Críticas de espectáculos

bebé/Alberto Iglesias/La Machina Teatro

Del dolor y la culpa
Obra: Bebé
Autor: Alberto Iglesias
Intérpretes: Cristina Samaniego, Luis Oyarbide
Espacio escénico: Colectivo Anarte
Iluminación: Iñaki Moreno
Vestuario: Sara Mingo
Dirección Alberto Iglesias
Producción: La Machina Teatro
La Vidriera –Moliaño- 12-03-03
La peripecia de esta obra se inicia en la pérdida en accidente de un hijo de 11 de William Shakespeare y Anne Hathaway. Y se mezcla el dolor, el desgarro, con un sentimiento de culpa que se va convirtiendo en una obsesión, como si la ausencia se hubiera convertido en un agente galvanizador de una distancia, de una incomprensión, de una falta de comunicación que impide la cauterización de una herida profunda, una llaga en el alma que nubla la relación de la pareja, por lo que en la dramaturgia, estas distancias se hacen físicas, y de los momentos de reunión, de cruce, se pasan a los monólogos, a esas exaltación de una soledad solidaria, que puede llevar, con la misma intensidad, al abismo, o a la creación. Pueden ser freno y motor los sentimientos aunque sean contradictorios y se pueden sentir casi simultáneamente.
Alberto Iglesias es un joven dramaturgo, un hombre de teatro, que trabajo muy bien la situación, que elige la fragmentación, pero que es capaz de casar diversas referencias estéticas, como si en esta su casi primera experiencia de creador total, hubiera puesto sobre la escena sus antecedentes, sus maestros, su declaración de principios. Y debemos asegurar que la obra funciona, que hay personajes, que hay un buen tejido textual, que sabe darle progresión dramática, emocionar, comunicar, instalarse en esas tinieblas interiores de estos dos seres que vemos defenderse frente a nosotros del destino y la incapacidad de asumir los hechos fuera del empozoñamiento. Y siguiendo la cronología histórica, el monólogo final es el famoso «To be or not to be…», porque Shakespeare escribió su «Hamlet» al poco del suceso, es decir la vida impregnando la creación. Todo dicho en lenguaje actual, con un gran esfuerzo actoral, conjugando lo físico, con el texto, lo que requiere una entrega y una ductilidad que la pareja ofrece sobradamente. Una buena muestra de un teatro de sustancia formal y de contenido.
Carlos GIL

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