Críticas de espectáculos

Buscando libertad entre lluvia de metralla

Cómo contar un dolor documentado. Cómo expresarlo para que se sienta desde el otro lado, del que no lo ha experimentado nunca. El teatro testimonial de Veracruz se inicia frente a los ojos-espectadores sin distancia ni altura en este comienzo de FIT 2022. ¿Y cómo hablar de una violencia extrema desde la tercera persona, en tanto que no es el cuerpo que directamente la ha sufrido? Veracruz articula un discurso con imágenes en movimiento, con voz serena y sentida ante los actos más atroces que se han cometido. La ciudad y sus personas, sus bosques y sus pensamientos críticos. Extensión unos de otros. Humillados primero, quemados después, unos y otros. Nadia Vera y Rubén Espinosa fueron arrancados de la tierra por la que creían que podía llegar a ser: un mundo mejor.
Esta semiología del dolor representada en el seno de lo teatral demanda como punto de origen una herida que late y que necesita exponerse para ser entendida. Luisa Pardo y las voces en primera persona no excluyen que en ese mismo plano, ‘los individuos están anclados en la rutina’. No obstante, Veracruz no callará por ellxs, por lxs que han sido deshumanizados y privados de nombre. Por lxs que ‘imaginaron cielo, y no tierra’.
El discurso de Veracruz contiene imágenes sonoras, donde la voz es la materia y vehículo del mensaje: es el acto de ser escuchada. A su vez, las proyecciones audiovisuales fundan la crudeza de lo acontecido: la muerte del ecosistema fue real y no puede caerse de la memoria colectiva. Ellos son representados por ramilletes de flores, de velas, de un cuadro y sus trazos y coloración. Son significados en un espacio descentrado de la conferencia, con una colocación pausada y narrativa. Durante la escena, su deslizamiento es progresivo: desde el punto más izquierdo de la horizontal hasta su límite derecho del escenario. Dicho movimiento conlleva que la totalidad de los objetos dispuestos haya sufrido, a su manera, un cambio ontológico. De ser considerados cosas (funciones en una cotidianidad violenta y que ha sucumbido), ahora son signos, enhebrando una dimensión semiótica del dolor y el sufrimiento en figuras-testigo.
Veracruz yace como palabra se está despojando de sentido. Quedan grafías, pero han sido humilladas. Son letras, sonidos que recuerdan a una ciudad que fue vaciada. Los elementos podrían forman un altar que la evoque. Guardan luto en silencio porque significan una falta, una vacuidad en el estado de Veracruz. Ya no existe esa ciudad: su persecución ha dejado solo sus signos (de ramilletes de flores, figuras, muñecas, cirios, plantas). Luisa envuelve un ladrillo y la metáfora en su plenitud tiñe el encuadre de golpes secos que reflejan llantos y esfuerzos sin fruto ni flor.
Se ha quebrado. Veracruz da voz a una herida que se ha abierto del todo y está circundando todos los rostros. Unas flores son alineadas sobre el signo-cadáver Veracruz. Los cirios han sido prendidos para iluminar este poema de violencia extrema que nos grita: no es un cementerio donde las flores lloran por el viento, sino que son cientos de fosas, cientos de espacios sin nombre donde estas conciencias comprometidas fueron y serán asesinadas.

Andrea Simone

FICHA ARTÍSTICA:
Obra: Veracruz – Creación: Luisa Pardo – Colaboración: Lázaro Gabino Rodríguez – Diseño de luz: Sergio López Vigueras – Programación de Isadora: Carlos Gamboa – Producción: Lagartijas tiradas al sol –
Central Lechera – FIT de Cádiz 2022 – 15/10/2022

Fotografía de Lourdes de Vicente y Francis Jiménez.

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