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Escenas do Cambio 2023. La fuerza y el afecto de lo frágil

Necesitamos espacios para lo inusual, para esas propuestas que no parecen hechas a la medida de lo que se acostumbra a programar en la mayor parte de los teatros.

La novena edición de Escenas do Cambio de la Cidade da Cultura de Galicia continúa siendo uno de esos espacios imprescindibles, igual que lo es el Teatro Ensalle de Vigo, que cumple 20 años en 2023, con una programación regular de dramaturgias posdramáticas y artes del movimiento.
Dentro de lo que he podido ver, que no ha sido todo, esta edición parece estar atravesada por una reivindicación de la vulnerabilidad humana, de la fuerza del no-poder, de la no marginación de los fracasos, de la necesidad de los afectos.

El 4 de mayo se estrenó, precisamente, ‘AFECTOS’ de Kirenia Danza, en coproducción con el Centro Coreográfico Galego. Una pieza que suscita gran concentración y honda impresión por el cuarteto de bailarinas y bailarines camaleónicos. Sus cuerpos, sus expresiones, las acciones con los objetos, con las cintas con las que dividimos, medimos, limitamos… son resultado de imágenes de situaciones y momentos de desafecto, que claman y ponen en evidencia la necesidad de la empatía y la solidaridad. En Estefanía Gómez, Leodán Rodríguez, Cristian “Bal” Castro y Kirenia Martínez se transmutan emigrantes, inmigrantes, fugitivas, exiliadas, extraditadas, pero también amigas, familia, pueblo y caminantes. Una pieza que es afecto profundo a la justicia social y a la mejor producción de lo humano, que es el amor.

El 5 de mayo en la Sala Eisenman asistimos a ‘WASHINGTON’ de Matias Daporta. Una propuesta postdistópica y postespectacular. Presenciamos un casting para el papel de Grace de Lars Von Trier, con tres actrices: María Roja, Sara Laya y Alicia Casas; un director: Matias Daporta; una directora de casting: Alejandra Allaf; y una actriz que les da la réplica a las que se presentan al casting: Daniela Jacques.

La situación es de buen rollo total, simpatía y horizontalidad, como si nadie dependiese de nadie, como si nadie tuviese o ejerciese el poder.
Casi como en un «reality show», si no fuese por las tres variaciones sobre una posible Grace y, a su vez, las tres pruebas de interpretación que les proponen a cada aspirante, lo cual nos hace notar la estructura dramatúrgica de la pieza.

Matías, Alejandra y Daniela actúan con la autenticidad de quien improvisa dentro de un guión previamente pactado o ensayado y las tres aspirantes, que, en realidad, ya pasaron la selección para actuar aquí, también. Aunque a ellas les toca la parte dramática, dentro de este dispositivo meta-teatral y postespectacular.

No parece que haya voluntad de que flipemos, ni de provocar unos efectos espectaculares. Todo fluye sin sobresaltos, sin conflictos, dentro de ese buen trato y buen rollo que genera un equilibrio entre las tres actrices, que interpretan a tres actrices que se presentan a un casting, y el actor y las otras dos actrices, que interpretan al equipo de la productora convocante. Un bucle con el film por hacer, ‘Whasington’, que sería la tercera parte de la trilogía de Lars Von Trier, formada por ‘Dogville’ y ‘Manderlay’ y que aquí casi puede parecer un Macguffin.

El mismo día 5, en la Sala 1 del Museo Centro Gaiás, Alberto Cortés presentó ‘ONE NIGHT AT THE GOLDEN BAR’. Emocionante el «empowerment» marica a través de la vulnerabilidad, de la aceptación y acogida de fracasos personales, amorosos, sexuales… que acaban, por obra y gracia del arte y el humor, por ser una redención gozosa que nos toca, que nos alcanza.

Maravilloso texto, poético, desgarrador, cómico, irreverente, desvelador, con matices lorquianos. Singularísima la manera de decírnoslo casi cantada, melopeica, y también cantada a veces, con un artificio grande que, no obstante, resulta orgánico porque parece anclarse en una verdad/necesidad profunda y visceral, llena de pequeños matices y enormes contradicciones.
Trans-gresora la apariencia, el vestuario entre la vedette y el ángel de fantasía, cabalgando suave el potro que nos obligaban a saltar en las clases militares de gimnasia de la EGB y el Bachillerato, y pisando los dorados de los altares.

En el Salón Teatro del Centro Dramático Galego (CDG), esa noche del 5 de mayo, se estrenaba ‘FRÁXIL: Handle with care’ de Matarile, dirigido por Ana Vallés. Una coproducción del CDG y del Teatro Español de Madrid.

