El Hurgón

Contar el mundo al revés

Se ha puesto de moda contar historias al revés, y no sabemos si dicho ejercicio tiene como objetivo llevar al público a hacer una prueba de rapidez mental, o probar si la vida dicha (ya que no se puede hecha) al revés, sobre todo la actual, puede explicarse, o si el objetivo es armar una nueva forma de diversión para hacer más competitivo el espectáculo de contar cuentos.

Esta moda quizás sea consecuencia de una de las estrategias de la que se están valiendo algunos narradores orales, para despertar interés en un auditorio cada vez más urgido de impacto, como también de un proceso de búsquedas en las que está inmersa esta disciplina, con parentesco escénico, y en las que se nos antoja creer que prevalece la de los finales alternativos.

La inducción a la búsqueda de finales alternativos a las historias es una estrategia pedagógica de quienes desarrollan actividades formativas dirigidas a los que desean contar algo, bien sea en forma oral o escrita, estrategia que seguramente nunca dejarán de usar, porque, sin lugar dudas, ésta es muy oportuna para apurar el cerebro de los alumnos y despertar su creatividad, y, tal vez, adicionalmente, para iniciarlos en el conocimiento de ciertas formulas de tolerancia, necesarias para la interpretación del mundo, algo que debe ejercitar quien narra, si no quiere terminar haciéndolo sólo para sí mismo.

Esta estrategia, que bien sirve para que quien la asume empiece a entender que el mundo es un panorama sobre el cual pueden caer múltiples miradas interpretativas, sin que por ello se produzca daño alguno, aunque generen controversia, es también muy útil para despertar la esperanza creativa de quien aspira a convertirse en un relator de sucesos, porque en el ser humano se aumenta la ilusión creativa cuando éste descubre que lo que hizo otro es susceptible de ser mejorado, o superado.

La búsqueda de finales alternativos en las historias ya dichas o escritas, es también de gran utilidad para no perder de vista el concepto de diferencia, y mantener la conciencia del ritmo, en riesgo una y otro, debido a las tendencias ideológicas actuales de homogeneización de costumbres, deseos, ideas, que van de un lado a otro, impulsadas bajo una cierta incertidumbre del objetivo del movimiento, para evitar que el punto de observación de quien pretende estudiar la realidad permanezca estable.

Pero la búsqueda de finales alternativos también puede servir para relajar el interés cognitivo de quien los propone y terminar convirtiendo éstos en fórmulas de entretenimiento y generación de impacto, pues todo acto humano tiene como mínimo dos consecuencias. Por eso detrás de toda estrategia de subversión también hay una de conservación, porque el establecimiento o statu quo que es consciente de la necesidad de generar espacios para la distensión, permite ciertos niveles de irreverencia hacia sus símbolos sagrados, como por ejemplo jugar con ellos a tomar caminos impredecibles, y si es el caso, volverlos al revés, para hacerles creer a quienes ejercitan dicho juego, que están subvirtiendo el orden y que van a iniciar a partir de ese momento los cambios que tanto han soñado.

Uno de los casos más visibles de cuento contado al revés es el de Caperucita Roja, tal vez por la vigencia permanente que le da a este relato la generación espontánea y constante de lobos en la sociedad, razón por la cual es uno de los más emblemáticos, porque además perpetúa la idea del miedo, y ¡qué mejor que jugar a ridiculizar el miedo, porque de paso se ratifica su existencia!

Permitir que un símbolo social como éste, de tan grande impacto ideológico sea vuelto al revés es una forma de protegerlo, porque el juego es un método pedagógico eficiente para perpetuar un hábito, arraigar un pensamiento y fomentar una idea a través de la subversión transitoria de la vida.

Por eso quienes van por ahí contando a Caperucita Roja al revés, o haciendo bromas con los pasajes bíblicos, que es otro de los juegos permitidos porque sirve para ayudar a sortear la crisis ampliando los espacios para la risa, mientras piensan que están subvirtiendo el orden, ayudan con eficacia, sin exigir mucho a cambio a consolidar la gran multinacional del entretenimiento.

 

 

 

 

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