Otras escenas

Peccata Minuta

El chico que corta la entrada nos sonríe amable y misterioso. Su mirada podría querer indicar: ‘Prepárense, los artistas les tienen dispuesta una sorpresa muy interesante’. En hall del teatro, donde empieza la representación, el regidor me cuenta que se lo ha pasado bomba trabajando con la compañía. Esperando a que la función dé comienzo, tropiezo con Teresa, una amiga que atiende con muchas ganas de disfrutar de la obra, alguien se la ha recomendado efusivamente.

Después de la escena introductoria, cuando los actores nos reparten en grupos y empezamos el itinerario, oigo que un matrimonio de mediana edad comenta que ‘el principio les ha recordado al trabajo de Teatro de los Sentidos’. En otro lado, una pareja más joven avanza insegura y habla del pasaje del terror. La segunda escena nos saca de dudas y le pillamos el punto al espectáculo. A lo largo de las diferentes paradas, unos sonríen y otros se sonrojan. Un joven coreano se atreve a flirtear con uno de los actores: con tres movimientos precisos le dice tanto… Alguien expresa que todas las escenas se tornan agrias en los últimos segundos. También escucho como dos programadoras apuntan que lo visto ‘tiene claras influencias de lo que se hacía en el Festival Veo’, y ‘que está muy bien que éste haya dejado huella en el estilo de las compañías valencianas emergentes’.

El espectáculo ha ido calando, y se puede leer en el gesto de los espectadores que están muy contentos. Durante la escena final, los grupos se funden en uno y dos amigas se reencuentran. Oigo que una le explica a la otra que al principio estaba tensa, que luego se había ido relajando y que al final no le hubiera importado ‘montarse un rinconcito y compartir sus pecadillos con el público’.

El espectáculo finaliza y nos queda a todos muy buen cuerpo. ‘Lo hemos pasado realmente bien’ explican una pareja de ancianos. En el bar, un colega considera que ‘Tienen un algo de la compañía Kamchatka’; un compañero de trabajo añade que ‘beben de los Pont Flotant’; y mi cuñado habla de Fellini, lo dice sobre todo por el tono y por los actores. En la mesa de al lado, dos periodistas hablan del teatro como experiencia, del valor añadido de piezas como la que acabamos de ver, Peccata Minuta, de los Francachela Teatro.

Y yo, entretanto, me dejo llevar, viendo cómo el espectáculo continúa, escuchando como unos y otros opinan, maravillado por las reacciones que los valencianos han provocado en el público, por las lecturas, los análisis y las comparaciones generadas. Al terminarnos la cerveza, nos levantamos y cada cual se marcha a su casa. La velada ha sido estupenda, la función, dicen, mejor.

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