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El Cafezinho de Gaya de Medeiros

CAFEZINHO’ (cafelito), para mí, es el tercer espectáculo que veo de esta creadora brasileña asentada en Portugal, después de ‘BAqUE’ (baqueteo) y ‘ATLAS DA BOCA’ (atlas de la boca). En tres años, seguidos, tres espectáculos: ‘BAqUE’ inaugurando la 12ª edición del GUIdance 2023, Festival Internacional de Danza Contemporánea de Guimarães, cuyo lema era “Naturaleza, trans_formación y otras prácticas sensibles: la felicidad que nos espera”. ‘ATLAS DA BOCA’ en la 13ª edición del GUIdance 2024 y ‘CAFEZINHO’ en el Festival Dias Da Dança, Festival DDD, que organiza el Teatro Municipal do Porto en diferentes espacios y ciudades de la zona metropolitana, en este caso en el Teatro Municipal de Vila Nova de Gaia. Curiosa coincidencia con el nombre de la artista: Gaya. Así, como si todo encajase por suerte y sin premeditación, con ‘CAFEZINHO’ confirmo mi admiración total por Gaya de Medeiros. Me gustaría compartir aquí algunas de las razones y de las emociones por
las cuales me reconozco admirador de esta creadora escénica.

‘BAqUE’ fue el primer espectáculo que vi, integrado por un elenco, y creo que también por todo el equipo artístico, de personas trans. Todos mis prejuicios, relacionados con feminidades y masculinidades cliché, de mujeres súper producidas y demostrativas, de hombres igualmente marcados en lo que concierne al género… Todos mis preconceptos y prejuicios se evaporaron, de inmediato, cuando asistí a aquella propuesta tan llena de verdad y de delicadeza. Seres humanos capaces de abrir su intimidad y sus realidades, sin provocaciones vacuas, sin recurrir al morbo ni al amarillismo, sin intimidarnos… Una manera de crear belleza escénica emocionante y eficaz con fragmentos de historias vitales que integraban la dramaturgia. Y todo ello desde un humor inteligente, también desde la ironía, pero siempre desde un afecto y un cariño impresionantes. Ahí me di cuenta o, mejor dicho, certifiqué algo importante en las teatralidades posdramáticas y en la creación escénica contemporánea: fuera del orbe de la mímesis, de actores y actrices representando personajes, existe la vibración real de las presencias y sus verdades intrínsecas, el archivo vital que traen consigo. Es, entonces, cuando aquella máxima del arte contemporáneo, según la cual se acaba el binarismo forma/contenido, cobra un sentido pleno. Ya no se trata de un actor o una actriz representando a una mujer trans o a un hombre trans. Ya no se trata de una imitación identificativa, de una interpretación magistral, en la que siempre va a existir esa duplicidad binaria, actor/actriz-personaje. Duplicidad entre la cual la recepción fluctúa, tal cual nos explica Bruce McConachie en ‘Theatre & Mind’ (Palgrave. Macmillan, 2013), ahora emocionándose con el personaje, ahora emocionándose con la maestría actoral. Sin embargo, en la mayoría del teatro posdramático y de lo que se suele denominar por creación escénica contemporánea, son las presencias reales las que nos traen toda la complejidad y toda la profundidad de aquellos materiales vitales, con los que juegan y componen la obra artística. Esto, en el caso de la experiencia de una mujer o de un hombre trans, resulta aún más significativo, porque se trata de recorridos biográficos en los que la transición o transformación presupone, pienso, experiencias de altísima y profundísima complejidad. No olvidemos que son personas de un colectivo históricamente marginado y castigado.

En ‘ATLAS DA BOCA’, Ary Zara, hombre trans y artista, y Gaya de Medeiros, mujer trans y artista, colocaban en sus cuerpos, a flor de piel, la celebración de sus sufrimientos y aventuras, convertidos en alegrías y en ganas de aprovechar la vida al máximo. Celebraban la amistad y la complicidad y nos las ofrecían con todo el cariño y el cuidado. De esa manera, nos hermanábamos con ella y con él y los sentíamos cercanos.
Lo lúdico, lo sensual, el humor… vuelven a enredarnos en un paraíso donde, por fin, la felicidad se puede sentir.

