Críticas de espectáculos

Borges + Goya/Rodrigo García

En el ápice
Obra: Borges + Goya
Autor: Rodrigo García
Intérpretes: Juan Loriente, Gonzalo Cunill
Iluminación: Carlos Marqueríe
Espacio escénico y dirección: Rodrigo García
Producción: La Carnicería Teatro
Sala La Fundición – Deustua- 08-10-05
Dos monólogos. El primero surge a petición de la casa de América de Madrid que solicita al autor un texto sobre Jorge Luis Borges. Rodrigo García es un admirador del “viejo”, pero le acusa de sus despistes con la realidad. Le gusta su obra, pero denuncia su pasotismo cómplice, su no intervención contra las dictaduras militares. Aprovecha a Borges para hablarnos de Argentina, de un estado de cosas que llevó a un pueblo a una convivencia con el terror. Juan Loriente es el intérprete que traslada la palabra de García, que parece una confesión, pero que es un texto dramático, es decir, no importa si la voz es personal en su esencia, lo importante es que es social al ser compartida y mediatizada por el actor que aparece de azul, a modo de pitufo, haciendo un ejercicio físico muy sutil, pero de gran dificultad. Un vídeo antecede al texto, y es bastante más alegórico y corrosivo. La suma de ambos lenguajes le dota de una fuerza inusitada.
El segundo es mucho más delirante. Más ácido. Bastante más cercano, incluso por su tono humorístico, por la causticidad de lo narrado. El delirio de un atronante que decide a sus cuarenta y un años gastarse con sus hijos de 12 y 6 años todos sus ahorros: nada menos que cinco mil euros. Y decide, en contra del criterio de sus hijos que quieren ir a Disney Word, contratar a un filósofo alemán y entrar por la noche al Museo del Prado madrileño, con bocatas de tortilla y bebidas y garlopa en abundancia para contemplar los cuadros de Goya, ellos solos sin turistas ni guías. Esta es la propuesta de este padre delirante que nos coloca ante el absurdo de nuestras vidas, ante las nociones de consumo, de pertenencia a un colectivo: él va disfrazado de mascota del Atlético de Madrid, lo que es una declaración de principios. También un vídeo, “Garrotazos” acompaña a esta obra.
Dos monólogos, dos actores, una misma estética, dos formas de afrontar el género muy distintas, un conjunto que se complementa y nos muestra a un Rodrigo García en el ápice de su creación, muy seguro en el trazo, con unos textos muy disímiles, pero reconocibles en su plasmación escénica, con el apoyo de unos audiovisuales que proponen otras miradas a los mismos asuntos.
Carlos GIL

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