Y sin embargo…
Entre otras obras vistas en los últimos días puedo señalar en orden aleatorio sin ninguna jerarquía ni siquiera temporal, un “Rey Lear” de Chapitó, una “Gaviota” de Guillermo Cacace, un “Coriolano” de Shakespeare con dirección de Antonio Simón, “Jerusalem” de Jez Burttrerworth con dirección de Antonio G. Guijosa, “Gordas, lisiadas y mamarrachas” de Anna Marchesi y Coria Castillo, “Entre Rimas y Riberas” sobre textos de Garcilaso de la Vega y poetas uruguayas a cargo de la Comedia Nacional de Uruguay y la Compañía Nacional de Teatro Clásico y “Los yugoslavos” de Juan Mayorga. He visto alguna pieza más, de danza, de otros géneros, pero al relatar todas estas seguidas entro en una suerte de sueño eufórico por poderme poner delante de estas propuestas teatrales. Y sin embargo…
Tengo una rara sensación, algo que me invade desde hace semanas y meses y que no puedo ya considerar que se deba a mis circunstancias personales médicas, estados de ánimo o convulsiones profesionales o económicas, sino a algo que anida desde la reflexión y que a modo de terapia guardo para analizar a la luz de los focos de led solo o en compañía de otras. ¿Es cierto lo que tantos profesionales de diversos gremios sienten de la actual situación general de las Artes Escénicas? Todo son apreciaciones, frases sueltas en circunstancias de libertad expresiva, sentimientos que profundizan en algo intangible, pero que me temo puede convertirse en una idea que se cronifique de manera irreversible.
Me refiero a una suerte de conformismo, de renuncia, de incertidumbre, de sentirse descolocad ante lo que se promete y se anuncia, lo que se firma, lo que acontece de manera rutinaria y constante en las altas esferas de decisión, ya sean ministeriales , de las consejerías autonómicas o las concejalías de los ayuntamientos que van conformando algo así como un retroceso, un estancamiento, a veces una vuelta a prácticas que considerábamos ya eliminadas como es la de la injerencia partidista en las programaciones, de manera rudimentaria o sutil.
También existe otra duda razonable para quienes estamos condenados por nuestra obsesión, vocación o profesión a ir cada día a ese acto sublime de sentarse en una butaca o silla en salas y teatros que notamos como una homogeneidad en la ambición estética a la baja, en ocasiones muy a la baja y que conste que de las obras que he reseñado en el primer párrafo están muchas de las grandes excepciones que a este cura le alegran el día, la semana o la existencia, pero que, por lo general notamos una cierta decadencia en todos los escenarios, algo que seguramente es una impresión adocenada, temporal debido a circunstancias concurrentes, pero que cuando nos damos cuenta de que esto sucede en las producciones institucionales, entramos en una suerte de pánico menor o de una sospecha mayor.
Cuando ustedes lean esta homilía estaremos a punto de saber los ganadores de los Premios Godot en los que humildemente hemos tenido una participación, vamos viendo la presentación de la temporada 2025/26 de varios Teatros e instituciones y. notamos una coincidencia que nos lleva a mantenernos en la duda razonable y la insistencia en reclamar atención y actitud crítica al ver las obras de las Artes Escénicas. Vayan al Teatro, siempre es un acto de amor, un acto de reconciliación con la capacidad humana para preguntarse sobre su existencia, pero mantengan ese espíritu crítico tan importante para que sigamos anunciando algo nuevo.