Un espacio parco, espartano. Apenas unas sillas y un gobelin que servirá para proyectar emociones, ventanas y colores según avance la dramaturgia, le sirven al autor para presentarnos una tragedia universal. En las transparencias se creará el intramundo, obsesivo, compresivo y angustioso de la celda. Una celda en la que, Rubén García (Miguel Pérez Polo), encuentra un mundo para el totalmente desconocido en la persona de El Rumano, un buscavidas taleguero. Un superviviente del maco y el patio machacahombres. Una celda “cómoda”; como le promete la abogada. Si es que es posible tal concepto.
Es el encuentro de dos mundos. La sensibilidad de artista, la carcoma vital del creador frente a un hombre acostumbrado a la falta de piedad, a la supervivencia a costa del otro. Rubén tiene un secreto afectivo que no quiere revelar y trata de ocultar a su compañero de celda que le va llevando en un viaje inciático por el mundo de la supervivencia taleguera. Un mundo extraño, que le repele y despedaza por dentro. Con el tiempo descubrirán que los seres humanos tienen muchas más cosas en común de las que podrían pensar y llegan a avanzar hasta algo parecido a una amistad.
Rubén decide volcar sus cuitas y vivencias en un diario al que cambia el nombre. No lo abrirá escribiendo “Querido Darío” sino “Querido Diario”.
Las escenas donde Rubén escribe suelen suceden en la esquina de la celda, tamizadas por el tul, con iluminación expresionista, aislándolo del mundo.
Para Rubén se trata de un nuevo encierro, dentro del mundo en que le ha tocado vivir y trata de enfrentarlo utilizando su fuerza mental y sus afectos exteriores. de celda por habitación y discute con el doctor Zambrano (Fermín Núñez) en uno de los momentos más intensos y divertidos de la obra, donde el lirismo del texto describiendo el silencio y la necesidad de la mano materna, alternan con instantes de humor ácido donde se desvela la condición de Rubén.
El acercamiento al Candi “El Rumano” se convierte en una pugna de atracción-repulsión. Rubén comienza a comprender sus vivencias y su situación, pero los comentarios que hace, se le clavan como espadas.
El texto de Miguel Murillo juega con el equilibrio entre el drama interior que se desarrolla en el personaje de Rubén con un humor inteligente que va presentando los problemas de identidad, la presión social o, incluso, instantes de profundo lirismo, como el recitado del poema de Rubén Darío.
El viaje de Rubén va pasando por todas las situaciones carcelarias, los talleres monótonos, el kíe; representado en el personaje de El Pipe; las agrupaciones delictivas, la interminable soledad de las noches, la pérdida de la identidad, los extraños rituales talegueros como las bolitas prepuciales para acudir al vis a vis…
El movimiento escénico aprovecha notablemente el escenario, utilizando en la justa medida el recurso de la celda-tul y moviendo los personajes por el resto incluso en leves danzas con notable expresión corporal de Miguel Pérez Polo. La obra posee instantes de intensa humorada, como el interludio musical del Doctor Zambrano y Rubén con mantón de Manila como cómplice.
La adecuada iluminación resalta los instantes y juega con el dramatismo, reforzada en todo momento con una partitura adecuada y expresiva. ‘Querido Darío’ nos habla sobre problemas universales, la identidad, la intolerancia, la falta de posibilidades sociales o el poder omnímodo de la palabra o la decepción.
La acertada dirección de Sara Jiménez dota de un pulso fluido a este drama universal, donde los actores encarnan con acierto los distintos espacios humanos. Fermín Núñez despliega una paleta de recursos que dotan a su “Rumano” de humanidad y una cierta bonhomía delincuencial (si existiese tan particular). O desdoblándose con efectividad en su breve interpretación de El Pipe. El sesgo que imprime al Doctor Zambrano, nutre al espacio dramático de un humor luminoso e inteligente (aunque el mérito está servido en bandeja con ese texto).
En su papel de Demiurgo carcelario dota de recursos a un Fermín apocado y desnortado en el preludio que termina canalizando su rabia y enfrentándose a la intolerancia, la impostura y la intransigencia. Difícil rol el de Miguel Pérez Polo, que crea el personaje con variedad de registro. El tempo narrativo es adecuado y las escenas se suceden con levedad, enlazadas con corrección. Un texto que deja un amargo sabor en el espectador. Un poso de inquietud. Un sabor a injusticia.
Francisco Collado
Obra: ‘Querido Darío‘ – Autor: Miguel Murillo Fernández – Dirección: Sara Jiménez – Intérpretes: Fermín Núñez, Miguel Pérez Polo – Producción: Escénico 700 pesetas- Gran Teatro de Cáceres
Lamentable crítica teatral. Tachar un suceso de un delito penal con sentencia firme y con pena de prisión de «sabor a injusticia» denota la falta de información y la sensibilidad expuesta en esta crítica teatral extremeña.
¿No se han preguntado, los verdaderos hechos reales que llevaron a ese chico de 28 años a la cárcel? ¿No han pensado en la presunta incitación al odio y vulnerabilidad de la víctima? Realmente creen que un juez, sin pruebas de delito, manda a prisión por error?
UNA OBRA DE TEATRO EXTREMEÑA
BASADA EN HECHOS REALES, QUE OCULTA UN VERDADERO
DELITO CON PENA DE PRISIÓN.
Los hechos corresponden a una condena de dos años y tres meses de
prisión por golpear con una botella de cristal a una mujer en el Barrio
de la Madrila de Cáceres.
Según el relato que cuentan y manifiestan el autor y la propia productora de la obra teatral “nace de la necesidad de hacer visible una historia, basada en hechos reales, de un chico extremeño de 28 años que es acusado y condenado por un suceso
que no le corresponde” pretendiendo además visibilizar al colectivo LGTBIQ+” para intentar mostrar un teatro de carácter social, y del mismo modo victimizar unos hechos de homofobia que no tienen nada que ver con la condena ni el delito que llevó a
este chico extremeño a prisión.
El verdadero delito que presuntamente desde la productora quieren ocultar pertenece a unos hechos que fueron imputados a ese chico de 28 años, con una sentencia firme dictada en el año 2014.
Tal y como se estableció dicha sentencia, publicada por varios medios de comunicación
extremeños y según EFE: “los hechos sucedieron en Cáceres, el 23 de diciembre de
2012, siendo las 5:15 horas de la madrugada, en una de las discotecas que se ubican
en la plaza de Albatros. Después de producirse “un desencuentro inicial entre el
grupo de amigos con los que se hallaba el acusado y otro grupo de personas entre
las que se encontraba la demandante, el acusado se dirigió a la mujer y de forma
súbita le propinó un fuerte golpe en la cara con una botella de cristal. Como
consecuencia del impacto, la demandante sufrió varias heridas en el labio superior
y perdió un diente y parcialmente otros dos. Por todo ello, el juez consideró que los
hechos fueron constitutivos de un delito de lesiones con empleo de instrumento
peligroso, en grado de consumación. Por estos motivos y con sentencia firme, el chico
extremeño acusado entró en prisión, además de imponerle un pago de 2.201 euros, como
indemnización a la perjudicada”.
Por estas injustas causas, no se entiende que desde la propia autoría y productora se
intente con esta puesta en escena teatral, demostrar la inocencia del acusado, y basar la
obra en unos hechos homófobos, que nada tienen que ver con las causas y el verdadero
delito por el que se condenó a prisión al acusado.
https://avuelapluma.es/condenado-a-2-anos-y-3-meses-por-golpear-con-una-botella-a-una-mujer-en-la-madrila/