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Doctores del alma / Chejov-Bulgakov

Un dramaturgo es más que un psicólogo, o que un promotor de revoluciones, o un reflejo de la sociedad. Es todo eso y algo más: poeta, profeta, ideólogo, saltimbanqui, oráculo. Aunque también hay categorías de dramaturgos, los hay buenos, excelentes, excepcionales, y malos, hasta pésimos. No basta con escribir en diálogos para ser un buen dramaturgo.

Aquí quiero referirme a dos escritores de idioma ruso que representan el absurdo que nos ha descubierto la agresión rusa contra Ucrania: me refiero a Anton Chejov y Mijail Bulgakov, pero además con un dato interesante, ambos eran médicos. Chejov ejerció su profesión hasta casi su muerte, y siempre dijo: la medicina es mi esposa, la literatura mi amante. En cambio Bulgakov dejó muy pronto la medicina para dedicarse a su pasión: escribir. Aunque ejerció la medicina en situaciones muy difíciles como lo narra en sus memorias.

Chejov es el escritor de la integridad, su posición era contra las injusticias, pero en sus obras trata más bien las injusticias que se manifiestan en los pequeños núcleos de la sociedad, en la intimidad. Fue un cuentista excelente, habilidad que le envidiarían otros escritores rusos, y después dramaturgo, tal vez para no caer en la tentación de escribir largas novelas, pues sus obras principales son auténticos compendios de vida. El doctor Chejov, tal vez trataba de sanar el alma humana a través de la justicia y, por qué no, de la literatura y el teatro. Agradezco a Chejov su brevedad y agudeza, ¡qué talento!

No resisto la tentación de preguntarme ¿cómo le habría ido a Chejov con la Revolución Bolchevique? ¿Cuáles habrían sido sus relaciones con el poder soviético, con Stalin en particular? La pregunta en sí ya es un principio de respuesta, porque no se pueden adivinar los pensamientos de los que ya se han ido y cualquier respuesta sería una manipulación.

Con quien no me queda ninguna duda es con Bulgakov, el sí que sufrió en carne propia el poder de Stalin. Para saber de su situación contamos con la magnífica obra de Juan Mayorga, Cartas de amor a Stalin en donde vivimos el infierno que fue la vida de Bulgakov en Moscú, preso sin cárcel, impedido de viajar al extranjero y de publicar, acorralado por la censura y la pobreza.

Más novelista que dramaturgo, Bulgakov también escribió para el teatro, adaptó su novela La Guardia Blanca y fue defendido (hasta donde eso era posible frente a Stalin) por Stanislavsky, el director del Teatro de Arte de Moscú. No obstante, vivió en la pobreza y persecución, y su novela principal, El Maestro y Margarita, fue publicada de manera póstuma 35 años después de su muerte, cuando ya se había debilitado el régimen soviético.

Y sin embargo Bulgakov tenía un profundo amor por el teatro que aparece en su biografía de Molière, Vida del Sr Molière en la que entra de plano en la piel del clásico francés para narrar sus vicisitudes ante el poder terrenal y religioso. Si se quiere revivir una época plena de teatro y aventuras hay que leer esta prodigiosa biografía, que acompañada de la obra La conspiración de los devotos dan una perspectiva de la vida y obra de Molière. Durante su vida escribió muchas obras de teatro, algunas perdidas y otras publicadas de manera póstuma. Siempre estuvo enfrentado a la censura, su manera de escribir fue libre y esto no rimaba con la dictadura soviética.

Aunque sin lugar a dudas su novela El Maestro y Margarita es un testamento, una profunda burla del caos comunista y del sentido de la culpa, una delicia narrativa que ha inspirado cientos de adaptaciones teatrales, televisivas y cinematográficas. Un clásico.

Dos clásicos, Chejov y Bulgakov que ahora uno en mi memoria por la absurda guerra fratricida en Ucrania. Tal vez la guerra los hubiera convertido en enemigos, uno ruso otro ucraniano, aunque lo más probable es que fueran aliados en contra de ese horror. A Bulgakov le tocó vivir todas las convulsiones y transformaciones rusas, pero evitó el horror de la Segunda Guerra mundial, al fallecer a en 1940. En cambio Chejov tuvo la delicadeza de morir en 1904 y así evitar la confrontación con los bolcheviques.

París, noviembre de 2022

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