Entrevistas

Ferran Utzet: Los actores tienen que ser el centro de las obras

Ferran Utzet es un joven director que debuta en el panorama comercial con La Presa, del irlandés Conor McPherson, producida por La Perla29 y que se puede ver hasta el 17 de abril en Barcelona. Utzet se ha incorporado a la factoría de Oriol Broggi como ayudante de dirección desde 2010, con las obras: Natale in casa Cupiello, Electra y Questi fantismi. Este licenciado en Matemáticas y graduado en interpretación por la escuela de Sants La Casona, se lanza a la dirección con un clásico del teatro anglosajón, a pesar de que McPherson escrivió esta pieza con tan sólo 26 años. El montaje se pudo ver por primera vez en Cataluña en 1999 en el Teatro Romea. Ferran Utzet ha viajado un par de veces a Irlanda, antes y durante los ensayos, para empaparse del ambiente rural irlandés. El primer viaje lo hizo con una amiga y posteriormente con la compañía, a quienes agradace la confianza que le han demostrado durante todo el proceso de creación.

¿Cómo escogistéis esta pieza?

Al principio, con Oriol Broggi barajábamos la opción que dirigiera En la soledad de los campos de algodón, de Koltès. El texto me encanta, pero empecé a darme cuenta que hacía falta mucho artificio por parte del director si quería montar esta obra. No lo veía apropiado para un director sin experiencia com yo. Además, pensé en algo muy simple: si llevo este texto a escena mi abuela, a quien tanto quiero, se va a aburrir profundamente! Entoncs Broggi me sugirió el texto de McPherson, una obra muy de actores.

Prácticamente, los cinco actores están en escena lo que dura la obra. ¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir a un grupo actoral bastante más maduro que tú?

Me han ayudado mucho y ha sido sobretodo un proceso de acompañamiento. Es evidente que he dado pautas en los ensayos, pero creo que la tarea del director tiene que ser la de resolver los problemas, unificar, cuidar, acompañar a los actores. El hecho teatral en definitiva lo construyen ellos. El director no tiene que ser una figura más importante que los demás. En Cataluña, con el proyecto T6 que ha desarrollado el TNC, se ha potenciado, a lo mejor demasiado, la figura del director y dramaturgo. La dramaturgia y la dirección se tienen que poner al servicio de los actores. Con esto no quiero decir que no se tenga que ayudar a la dramaturgia: sin ir más lejos, McPherson escrivió La presa, fruto de una residencia de seis meses en uno de los muchos teatros que hay en Irlanda.

En esta obra no sucede nada, hay muy poca acción. ¿Qué es lo que pasa entonces que nos emociona?

La particularidad que tiene esta obra es que no tiene ninguna pretensión de hablar de nada. No querer hablar de nada, permite que puedas hablar de lo esencial, que en este caso se trata de la vida y de la soledad. Jordi Balló, en el libro La semilla inmortal, repasa los principales argumentos de la historia de la ficción. La presa se enmarca en un modelo muy antinguo que él denomina «la llegada del extranjero a una comunidad». Balló, distingue también entre la naturaleza del extranjero, que puede ser bueno o malo. En el caso de La presa, el extranjero es bueno porque es un personaje que ayuda a mejorar la vida de la comunidad. Valerie, llega procedente de Dublín en un pub de pueblo y pone en evidencia la soledad con la que viven todos los personajes.

El personaje de Valerie es central y además lo interpreta una Montse Germán que es nueva también en los montajes de La Perla. ¿Qué has querido buscar con esto?

Sí, ella tiene un papel determinante. La obra recrea una escena que todos hemos vivido en algún momento: llega una mujer guapa y todo el mundo quiere competir para ver quién habla con ella. Se produce una especie de guerra de gallos. No se trata de un flirteo íntimo, sino de una lucha previa, para ver quién es el más inteligente, el más divertido, el más ocurrente, el más sensible. Cada uno de los cuatro personajes masculinos desarrolla una estrategia para atraer su atención. La verdad es que me costó bastante encontrar la actriz y estuve varias noches dándole vueltas. Montse Germán es, en la ficción, la extrangera que llega al pub, y en la realidad, también es extrangera, porque nunca antes había trabajado con La Perla. Los demás actores son de la casa, ya habían trabajado con nostros. Valerie es el personaje más difícil y el monólogo que desarrolla requiere mucho trabajo. McPherson propone que este personaje sea menor de 30 años. En Irlanda hay un problema importante con los embarazos. La moral católica es muy fuerte y cuando vas allí realmente ves madres muy jóvenes. Aun así, yo decidí que la actriz tenía que ser un poco más madura, y que tuviera más experiencia para aguantar bien el papel.

Cada uno de los personajes masculinos interpreta un monólogo, una historia, en la que se puede ver mucho de su personalidad. ¿Se desnudan quizá muy rápidamente?

Yo creo que no, que el destape de los personajes es bastante progresivo y no es hasta el último monólogo, el de Jack, el del perdedor, que es el único que no es para impresionar a Valerie, que allí sí que se desnuda por completo. Los personajes acaban entendiendo que la única forma que tienen de progesar y avanzar como colectivo es abrir un poco la presa, dejar que se escape el agua, y ser sinceros con ellos mismos.

Habéis recreado un pub irlandés con todas las de la ley y la proximidad con el público es total. Además, al espectador se le sirve una cerveza al llegar y se le invita también a que al final se quede un rato más a la barra del pub.

Una cosa que se hecha en falta en el teatro de hoy es la idea que todos los detalles son importantes. No sólo es importante la representación sino todo lo que la rodea: con qué ambiente se hacen los ensayos, con qué tiranía o libertad se dirige, etc. Peter Brook lo dice: «los detalles son la escalera que conduce al corazón del misterio». Oriol Broggi, el jefe de La Perla, me regaló hace un tiempo el libro de El artesano, de Richard Sennet, que habla mucho sobre todo esto. Queremos que el espectador tenga una experiencia teatral.

¿Crees que sería posible una versión de esta obra más actualizada?

Yo creo que la obra no lo admite. En este sentido es una obra muy Chéjov, un autor que no admite grandes intervenciones del director. Admite música moderna, escenografía arriesgada, eso sí. Aquí pasa un poco lo mismo, no puedes inventarte nada. Yo creo que las actualizaciones son peligrosas. Y es que además, no hace falta. Lo único que hacemos es que el público reciba mejor esta historia que si la estuviera leyendo en casa.

Con tu grupo «Teatre portàtil» apuestas también por el hecho de desplazar el teatro a espacios no convencionales, parece pues, que te has sentido cómodo en esta nave gótica de la Biblioteca de Cataluña.

Sí, la verdad es que la productora ha hecho una apuesta arriesgada y está dando muy buenos resultados. Yo creo que hay que hacer un esfuerzo para llevar las artes escénicas fuera del edificio teatral clásico. Hace falta una gestión muy atrevida para confiar en los espacios no convencionales. Básicamente porque requiere pasión, y la pasión es un valor a la baja en la sociedad de hoy en día. Mira, te voy a contar una cosa: Mi tío, que es arquitecto, ha trabajado en la rehabilitzación de un teatro en Bescanó, un pueblo catalán, y se han gastado una pasta en la remodelación de la pinta, el techo, etc. Ha venido a ver esta obra y dos montajes más en la Biblioteca y el otro día me comentaba: no sé porque nos gastamos tanto dinero en remodelar los edificios teatrales si vosotros, en un lugar como éste, con cuatro focos colgados de un trust, conseguís que el espectador tenga una experienca más potenete que en un teatro con la mejor pinta.

Miquel Valls Colomer

marzo 2011

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