Un grupo humano de artistas comparten con nosotros la fuerza de su fragilidad y los pensamientos propios y ajenos que les constituyen. María Zambrano, Kundera, Steiner… la pintura de Bacon, de Miquel Barceló, en algo que podría considerarse como el final de la pintura… el teatro de Beckett, que también podría considerarse el final del arte dramático. Todo esto y más puebla cuerpos y escenario, en una sinergia respetuosa, pasional, delicada. Vida humana y arte como dos constructos que se necesitan y retroalimentan, que se cuestionan y amparan.

Los textos trazan caminos y poéticas, son como casas donde sentirse a gusto.
También los cuerpos lo son, casas que no quieren ser expropiadas ni desahuciadas, porque la casa habita la propia casa, la que arde, la que perece, la que cambia. Casas abiertas sin violentar intimidades.
Fue un gozo inmenso asistir a esa mezcla de humor, sensualidad, poderío, magia, belleza estética/ética y fragilidad abrazadora.

La última propuesta escénica fue ‘AQUELLAS QUE NO DEBEN MORIR’ de Las Huecas, el colectivo barcelonés formado por actrices-creadoras jóvenes, en coproducción con el Antic Teatre de Barcelona, La Infinita de l’Hospitalet y el Festival TNT de Terrassa. Fue el 6 de mayo en el Salón Teatro del CDG.
Se trata de un espectáculo de apariencia tosca, reivindicativo y festivo, luctuoso y humorístico, una combinación curiosa que huye de cualquier elegancia o hermosura detectables. Sin embargo, parece afirmarse en una estética de lo cutre (los “crocs” en los pies, el coro de flautas de plástico, el ataúd, las bolsas de basura llenas de ramos de eucalipto tierno y ciprés, las figuras humanas bidimensionales pintadas en tableros, los espráis ambientadores… y sobre todo, las actitudes casuales). Una huida de lo bello o de la poesía convencional hacia una formulación descarnada y desnuda sobre la muerte tramitada por la industria funeraria.

Una denuncia del negocio funerario, liberalizado desde una ley del gobierno Aznar, que nos obliga a despedirnos de nuestros seres queridos con unos protocolos caros y que pocas veces tienen que ver con el amor.
Como dos pivotes, el monólogo al público de la tanatopráctica, mientras simula el proceso de preparar un cadáver, y el de la actriz que nos cuenta su experiencia cuando murió su madre y los trámites funerarios que tuvo que soportar, además de darnos informaciones documentadas sobre los lucros, comisiones, cláusulas de los monopolios, que debemos afrontar cuando nos muere un ser querido.

El juego escénico posee también un fisicalidad cotidiana y un poco ruda, pero eficaz. Desde el cuadro inicial de los fantasmas errantes, la deconstrucción flautística del canon típico que ponen en la mayor parte de los entierros, de los ritmos de sardana, del ritual de los “castellers”, hasta la liberación de los “correfocs”, desnudas y fieras con sus fantoches pintados en unos tableros. Hay en todo ello un humor muy peculiar que roza el absurdo y que, al mismo tiempo que nos puede divertir, nos alerta.

Escenas do Cambio 2023 finalizó el 6 de mayo, en la Sala 1 del Museo Centro Gaiás con un concierto, el debut de SONS-NÚS/CATRONUBES.

Tenía que ser un festival de artes escénicas el que me descubriera el hechizo del dúo Sons-Nús, formado por el contrabajista de jazz Baldo Martínez y la poeta y cantante Maite Dono. Si no fuese así no habría manera de meterme en un concierto, raptado como estoy siempre por el teatro y la danza.

Sons-Nús, después de unos siete años de parón, renacen en este festival de primavera con el cuarteto Catronubes, junto a Xosé Miguélez en el saxo y Ton Risco en la percusión y vibráfono, acompañados por las imágenes en blanco y negro del artista plástico Anto Lloveras. Fue un goce descubrir esa música evocadora, onírica, lúdica. Descubrir también cómo se hibrida la de los versos de tres poemas de ‘Os Eidos’ de Uxío Novoneyra con la sorpresa sonora del jazz.

Si tuviese que resumir impresiones y sensaciones de lo que he podido ver en esta novena edición de Escenas do Cambio en unas pocas palabras, me quedaría con las que Antón Coucheiro, actor de Matarile en ‘FRÁXIL: Handle with care’, escribió en sus redes sociales sobre su trabajo: “Mostrarme vulnerable, expuesto, frágil, no avergonzarme de verme flojo, siempre me ha hecho más fuerte. Esconderme fue lo que me debilitó. ¿Es frágil el agua? Es indestructible.” La práctica artística de esto nos toca irremisiblemente y nos baja de los tanques de esta época de enfrentamientos y polarizaciones.

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Un comentario

  1. Maravilloso estreno, una propuesta más allá de la expresión del cuerpo, una entrega con alma!!!!
    Gracias kirenia, Gracias a los cuatro sois geniales!!!

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