Y ahora, en ‘CAFEZINHO’, nos encontramos con un espectáculo de danza, de teatro, de música, que nos encanta y nos impresiona. Un homenaje precioso a ‘CAFE MÜLLER’ de Pina Bausch, que recoge algunas figuras y acciones, jugándolas de manera metafórica y bajo la luz de una poética más solar que la de la genial alemana. Momentos en los que las cuatro bailarinas, aquí todas diferentes en vestuario y fisionomía, despliegan, casi al unísono, movimientos impetuosos. Substituyen, así, aquella especie de sonambulismo existencialista de las mujeres de cabellos largos, camisón blanco y pies desnudos, de ‘Cafe Müller’, por mujeres urbanas de hoy en día, con ropas eclécticas y zapatillas deportivas, luchadoras, que se permiten dejar salir la rabia.

El impactante dúo de Gaya y la silla negra de madera, en carreras y colisiones, substituyendo las secuencias antológicas de aquellas mujeres que, de repente, se lanzaban en una entrega ciega, mientras un bailarín de traje negro les apartaba sillas y mesas, para que no chocasen. Las manipulaciones entre las bailarinas, con una marionetización que trae consigo un humor tierno y, a la vez, incisivo. Inolvidable es la figura que recrea a la mujer de peluca pelirroja, abrigo largo y zapatos de tacón, de ‘Cafe Müller’, aquí, en ‘Cafezinho’, agigantada, casi siempre de espaldas o de perfil, con sus pasos de pajarito. Una feminidad cómica, sin burla y sin rebajar esa alegoría.

En el programa de mano, Gaya escribe: “En respuesta a ‘Cafe Müller’ de Pina Bausch, este trabajo explora la coreografía como una tentativa para despertar la rabia. El trabajo propone danzar la testarudez de mantenernos vivas y deseantes en tiempos de desesperanza, moviendo cuerpos, deseos y afectos.”

Gaya, micrófono en mano, nos cuenta que, en su país de origen, la gente está todo el rato cantando, aunque pasen privaciones importantes, como comer solo una vez al día o enfrontar problemas de supervivencia. Pero cantan y siempre llevan una sonrisa en la cara. Cuando llegó a Portugal (España no es diferente en eso) se encontró de repente con gente que nunca canta, que sonríe poco, con ceños fruncidos… Incluso nos puede molestar que alguien cante o haga fiesta. Se pregunta y nos pregunta por qué. Bien, Gaya no dice exactamente esto. Esto es lo que yo recuerdo, es mi versión. Hay textos muy potentes en este espectáculo, salidos de la experiencia personal, de la observación, sin perder nunca una perspectiva social. En otro momento, nos dice algo así: somos un grupo de gente triste que va a hacer un espectáculo alegre.

La música de Ricardo Almeida, Francisco Rebelo y Iúri Oliveira es, por veces, como un volcán de adrenalina y endorfinas, y otras veces genera atmósferas suaves y envolventes. Algo parecido acontece con la danza y las palabras de Gaya, Lívia Espírito Santo, Helena Baronet y Paulina Santos.

En este ‘CAFEZINHO’ la danza dice y las palabras mueven; la música empuja y las luces y el espacio, brillantes y metálicos, reverberan. Como un puzle de escenas, asistimos a un encuentro y a una fiesta que, ahora está aquí, con samba, cantos y barullo, ahora se aleja hacia un segundo plano, dejándonos prendidos de ella.

Hay mucha pasión y ganas de vivir, por debajo circulan los conflictos y los anhelos. Está la consciencia de la muerte, muy de fondo, porque, en primer plano, está, sobre todo, la consciencia rabiosa de la vida y la necesidad de enfrentar estos tiempos con coraje y decisión.

Los cuerpos y las presencias traen sus verdades, nada es imitación ni representación de algo externo a lo que vibra aquí, en este ‘CAFEZINHO’ auténtico. Incluso la respuesta al de Pina Bausch, brilla y nos emociona, también para quien no tenga esa referencia, porque todo lo que se mueve y acciona tiene raíz en las vidas de cada persona del elenco, en sus momentos vitales más importantes, en lo que les mueve.

