El Chivato

El Florido Pensil al cine

Más de 600.000 personas han reído con el ensayo de Andrés Sopeña ‘El florido pensil’, en el montaje teatral realizado por Tanttaka Teatroa, y tras su exitoso paso por el teatro, esta visión de la educación del franquismo a través de los ojos de un niño llegará al cine en el próximo mes de abril adaptada por el director granadino Juan José Porto, que rueda en Toledo y Madrid esta cinta con un presupuesto de 350 millones de pesetas. El reparto de esta película «triste y sentimental, pero muy divertida», según su director, está encabezado por una veintena de niños entre ocho y doce años, y lo integran Fernando Guillén, Gran Wyoming, Natalia Dicenta, Emilio Gutiérrez Caba, Jorge Sanz y Francis Lorenzo.
Andrés Sopeña es escritor, profesor de Derecho en la Universidad de Granda y un niño de la posguerra que siempre ha querido dedicarse al cine. En sus años de estudiante, los niños españoles se educaban con el ‘Catecismo patriótico español’, leían ‘Caperucita azul’, veían el NO-DO cada vez que iban al cine y tenían que levantarse para cantar el ‘Cara al sol’. «El parchís era un juego de tres personas porque nadie quería coger la ficha roja», comentó.
En ‘El Florido pensil’, Sopeña apostaba por la risa más nostálgica para comprender ese pasado especial que supuso la posguerra para varias generaciones españolas. El guión de la película que llegará a las salas en abril ha resultado de una estrecha colaboración entre el escritor y Porto, que coinciden en la necesidad de reirse del pasado. «Somos el producto de nuestra infancia, que nos marcó para bien o para mal», explicó Sopeña.
La película gira en torno al curso de una veintena de niños y cuenta con un 60 por ciento de exteriores, rodados en Seseña, Sigüenza, Segovia y el Valle de los Caídos. Fernando Guillén encarna al maestro de escuela, en sus palabras «un representante del ochenta por ciento de los españoles del franquismo, la masa silenciosa y oprimida que simplemente aceptaba lo que le daban». Un personaje gris, en definitiva, «que no entiende nada pero se ve obligado a dar unas enseñanzas en las que no cree», añadió Guillén.
Otro personaje fundamental en la vida de los pequeños protagonistas es el cura, al que da vida El Gran Wyoming, en un personaje que, aunque en ningún momento pretende ser caricatura, «habrá gente que se ría en el cine cuando oiga lo que decía», explicó el showman, para quien «la vigencia de la película consiste en que cause hilaridad una situación que en su momento fue el cimiento de la sociedad».
Natalia Dicenta interpreta a una de esas madres desvividas por la familia y la casa sin ningún tipo de protagonismo social y Jorge Grau al obispo encargado de dar la confirmación a los alumnos. El contrapunto lo ofrece el eterno secundario Antonio Gamero como conductor del autobús escolar y «ejemplo de los que perdimos esta guerra, los republicanos que tuvimos que conformarnos con los trabajos que nos quisieron dar», apuntó.
Sopeña y Porto no se olvidan de la importancia de los tebeos en los más pequeños de los cuarenta. El director ha incluido una recreación de Roberto Alcázar y Pedrín en las personas de Francis Lorenzo y Jorge Sanz.

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