Foro fugaz

Ignacio López Tarso

Es el actor más completo que ha dado el cine y teatro mexicanos, también el que más representa a México, desde su principio como actor hasta su última obra. Y un portento que abarcó todos los niveles de la actuación: teatro, especialmente teatro, cine, con personajes memorables que encabeza Macario, televisión, con telenovelas históricas y de pasión, grabación de corridos y series de radio. Recuerdo en especial la serie de 27 capítulos de La Verdadera historia de la conquista de la Nueva España, crónica de Bernal Díaz del Castillo porque ahí tuve la oportunidad de dirigirlo.

Presencia, voz, sentimiento y técnica, como actor de múltiples aventuras López Tarso imprimía un sello inimitable a las producciones en las que participaba. Pocos actores de su generación tuvieron tal formación clásica y contemporánea. Palabra y emoción, dicción y fuerza, ritmo y gracia. Si su imagen parecía un poco rígida, verlo en la escena era un prodigio de flexibilidad, aún cuando los años empezaron a pesar en sus piernas que ya no respondían como antes.

Después de su despedida el 11 de marzo de este 2023 he leído muchos artículos y obituarios y todos se quedan flacos ante la dimensión del personaje, grande entre los grandes. Esta crónica no será la excepción, lo único que puedo tratar de hacer es trasmitir la fuerza de su creatividad en esta evocación y seleccionar algunos de los textos aparecidos en la prensa y en Internet.

Para lograrlo transcribo lo publicado en el diario El Universal de México, escrito por Janet Mérida: «A través del teatro, López Tarso fue todos los hombres del mundo y de la ficción. Fue Edipo Rey de Sófocles, Hipólito, de Eurípides; Moctezuma II de Sergio Magaña, Nezahualcóyotl, Cyrano de Bergerac, Juan Pérez Jolote, Tomás Moro, Macbeth, Francisco Gabilondo Soler Cri-cri. Hizo Don Juan Tenorio, El Rey se Muere, Un Hombre contra el tiempo, Un Picasso, El Cartero, 12 hombres en pugna y fue Macario. Se convirtió en el Fulgor Sedano de Pedro Páramo y en una infinidad de personajes.»

Una infinidad de personajes que dan cuenta de lo sucedido en el cine y teatro mexicano desde 1950 hasta la fecha. En su juventud nada mostraba que se iba a convertir en el portento de la actuación que fue más tarde. Seminarista, vendedor ambulante, bracero (trabajador inmigrante mexicano en USA), postrado en un camastro de hospital durante un año (sin saber si volvería a caminar), salió de todo esto para aparecer fulgurante en el teatro, con una dicción espléndida y una entrega de naufrago a su tabla de salvación: la cámara y el escenario.

Extraordinario personaje que llegó a hasta el final con un amor profundo por la actuación, aquella que supo darle un lugar en el mundo: ser todos los personajes fue la personalidad de Ignacio López Tarso. Se fue a los 96 años, y si una bacteria no hubiera anidado en sus pulmones habría seguido actuando hasta el final.

Finalizo con esta nota de Enrique Saavedra publicada en el portal Cartelera de Teatro: «Don Ignacio respondió a épocas muy específicas del teatro, el cine y la televisión mexicanas que le permitieron sumar talento y perseverancia, mismos que se fueron convirtiendo en prestigio y autoridad: la autoridad de un patriarca que, a diferencia de Lear, fue reconocido ampliamente por la sensatez de su pensamiento y discurso y, por supuesto, por la prodigiosa memoria de la que hacía gala cada noche, sobre el escenario. Un escenario que en estos días le ha regalado dos homenajes -uno en el Palacio de Bellas Artes y otro en el Teatro San Jerónimo- para despedirlo como se despide a un padre: el patriarca de los actores de nuestro teatro».

Si lo imagino en el más allá, necesariamente lo veo en un escenario, en un foro, proyectado en una pantalla. Hombre de teatro, personaje de cine, ahora una leyenda.

París, marzo de 2023.

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