Escena y la Asociación Empresarial Escena Navarra que colaboraron dándole otra dimensión al Festival. Abriéndolo al sector, a la formación continua, al intercambio de conocimiento y a la reflexión.
Vivimos con frustración que algo que fue un éxito objetivo, por el desinterés político, se transforme en un fracaso de facto al no poder reeditarlo. Desde la organización nos negamos a contribuir a la precarización de un sector tan maltratado como el nuestro.
En síntesis, el Festival se propuso ser un punto de encuentro, un motor y un escaparate. Con ese espíritu se confeccionó un programa poliédrico y muy nutrido. Se implementaron diferentes medidas para facilitar la accesibilidad en cada una de las actividades: interpretación en lengua de signos, audiodescripción, paseos escénicos previos, sobretítulos adaptados, equipos de bucle magnético individuales, sonido amplificado, mochilas vibratorias…
Se pudo disfrutar de funciones de distintos formatos en distintos espacios, foros de debate, actividades para profesionales, talleres formativos, una exposición, sesiones divulgativas, un premio de textos escénicos, procesos de mentorías, escuelas de artes escénicas invitadas, acciones de mediación…
El LEB se concibió como un compromiso con la vanguardia escénica, con el territorio y, también, como un compromiso social. A diferencia de otros festivales instrumentalizados como reclamo turístico, el LEB apostó por el impacto y la transformación social.
Esto se vio en el desarrollo de la mediación de cuatro meses con colectivos locales, también con la apuesta por la integración como oportunidad laboral y en una política de precios (descuentos y actividades gratuitas) para convertir el LEB en un festival muy accesible también desde lo económico. El concepto guía es el de RETORNO SOCIAL.
En términos cuantitativos, aspirábamos a llegar a un público de 1.500 espectadores (en torno a un 60% de una población de 2.600 habitantes) y llegamos a 3.537 personas (un 235,8% del objetivo inicialmente previsto). Con los datos manejados, el alto grado de cumplimiento de objetivos y la respuesta general obtenida en términos cuantitativos, podemos hablar de un alto nivel de satisfacción con el rendimiento del Festival.
Además, al finalizar los espectáculos, el público pudo hacer una valoración subjetiva de cada función con un mecanismo muy simple, a modo de semáforo. En el total de las obras la media de este voto popular fue que el 81,46% de los votos fueron verdes, el 9,72% naranjas y el 8,82% rojos. También en la apreciación subjetiva estamos muy satisfechos con la recepción por parte de los espectadores.
Medios locales generalistas como Diario de Noticias, Diario de Navarra o Cadena SER (entre otros muchos) dieron cuenta del Festival. Publicaciones especializadas del sector a nivel estatal también dedicaron sendos reportajes celebrando la propuesta: Artezblai, Godot, Artescénicas, ADE teatro, Primer Acto… El Observatorio de la Cultura de España, incluyó al Festival LEB Jaialdia entre las doce novedades culturales destacadas de 2023 en todo el estado.
Lamentamos también el desinterés manifiesto de la Consejería de Cultura del Gobierno de Navarra, algo que nos resulta completamente incomprensible ya que el Festival está perfectamente alineado con las directrices políticas que dicen defender y potenciar.
Para que algo así fuera viable, fue vital la implicación de las instituciones (públicas y privadas). En la primera edición contamos con el apoyo económico de Gobierno de Navarra a través de una enmienda parlamentaria en los presupuestos, del Programa InnovaCultural de Fundación La Caixa y Fundación Caja Navarra y las aportaciones en especias del Ayuntamiento de Aoiz con la cesión del uso de la Casa de Cultura, de la Mancomunidad RSU Irati, de Aspace, del colegio e instituto públicos de Aoiz. Estamos profundamente agradecidos a todas las partes que se implicaron para poder sacar adelante la primer edición.
No obstante, lamentamos no haber sido capaces de volver a alinear esas voluntades. Vivimos con frustración que algo que fue un éxito objetivo, por el desinterés político, se transforme en un fracaso de facto al no poder reeditarlo. Desde la organización nos negamos a contribuir a la precarización de un sector tan maltratado como el nuestro. Si no tenemos financiación suficiente, preferimos no llevar a cabo una nueva edición.
Ahora se cumple un año del cierre del Festival, ahora se aprueban unos nuevos presupuestos para 2025 en los que no hemos conseguido, por parte de los partidos políticos, el apoyo suficiente para una nueva enmienda presupuestaria que garantice la solvencia necesaria.
Lamentamos también el desinterés manifiesto de la Consejería de Cultura del Gobierno de Navarra algo que nos resulta completamente incomprensible ya que el Festival está perfectamente alineado con las directrices políticas que dicen defender y potenciar.
La realidad es que, a pesar de haberles invitado a todos los actos antes, durante y después del Festival, nunca acudieron a nada. Y la realidad es que a pesar de haber solicitado una reunión con la consejera hace casi un año, nunca nos han dado esa cita. Tenemos claro que esta «no respuesta» es, en la práctica, una respuesta que denota un desinterés total.
A nosotros nos queda repensarlo todo: las vías de financiación, tal vez deslocalizar el festival, tal vez transformar el formato, tal vez dejarlo morir de inanición…
Esta carta responde a la frustración y también pretende ser un ejercicio de transparencia para que todas las personas que os interesáis por el LEB y que nos mandáis propuestas o preguntáis por siguientes ediciones, podáis saber la realidad del proyecto.
Ojalá poder contar pronto nuevas y buenas noticias. De momento, así están las cosas.
Un saludo,
Asier Andueza
Director del Festival LEB Jaialdia.