P.S. – Extractos sobre los trabajos anteriores de Gaya de Medeiros:

‘BAqUE’ de Gaya de Medeiros, en una creación e interpretación con Ary Zara, Lari Tav, João Leonardo y Eric Santos. Una coproducción del 12º GUIdance 2023, que abrió el festival, en la caja escénica del Gran Auditorio Francisca Abreu del Centro Cultural Vila Flor (CCVF), 2 de febrero.

La vida está llena de “baques” (baqueteos), aunque no los busquemos vienen solos y después, quizás, hasta podemos aprender y cambiar algo. Uno de los primeros o principales puede ser el cuerpo, que materializa nuestra identidad de género, dictada por la biología, olvidando nuestra voluntad. Los cuerpos, condicionando la mirada de las otras personas y los juicios inherentes a ella, a partir de lo que nos hace visibles y sentibles.

AqUE’ celebra, y comparte, cuerpas únicas, de personas trans igualmente únicas, fuera de los clichés y estereotipos que nuestros prejuicios hayan podido construir sobre las personas transgénero.

‘BAqUE’ facilita una mirada cómplice y amiga, porque nos es ofrecida una intimidad que transciende las anécdotas o el mero exhibicionismo, para propiciar la comunión. El movimiento, las canciones, la música, las presencias… son delicadas y poderosas al mismo tiempo. Desnudas, crudas y poéticas. La pieza parece, por veces, tosca como unes niñes jugando a que experimentan un espacio que elles mismes pueden construir o imaginar.
Pero en ese espacio dinámico danzan los afectos, igual que danzan esas cuerpas jóvenes, fuera de los cánones y de los cuerpos objeto de consumo.

Consiguen bellas metáforas en los juegos performativos y nunca pierden la inteligencia del humor y de la broma de tono irónico.

El cuestionamiento de las normativas, que acaban por restringir y marginalizar a las personas, es aquí hecho sin violencia ni imposiciones, de una manera simple y próxima. Incluso la propia palabra que da título a la pieza hace caer del régimen de las mayúsculas ese “q” (que), para mostrárnosla de una manera lúdica, sugerente y no normativa.
Fue un ‘BAqUE’, sin duda, propiciatorio de libertad, de esa libertad tan necesaria que nos sienta tan bien.
(“El futuro es trans según el 12 GUIdance 2023”, publicado el 13 de febrero de 2023.)

‘ATLAS DA BOCA’ de Gaya de Medeiros con Ary Zara (CIAJG Black Box, 08/02/24. 13 GUIdance de Guimarães 2024). El mundo a través de la boca y el cuerpo –que también es boca– hablándonos en secretos, que se sienten e intuyen más de lo que se comprenden. Puede parecer que necesitamos comprender, pero la comprensión profunda casi nunca proviene del nivel informativo de las palabras. Creo que es la experiencia y las percepciones que nos proporciona lo que nos hace percibir la “otredad” y a nosotros mismos en ella.

Gaya y Ary están con nosotros y nos ofrecen una experiencia en la que lo personal biográfico, con sus cambios y heridas, se transmuta en un arte alegre, sensual y celebrativo, con momentos de belleza plástica de nivel mitológico, en una reinvención muy humana del mundo. Un estar en escena que diluye el concepto tradicional de coreografía, con un movimiento que nunca es reproductivo ni imitativo, que siempre crea y expande emoción y afecto. Un movimiento mucho más allá de poses y clichés, o de afán demostrativo, aferrándose a una intimidad que se puede compartir, sin fulminarla ni colocarla en el mercado del sensacionalismo. Porque aquí la intimidad es verdadera y se presenta con toda su fuerza, tan delicada, tan frágil y tan impresionante.

Este no es un atlas de la lengua, no es un atlas lingüístico, es un atlas de la boca, de esa parte del cuerpo por donde sale el espíritu. La boca para besar y hablar, pero también para lamer, morder, beber, comer… vivir e incluso morir. “Por la boca muere el pez” en el refrán español. Es una colección de mapas de estas “cuerpas” (palabra que aprendí de Claudia Galhós), que abren nuestra percepción a la posibilidad humana de construir nuestra identidad más allá de las determinaciones biológicas. Es Atlas, titán de la mitología griega, con la fuerza titánica de vivir como quieres vivir, sin predestinación ni prejuicios.
(“Emociones fuertes que aclaran la mirada”, publicado el 12 de febrero de 2024.)


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